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3. DISECCIÓN DEL ECOSISTEMA SISTÉMICO: MARIPOSAS, CISNES Y VIRUS CON IMPACTO GLOBAL 3.1. TEORÍA DEL CAOS Y COMPLEJIDAD EN LOS SISTEMAS SOCIOECONÓMICOS GLOBALIZADOS

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Lejos del apacible y armónico Lago de los cisnes que representa Chaikovski, la figura del cisne navega aguas mucho más turbulentas en materia económica y financiera con otras connotaciones, cuanto menos, bastante más catastrofistas y dramáticas. El concepto de cisne negro, que se popularizó a gran velocidad con la crisis de 2008, proviene del filósofo y economista Nassim Nicholas Taleb. Con él se refiere a los hechos que son ignorados habitualmente, porque se considera que su ocurrencia es altamente improbable hasta que estos se manifiestan de manera sorpresiva (Taleb, 2007).

Cabe señalar, no obstante, que los fundamentos sobre los que pivota dicho término fueron establecidos con anterioridad en los años 60 gracias al trabajo de Edward N. Lorenz, pionero de la teoría de la complejidad y el caos. Precisamente fue en una investigación estudiando el clima, en concreto, buscando un modelo matemático para predecir patrones meteorológicos, cuando reconoció por primera vez lo que se denomina “comportamiento caótico” (desarrollando la teoría del efecto mariposa). Constató que las pequeñas variaciones en un sistema dinámico, como la atmósfera, podrían desencadenar enormes y, a menudo, insospechados resultados. Así, el denominado “efecto mariposa” expone que, bajo un sistema complejo, la aparición de un pequeño cambio puede producir efectos inesperados y muy significativos, debido a las múltiples interdependencias que lo sostienen, haciéndolo impredecible. Para exponer su teoría lanzó al público la perturbadora pregunta de: ¿es factible que el aleteo de una mariposa en Sri-Lanka pueda provocar un huracán en EE. UU?11

Si a lo anterior todavía no podemos dar respuesta cierta, con total seguridad podemos confirmar que nuestros sistemas socioeconómicos sí que han alcanzado dicho grado de complejidad con el avance de la globalización y la integración de los mercados, como tuvimos pudimos cerciorarnos al calor de la anterior crisis financiera global. Más concretamente, con la caída de una de esas entidades “demasiado grandes para caer”, Lehman Brothers. Se puso en acción lo que pronosticaba el efecto mariposa, una secuencia interminable de hechos aparentemente desencadenados entre sí, que acaban por tener consecuencias completamente impredecibles. Ante la incertidumbre sobre si dicha caída tenía un alcance sistémico, las peores sospechas se confirmaron al calor de un movimiento sísmico que acababa impactando al “otro lado del charco” con igual (si no mayor) severidad y adquiriendo el calificativo de mundial en tiempo récord. Se hizo más evidente que nunca que las reglas del juego habían cambiado. El aumento de las distintas interconexiones financieras y económicas entre las diferentes regiones, aceleradas por el avance de las nuevas tecnologías y el cambio en los patrones y medios de consumo, suponían un riesgo sistémico que superaba el ámbito local y exigía acciones coordinadas. De tal calado fue la necesidad de cambios requeridos en normativa y políticas a nivel global que, a pesar de lo sesgado del término12, se llegó a calificar de “Tsunami Regulatorio” lo que comenzó siendo el aleteo de una sola compañía.

La sostenibilidad y el nuevo marco institucional y regulatorio de las finanzas sostenibles

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