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1 Entrenamiento y entrenabilidad. Definición

Entrenamiento

El concepto “entrenamiento” se utiliza en la lengua coloquial para los ámbitos más diversos y se suele utilizar en el sentido de un proceso de ejercicio que busca un grado más o menos acentuado de mejora en los objetivos de cada momento. En un sentido muy general Martin (1977, 14) considera el entrenamiento como un proceso que origina un cambio de estado (físico, motor, cognitivo, afectivo).

La fórmula “entrenamiento deportivo” delimita el significado, pero deja abierta la cuestión del desarrollo gradual. Matveiev (1972, 1) entiende por entrenamiento deportivo la preparación física, técnico-táctica, intelectual, psíquica y moral del deportista con la ayuda de ejercicios físicos. Así, el entrenamiento deportivo en la escuela y el deporte para la salud (v. pág. 605) tienen como objetivo la mejora planificada y selectiva de la capacidad de rendimiento corporal, pero no se plantean, como lo hace el deporte de elite, conseguir el rendimiento máximo individual en un proceso a largo plazo, determinado por regularidades estrictas.

Desde la perspectiva de la práctica deportiva, Carl (1989, 218) recomienda definir “el entrenamiento deportivo como un proceso de acciones complejas cuyo propósito es incidir de forma planificada y objetiva sobre el estado de rendimiento deportivo y sobre la capacidad de presentar de forma óptima los rendimientos en situaciones de afirmación personal”.

Por complejo se entiende aquí un proceso activo destinado a conseguir efectos apropiados sobre todas las características importantes del rendimiento del deportista (v. fig. 1).

En este contexto, el trabajo es sistemático cuando los objetivos, métodos, contenidos, estructura y organización del entrenamiento están predeterminados, de acuerdo con los postulados científicos y con la experiencia práctica del entrenamiento, cuando la realización del trabajo se orienta en función de dichos postulados y su efecto se evalúa con controles detallados del rendimiento, y si la organización se determina en función del objetivo perseguido (v. Organización del entrenamiento, pág. 45; cf. Röthig 1992, 520).

Existe objetividad si todas las acciones o medidas dentro del entrenamiento deportivo están encaminadas directamente a conseguir las metas planteadas.

Dependiendo de la meta planteada, el entrenamiento deberá mejorar el estado de rendimiento del deportista, mantenerlo –hablamos de un “entrenamiento de mantenimiento” (v. pág. 326)– o también disminuirlo de forma selectiva, en cuyo caso hablamos de un “desentrenamiento” (v. pág. 192).

De acuerdo con las diferentes metas y niveles de desarrollo, el entrenamiento se puede llevar a la práctica dentro de diferentes tipos, como por ejemplo el entrenamiento de alto rendimiento, de fitness, de rehabilitación, de técnica, juvenil o infantil (también Röthig 1992, 520).

Entrenabilidad

La entrenabilidad refleja el grado de la adaptación a las cargas de entrenamiento. Se trata de una magnitud dinámica, que depende de una serie de factores endógenos (constitución corporal, edad, etc.) y exógenos (nutrición, condiciones ambientales, etc.). Dentro de una misma persona puede variar en los distintos sistemas orgánicos y funcionales.

En las edades infantil y juvenil, las fases conocidas como “sensibles” desempeñan un papel importante para la entrenabilidad. Su existencia e importancia se valoran de diferente manera y en ocasiones se niegan (cf. Baur 1987, 9). Por “fases sensibles” entendemos los períodos del desarrollo especialmente favorables para el asentamiento de determinados factores de rendimiento deportivo-motor; esto es, las etapas en las que la entrenabilidad es especialmente elevada (cf. Hirtz, 1976, 381; Winter, 1980, 102; Israel/ Buhl, 1980, 30; Diekmann/Letzelter, 1987, 285; Starosta/Hirtz, 1989, 11; Martin, 1991, 8; Hassan, 1991, 17).




Figura 1. Esquema de las condiciones personales internas de los rendimientos y éxitos deportivos (de Carl, 1989, 218).

El debate sobre la localización temporal exacta de estas fases no está ni mucho menos cerrado. Todos los datos a este respecto son, pues (cf. también las indicaciones que ofrecemos al respecto al tratar las principales formas de trabajo motor), valores extraídos del acervo actual de experiencias deportivas prácticas, y se podrían, dado el caso, exponer con mayor detalle en condiciones marco diferentes (p. ej., trabajo más precoz y sistemático de capacidades o destrezas escogidas). No obstante, estos datos nos proporcionan una valiosa ayuda para optimizar el proceso del entrenamiento a largo plazo, dado que permiten responder a las preguntas acerca de “qué hacer” y “cuándo actuar”.

El descuido de estas fases sensitivas puede restringir factores de rendimiento que a su vez aportarían tasas de crecimiento muy elevadas si se les fomentara en momentos determinados: este podría ser el caso, por ejemplo, del desarrollo de las capacidades coordinativas en la edad infantil, cuyas carencias no se compensan después en modo alguno o sólo con un esfuerzo de entrenamiento desproporcionadamente elevado. Aquí el proverbio mantiene toda su validez: “lo que Juanito no aprendió no lo aprenderá Juan...”

Entrenamiento total

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