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7 Entrenamiento y periodización

Clasificación de los ciclos anuales

La división del proceso de entrenamiento a largo plazo, en las etapas de formación básica general, entrenamiento infanto-juvenil y entrenamiento de alto rendimiento, se puede detallar más aún estableciendo ciclos anuales.

Como el deportista no puede estar “en forma” de manera ininterrumpida durante los años que dura su proceso de entrenamiento, el desarrollo, el mantenimiento y la pérdida de la forma deportiva están sometidos a una periodización de ciclos repetidos.

Un ciclo de entrenamiento –que se puede repetir, dependiendo de la modalidad y de la cualificación del deportista, una vez, dos y en casos extremos tres veces al año– se divide en tres períodos:

•El período preparatorio

Objetivos: desarrollo de la forma deportiva.

•El período de competiciones

Objetivos: nuevo desarrollo de la forma deportiva participando en la competición.

•El período de transición

Objetivos: recuperación activa y regeneración del deportista, pérdida de la forma deportiva.

Estas fases del desarrollo de la forma deportiva alcanzan un nivel creciente en el transcurso de los años de entrenamiento y llevan en último término al rendimiento máximo individual deseado.

La distribución en el período preparatorio, período de competiciones y período de transición, con sus corrsepondientes objetivos, se considera válida, en forma más o menos detallada, para todos los ámbitos: es independiente de la “edad de entrenamiento” o de la cualificación del deportista. No obstante, se observan diferencias claras entre los ámbitos del deporte de elite, el entrenamiento infanto-juvenil y el trabajo a nivel medio en cuanto a la relación volumen-intensidad y en cuanto a la práctica de contenidos de entrenamiento generales y específicos en los distintos períodos.

Período preparatorio

El período preparatorio del entrenamiento de principiantes o del ámbito de rendimiento medio se puede dividir en dos fases. En la primera interesa una preparación física general amplia, y en la segunda predominan las herramientas específicas, restringiendo el volumen y aumentando la intensidad. Por el contrario, en el deporte de elite predomina la intensidad de la carga, la carga específica de la competición durante toda el período preparatorio (cf. Tschiene, 1976, 12 s.). La diferencia se explica por el hecho de que el deportista de elite aporta un nivel inicial muy elevado en cuanto a su capacidad de rendimiento psicofísica y técnico-táctica, y una configuración del entrenamiento general o centrada en el volumen no puede desencadenar ya los procesos de adaptación necesarios para mantener el incremento del rendimiento (cf. Vorobiev, cit. en Tschiene, 1976, 16).

En el deporte de elite se prefiere una subdivisión más detallada, en diferentes macrociclos (v. pág. 58) de entre 3 y 6 semanas de duración, pues de esta manera se interiorizan con mayor precisión las regularidades del desarrollo del rendimiento deportivo (cf. Harre, 1979, 104; Starischka, 1988, 33).

Período de competiciones

El período de competiciones permite el desarrollo y la estabilización de la forma máxima individual a través de las cargas elevadas que plantean las diferentes competiciones. La cantidad y calidad de las competiciones dependen de la capacidad individual de asumir carga.

Período de transición

El período de transición, como fase de pérdida de la forma deportiva, supone un descenso de la intensidad y del volumen del entrenamiento. La “recuperación activa” se consigue con la práctica de modalidades compensatorias, que impiden una caída muy acentuada de los parámetros de rendimiento. Por ejemplo, la práctica de juegos (fútbol, etc.) mantendrá la condición física de los deportistas de resistencia en un nivel compatible con la necesaria recuperación.


Figura 21. Representación esquemática de la periodización doble.

El problema de la periodización sencilla y doble

En el deporte de rendimiento actual se distingue entre periodización sencilla y periodización doble. Con la primera se trabaja en la dirección de un único punto álgido en la secuencia global, sobre la base de un solo período de competición. Por su parte, la periodización doble –tal como se plantea, por ejemplo, en las temporadas de pista cubierta y de aire libre en natación y atletismo– trabaja sobre dos puntos culminantes al año y presenta por tanto dos períodos de competición. Sin embargo la periodización doble no contiene seis períodos de entrenamiento, sino únicamente cinco, pues el período de transición 1 se solapa con el período preparatorio, tal como se puede ver en la figura 21 (Matveiev, 1972, 71).

Hemos de indicar que la periodización doble, debido al incremento de carga que plantea, sólo resulta factible en atletas de elite: los principiantes y jóvenes efectúan un trabajo de desarrollo, y no deben asumir pérdidas de volumen ni una especialización demasiado precoz de las herramientas de entrenamiento a costa del desarrollo global.

Ventajas de la periodización doble

•En las modalidades de fuerza y velocidad de fuerza rápida, el aumento del rendimiento es más pronunciado (Matveiev, cit. en Harre, 1976, 92).

•Después de un tiempo prolongado sin competir (como ocurre con la periodización sencilla) se pierden los rasgos distintivos típicos de la competición, como la dureza de la competición, del ritmo, etc.; esto es, los descansos muy largos exigen al atleta mucho tiempo de preparación para recuperar la necesaria capacidad competitiva (Hirsch, 1975, 668).

•Los períodos demasiado largos sin competir favorecen la monotonía y crean problemas de motivación.

•El período de competición 1 puede servir como control del rendimiento, ejerciendo así una función complementaria en relación con el período de competición 2.

Inconvenientes de la periodización doble

•El período de competición 1 distorsiona, si la preparación es auténtica, el ritmo de entrenamiento y la tarea planteada para el período preparatorio del período de competición 2.

•Una frecuencia de competiciones excesiva reduce necesariamente las cargas y volúmenes de entrenamiento asumibles para el período preparatorio 1, e incide en muchos casos negativamente sobre la forma máxima en el período de competición 2, el punto álgido propiamente dicho.

Macrociclos y microciclos

Los macrociclos (de varias semanas de duración) y los microciclos (de varios días de duración) son una subdivisión dentro del ciclo del período preparatorio y períodos de competición y transición, y permiten organizar en mejores condiciones el proceso del entrenamiento (fig. 22).


Figura 22. Esquema de la periodización para el entrenamiento de principiantes, de jóvenes y del ámbito de rendimiento medio.

Explicación del diagrama:

Trazo continuo = volumen de carga. Trazo discontinuo = intensidad de la carga.

I y Ia representan la dinámica del volumen y la intensidad de carga a lo largo de todo el año; II y IIa corresponden al volumen e intensidad del macrociclo, y III (columnas) simboliza los microciclos en las diferentes etapas (de Matveiev, 1972, 95).

Los macrociclos, de longitud variable (en pretemporada suelen ocupar entre 4 y 6 semanas, y en el período de competición entre 2 y 4 [Harre 1976, 96]), reflejan la relación entre volumen e intensidad y la alternancia de promedios de carga elevados y reducidos.

Los microciclos ocupan una extensión temporal menor, como la planificación y configuración de una semana de entrenamiento (como ocurre con los juegos deportivos). Dada su menor duración, los microciclos se pueden ajustar con mayor precisión a las circunstancias del momento –estado de entrenamiento actual, disposición al trabajo, condiciones climáticas, etc.– y su volumen de carga se puede determinar con mayor detalle.

El microciclo se ha de organizar de modo que las sesiones de entrenamiento especialmente exigentes para las capacidades de velocidad, fuerza rápida, técnica o coordinación se efectúen en los días de capacidad de rendimiento óptima (cf. Harre, 1976, 95).

Tanto el ciclo anual como el macrociclo y el microciclo presentan una variación en forma ondulada de la carga de entrenamiento (cambio de la relación entre volumen e intensidad). No obstante los esquemas de periodización, como deberían reflejar las figuras 23 y 24, se diferencian de forma sustancial en el entrenamiento de principiantes y jóvenes, en el ámbito del rendimiento medio y en el deporte de alto rendimiento. Para el entrenamiento de principiantes y jóvenes es válido el esquema de Matveiev (1972, 95), en el cual el volumen y la intensidad, con un incremento muy progresivo, determinan un transcurso en oleada de gran amplitud. En el entrenamiento de principiantes y juvenil y en el nivel de rendimiento medio se requiere una periodización en ondulación grande, pues el desarrollo de la forma deportiva aún está sometido aquí a las regularidades del proceso de entrenamiento a largo plazo (p. ej., al principio del aumento progresivo del rendimiento), aún se consiguen efectos de entrenamiento suficientes con volúmenes elevados (esto es válido también para el uso de contenidos de entrenamiento generales) y, circunstancia muy importante, se evita una sobrecarga debido a cargas de entrenamiento demasiado intensas.

En la gráfica de la periodización del deportista de alto rendimiento (fig. 23), las ondulaciones, producidas por un cambio de carga marcado y frecuente, adquieren un trazado con amplitudes pequeñas y una altura elevada (referida al porcentaje de capacidad de carga individual). Este resultado es inevitable, pues en el deportista de elite el trabajo muy centrado en el volumen no produciría ya las necesarias reacciones de adaptación.

Otros rasgos típicos de la estructura de entrenamiento del deportista de elite son el predominio de la intensidad de carga en sesiones de entrenamiento relativamente breves y el carácter de la carga, muy específico de la competición (v. Tschiene, 1976, 18).

Periodización en las edades infantil y juvenil

El objetivo de una mejora razonable del rendimiento debería ser que los niños se aproximaran, de una forma prudente y respetando las particularidades de las fases de desarrollo físico y psíquico, a los resultados óptimos en la edad de máximo rendimiento (v. Schmidt, 1974, 148 s.); por tanto, la periodización doble, como ya hemos mencionado, está fuera de lugar en estas edades, pues inevitablemente se plantearían exigencias excesivas para la capacidad de rendimiento corporal, así como conflictos con las exigencias en el ámbito escolar.

Un esquema de este tipo (fig. 24, cf. también Bley, 1977, 398 s.) ofrece una posibilidad de solución adaptada a los niños y a la escuela:

•Se tiene en cuenta las circunstancias escolares debidas a las vacaciones.

•La distribución de competiciones a lo largo de todo el ciclo anual impide que entrenamiento se considere como un fin en sí mismo; éste gana en amenidad y por tanto en eficacia.

•Las competiciones permiten controlar de forma continua la eficacia de los métodos y contenidos aplicados, y por tanto organizar el proceso de entrenamiento en condiciones óptimas.

•Los períodos de entrenamiento relativamente breves garantizan fases suficientes de recuperación y regeneración, circunstancia importante para el organismo en crecimiento del niño o del joven.


Figura 23. Esquema de periodización para el deportista de alto rendimiento (de Tschiene, 1977, 278).


Figura 24. Esquema de periodización del entrenamiento infantil (de Tschiene, 1977, 277).

Finalmente, hemos de insistir en la utilidad de las competiciones como herramienta para relajar el entrenamiento y mantener la motivación, y en la conveniencia de no obstaculizar el proceso de entrenamiento a largo plazo con una preparación específica.

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