Читать книгу Epítome de las Historias filipícas de Pompeyo Trogo. Prólogos. Fragmentos. - Justino - Страница 11
LOS PRÓLOGOS
ОглавлениеLos Prólogos son una especie de índices de los temas tratados en cada libro, cuya extensión oscila entre una línea y media de alguno y las dieciocho de algún otro en la edición de la Teubner, si bien en la mayoría de los casos la extensión varía entre siete y trece líneas. A pesar de su apariencia despreciable, nos proporcionan casi las líneas de toda la obra de Trogo, permitiéndonos seguir el hilo de la narración. De la comparación de los contenidos de los Prólogos y del Epítome podemos concluir que unos y otro derivan de la obra de Trogo directamente, pero de forma independiente. Esta comparación, además de darnos una idea de la relación que debió de existir entre el resumen de Justino y su original, nos sirve para completar, siquiera a modo de sinopsis, las numerosas lagunas que con relación a su original presenta el Epítome, pues no hay que olvidar, como hemos dicho más arriba, que el número de temas tratados en éste es la mitad que el de los tratados en los Prólogos.
Los Prólogos están escritos en una lengua pobre y llena de clisés. La misma fórmula se emplea en el comienzo de casi todos ellos («En el séptimo… décimo volumen se contienen…»), las mismas fórmulas en el cuerpo del mismo, tanto para referir una declaración de guerra o su desarrollo como para mencionar una digresión («En una digresión se cuenta…»). En su latín hay giros que manifiestan un uso tardío, no clásico, de la sintaxis como el empleo de indicativo con ut modal en interrogativas indirectas; es abundante el uso de abstractos en lugar de concretos, así como el uso de barbarismos, algunos muy repetidos, como prologus, «prólogo», en lugar de argumentum, in excessu, «en una digresión», en lugar de per digressionem 86 . A la vista de esto parece poco probable que los Prólogos sean, como algunos han pretendido, obra de Pompeyo Trogo, considerado en la antigüedad una de las estrellas del firmamento literario romano, junto a Salustio, Livio y Tácito, como ya vimos. Más bien habría que concluir que su autor debió vivir en una época no clásica, en la que la lengua ya habría sufrido importantes cambios.
La gran pobreza artística y la ausencia de pretensiones literarias de los Prólogos contribuyen a hacer muy difícil su datación. Para establecer el término ante quem de su redacción puede arrojar alguna luz la obra de Orosio, compuesta a principios del s. v. Los numerosos pasajes de su obra que proceden de las Historias Filípicas son tan próximos al resumen de Justino, que se puede pensar que fueron tomados de aquí y no de Trogo, lo que hace suponer que la obra de éste empezaba a ser de difícil consulta ya en esta época. Si admitimos además que los Prólogos derivan directamente de la obra de Trogo (hay una referencia constante al uolumen, rollo de papiro en que estaba escrito el original) debieron ser redactados antes de esta fecha. Por otra parte, el que los Prólogos sean ignorados por Justino y el que aparezcan sólo en dos de las cuatro clases de códices de su obra nos induce a pensar que debieron de ser escritos después de Justino, esto es, después de principios del siglo III .
Los Prólogos podrían ser un índice de temas de los que en la antigüedad se acostumbraba a colocar, a veces, al comienzo del rollo de papiro de varios metros, para facilitar cualquier consulta rápida; y en ello hace pensar la repetición al comienzo de todos ellos de la palabra uolumen , como antes decíamos. Se ha pensado que probablemente alguien pasó los Prólogos a un códice, pero no tuvo ánimos para seguir copiando la obra completa, tal vez porque ya circulaba el resumen de Justino. Si admitimos esta hipótesis, los Prólogos podrían ser obra de un copista. Por su parte, Lucidi 87 , apoyándose en su esquematismo y en la repetición de fórmulas, según él, eficaces medios para su memorización, piensa que podría tratarse más bien de la obra de un maestro de escuela, que los escribiría para facilitar su conocimiento a sus alumnos, según un procedimiento extendido en las escuelas del tardío Imperio, como las periochae o «sumarios» de Tito Livio.