Читать книгу El Hispano - José Ángel Mañas - Страница 16

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La primera vez que Idris tuvo una noción del poder de Roma fue un día que Olónico dibujó con un palo, sobre la arena húmeda junto a la laguna, un esbozo del mundo conocido.

El adivino de Numancia enseñaba cuanto necesitaba ser sabido a los niños de los principales clanes. Ese día les estaba mostrando dónde encontrar setas y cuáles se podían comer sin peligro. Y ya con las cestas llenas aprovechó para instruirlos sobre el mundo.

—Aquí están los arévacos. Aquí, hacia poniente, los lusitanos. Más arriba, pasadas unas montañas muy altas, los celtas. Al otro lado del mar también hay celtas. Y lo mismo aquí en Hibernia y en otra isla que hay hacia el oriente. Hacia el occidente nadie sabe lo que hay. Y hacia el sur, al otro lado del mar, está la Numidia…

—Pero Roma… ¿Dónde está Roma? —preguntó Idris.

—Roma está hacia el levante. Aquí.

—¿Y cuáles son los territorios que controla?

—Todas estas islas y todo esto que dominaba en su día Cartago. También Grecia, que está un poco más allá, en otra península. Y ahora Roma amenaza con expandirse hacia el Asia, que es inmensa.

—¿Cómo sabes tanto? ¿Cómo conoces todos esos sitios? —preguntó Aunia.

—Porque los hombres viajan y cuando se encuentran con otros hombres gustan de contar lo que han visto.

—¿Has visto todas esas tierras con tus ojos?

—No. Pero he hablado con suficientes viajeros para saber cómo son esos lugares y las gentes que los pueblan. ¿A vosotros os gustaría conocerlos? Por vuestras caras, Anna, Aunia y Ama, parece que no. Pero la expresión de Idris es diferente…

—A mí me gustaría ver países lejanos. Quiero descubrir qué hay más allá de los mares.

—Algún día viajarás por tierras remotas e incluso cruzarás algún mar, antes de llegar a la morada de Lugh. Pero no olvidéis ninguno que los hombres somos como las plantas. Igual no se ven nuestras raíces, pero existen. Nos atan a nuestra tierra. ¿Y qué pasa cuando se cortan las raíces? ¿Veis ese nenúfar, en ese estanque que se ha formado ahí? ¿Sabéis por qué está quieto? La raíz lo sujeta al fondo. Si esa raíz se cortase, la planta iría a la deriva y se perdería en el río. Quedaría a la merced de la corriente.

—¿Como un milano soplado por el viento?

—Así es. Pero Lugh, a todo le da sentido aunque nosotros no lo entendamos. Cuando nosotros, débiles mortales, no vemos la razón de un suceso, como las lluvias torrenciales, la sequía que destruye las cosechas o las epidemias, solo nos queda confiar en Lugh porque todas esas cosas ocurren por su designio.

—Si Idris se fuera a un lugar lejano, yo me iría con él —dijo Aunia.

—Yo también —apuntó Kara, la hija del herrero, que también asistía a las lecciones del sacerdote, tras un momento de duda.

El sol se estaba poniendo. Se encendía por encima del robledal al otro lado de la laguna.

—Ya es tarde —concluyó Olónico—. Volvamos a Numancia. Volvamos con vuestras familias.

El Hispano

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