Читать книгу El Hispano - José Ángel Mañas - Страница 18
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ОглавлениеPese a ello no fueron derrotas frente a las legiones que llegaban cada primavera, siempre bajo mando de un nuevo cónsul, sino victorias las que prevalecieron y marcaron la jefatura de Leukón. De todas, la mayor fue la que obtuvieron en la batalla que los romanos llamaron de la Vulcanalia, por darse en el día consagrado a Vulcano, dios del fuego.
Ese año los numantinos y sus ciudades aliadas reunieron un gran ejército para combatir a las legiones consulares. El enfrentamiento era seguro, vista la hostilidad con que se había acogido en Roma a los mensajeros arévacos, a los que se obligó a permanecer fuera de las murallas de la ciudad y se dio tratamiento de enemigo.
Finalmente, durante la primavera, se pudo juntar un ejército de más de veinte mil infantes y cinco mil jinetes que lideró el segedense Caro.
Apenas tres días después de su elección, Caro se apostó en una zona de monte bajo y atacó a los romanos cuando la columna de marcha se adentró en una quebrada del terreno.
Leukón lideraba el contingente numantino.
El combate, duro e incierto en un principio, terminó con un gran triunfo sobre los invasores, que dejaron el terreno lleno de cadáveres. Y sin embargo, cuando los arévacos los perseguían de forma desordenada, un contrataque de la caballería romana que custodiaba los bagajes resultó en la muerte de muchos celtíberos y entre ellos, Caro.
Esa misma noche, los arévacos se reunieron en Numancia y eligieron como nuevos generales a Ambón y, de manera unánime, a Leukón.