Читать книгу Epítome de las Historias filipícas de Pompeyo Trogo. Prólogos. Fragmentos. - Justino - Страница 22
LIBRO II SINOPSIS
ОглавлениеOrígenes y antigüedad de los escitas (1). Situación de Escitia y costumbres de sus gentes (2). Los escitas, mientras permanecen invictos, fundan los imperios bactriano y parto y someten Asia, que les fue tributaria hasta Nino (3). Origen de las amazonas y hazañas de sus reinas Martesia y Lámpeto. Oritía, Antíope y Pentesilea, hasta llegar a Minitía, última reina de las amazonas (4). Los escitas regresan de Asia a su patria, donde tienen que luchar contra sus esclavos que se habían sublevado. Darío invade Escitia, pero es derrotado; entonces somete Asia, Macedonia y a los jonios y prepara la guerra contra los atenienses (5). Orígenes de Atenas y reinado de Cécrope, Cárano, Anfictiónides, Erecteo, Egeo, Teseo, Demofoonte y Codro, quien, arrostrando la muerte, consigue alejar a los dorios (6). Solón y la constitución ateniense. Reconquista de Salamina a los megarenses (7). Éstos son vencidos nuevamente por Pisístrato, que comienza un período de tiranía (8). Su hijo Hipias es expulsado de Atenas, refugiándose junto a Darío que entonces preparaba la guerra contra Atenas. Los atenienses vencen a los persas en Maratón (9). Muerte de Darío y subida al trono de Jerjes. Éste prepara la guerra contra Grecia, pero Demarato, rey espartano desterrado entre los persas, revela los planes de Jerjes a Leónidas, rey de los espartanos (10). Batalla de las Termópilas (11). Derrota de los persas en Salamina (12). Huida de Jerjes a Asia, dejando sus tropas en Grecia al mando de Mardonio (13), quien es vencido en Beocia (14). Reconstrucción de Atenas, que había sido incendiada por Jerjes. Los griegos llevan la guerra contra Persia, a las órdenes del espartano Pausanias. Éste intenta traicionar a los griegos y entregarlos a Jerjes, pero es impedido por el general ateniense Arístides. Los griegos, entoces al mando del ateniense Cimón. vencen a los persas [Eurimedonte] (15) .
[1 ] En el relato de la historia de los escitas, que fue bastante importante [2] y gloriosa, hay que remontarse a los orígenes. Pues sus comienzos fueron tan ilustres como su imperio y fueron famosos tanto por el valor de sus hombres como de sus mujeres, [3] puesto que aquéllos fundaron el reino de los partos 50 y el de los [4] bactrianos, mientras sus mujeres el de las amazonas, de suerte que quienes examinan las acciones de sus hombres y de sus mujeres no saben cuál de los dos sexos fue más glorioso entre ellos. [5] El pueblo de los escitas fue siempre considerado como el más antiguo, aunque entre escitas y egipcios existió durante mucho [6] tiempo una disputa sobre la antigüedad de su linaje. Los egipcios explicaban que al principio de las cosas, cuando unas tierras ardían por el excesivo calor del sol y otras estaban heladas por el rigor del frío, de manera que no sólo no podían ser las primeras en engendrar hombres, sino que no podían acoger y proteger ni siquiera a los forasteros, antes de que se inventaran los vestidos contra el calor o el frío o pudieran suavizarse con remedios [7] artificiales las deficiencias locales, Egipto siempre había sido tan templado que ni los fríos invernales ni los rigores del sol estival agobiaban a sus habitantes, y su suelo era tan rico que [8] ninguna tierra fue más feraz en alimentos necesarios al hombre. Con razón, pues, parecía que primero debieron nacer hombres [9] allí donde podían fácilmente alimentarse. Por su parte los escitas [10] pensaban que un clima moderado no era prueba de antigüedad, pues tan pronto como la naturaleza diferenció las regiones [11] por el aumento de calor o frío, enseguida también engendró seres vivos capaces de tolerar cada lugar, y además distintos tipos [12] de árboles y frutos apropiados a las condiciones de la región. [13] Y los escitas tienen un cuerpo y un carácter tanto más fuertes que los egipcios cuanto más duro es su clima. Por lo demás, decían, [14] si lo que ahora son partes del mundo fue alguna vez una unidad, sea que una inundación al principio tuviera cubiertas las tierras, sea que el fuego, que también engendró el mundo, lo ocupara todo, en uno y otro origen están primero los escitas. Porque, si el fuego fue lo primero que tuvieron las cosas y se extinguió [15] poco a poco, dejando sitio a la tierra, ninguna parte se había separado del fuego a causa del rigor del invierno antes que la septentrional, hasta el punto que también ahora ninguna parte está más helada por los fríos; Egipto, por el contrario, y todo el [16] Oriente, había moderado su temperatura muy lentamente, puesto que todavía hoy se abrasa por el ardiente calor del sol. Y si en [17] un tiempo todas las tierras estuvieron sumergidas en las profundidades, sin duda, al retirarse las aguas, quedaron al descubierto primero las partes más altas, mientras esa misma agua quedó estancada mucho tiempo en las partes más bajas; y cuanto antes se [18] secaba una parte de las tierras antes empezaba a engendrar seres vivos. Pues bien, Escitia es la más elevada de todas las tierras, [19] hasta el punto que todos los ríos que nacen allí corren al lago Meotis y de aquí al mar Póntico y al mar Egipcio 51 . Por el contrario, [20] dicen, Egipto, que ha sido protegido por el cuidado y el gasto de tantos reyes y de tantas generaciones, provisto de tan grandes diques contra la fuerza de las aguas que corren hacia él, surcado por tantos canales que recogen las aguas que aquellos rechazan, con todo eso no pudo ser habitado, salvo cuando el Nilo fue contenido, ni puede parecer la primera por la antigüedad de sus hombres la que parece la más reciente de las tierras por los diques levantados por los reyes o formados con el limo [21] arrastrado por el Nilo. En consecuencia, vencidos los egipcios por estos argumentos, los escitas siempre parecieron más antiguos.
[2 ] Escitia, pues, se extiende hacia el Oriente y está limitada de una parte por el Ponto, de otra por los montes Rifeos 52 , a la [2] espalda por Asia y por el río Fasis 53 . Se extiende mucho a lo largo y a lo ancho. Sus hombres no tienen entre sí ninguna linde. [3] Pues ni trabajan el campo, ni tienen casa, techo o morada, acostumbrados a vagar por yermos desiertos, apacentando [4] siempre manadas de vacas y rebaños de ovejas. Transportan consigo a sus mujeres e hijos en carros, que, cubiertos con cueros para protegerse de las lluvias y del frío, usan como casa. [5] La justicia es observada por la condición de sus gentes y no [6] por las leyes. Ningún delito entre ellos es más grave que el robo, pues sin la protección de un techo, a los que tienen manadas de vacas y rebaños de ovejas ¿qué les quedaría en medio de los bosques 54 , si se permitiera robar? No desean el oro o la [7] plata como los demás mortales. Se alimentan de leche y miel. [8] Desconocen el uso de la lana y de los vestidos y, aunque se [9] queman por los fríos continuos, sin embargo usan pieles de animales salvajes y de armiño. Esta continencia dio origen a la [10] justicia también de sus costumbres, no deseando nada ajeno, pues el deseo de riqueza está precisamente allí donde está su uso. Y ojalá los demás mortales tuvieran una moderación y [11] una abstención de lo ajeno parecidas; en verdad no se sucederían [12] una tras otra tantas guerras a través de todos los siglos y en todas las tierras, y las armas y el hierro no arrebatarían más [13] hombres que la natural condición de los hados; de hecho, parece [14] admirable que la naturaleza les dé lo que los griegos no pueden conseguir con la dilatada enseñanza de sus sabios y con los preceptos de sus filósofos, y que las costumbres cultivadas sean superadas al compararlas con la inculta barbarie. Tanto más aprovecha en ellos el desconocimiento de los vicios [15] que en éstos el conocimiento de la virtud.
Tres veces conquistaron el dominio de Asia; ellos siempre [3 ] permanecieron invictos o libres del poder extranjero. A Darío, [2] rey de los persas 55 lo hicieron salir de Escitia en vergonzosa huida; a Ciro lo destrozaron con todo su ejército 56 ; a Zopirión 57 , [3-4] general de Alejandro Magno, lo aniquilaron de la misma [5] manera con todas sus tropas. Oyeron hablar de las armas [6] romanas, pero no las experimentaron. Además fueron los fundadores [7] del imperio parto y del bactriano. Pueblo aguerrido por las fatigas y las guerras, de enorme fuerza física, nada se procuran que teman perder, nada desean con la victoria, salvo [8] la gloria. Vezosis, rey de Egipto, fue el primero que declaró la guerra a los escitas, no sin antes enviar una embajada que [9] transmitiera a los enemigos la orden de obedecerle. Pero los escitas, informados ya antes por sus vecinos de la llegada del [10] rey, contestan a los embajadores que el caudillo de un pueblo tan rico era un insensato al adelantarse a hacer contra un pueblo pobre una guerra que tenía que temer más en su patria, [11] puesto que el riesgo de la guerra es dudoso, la recompensa de [12] la victoria nula y los perjuicios manifiestos. Por tanto los escitas no van a esperar a que se les ataque y, puesto que tienen tanto más botín que desear en el enemigo, van a tomar la iniciativa [13] de salir en busca de ese botín. Y los hechos no fueron a la zaga de las palabras. Cuando el rey se enteró de que se acercaban con tan gran rapidez, se da a la fuga y, dejando al ejército con toda su impedimenta, aterrorizado, se retiró a su reino. [14-15] A los escitas los pantanos los mantuvieron lejos de Egipto. Al volver de allí, sometieron a toda Asia a su dominio, imponiéndole un pequeño tributo más a título de soberanía que como recompensa [16] por la victoria. Después de haberse detenido quince años en la pacificación de Asia, son reclamados por los ruegos de sus esposas, quienes por medio de unos mensajeros les anunciaban que, si no regresaban, ellas buscarían descendencia de sus vecinos y que no iban a permitir que por culpa de las mujeres la raza de los escitas se extinguiera para la posteridad. Así pues, durante mil quinientos años Asia les fue tributaria. [17] Fue Nino, rey de los asirios, quien puso fin al pago del tributo. [18]
Pero mientras tanto, entre los escitas, dos jóvenes de sangre [4 ] real, Plino y Escolopito, arrojados de su patria por una facción de la nobleza, arrastraron consigo a un gran número de jóvenes; se detuvieron en las costas de Capadocia, junto al río [2] Termodonte, y, conquistando los llanos de Temiscira, los ocuparon 58 . Allí, tras haberse dedicado por espacio de muchos [3] años a saquear a sus vecinos, son matados a traición por la conjura de estos pueblos. Cuando sus mujeres vieron que al [4] destierro se había añadido la viudez, toman las armas y defienden su territorio, primero rechazando los ataques, después haciendo también la guerra. Además desecharon la idea de casarse [5] con sus vecinos, por considerarlo servidumbre y no matrimonio. Y ejemplo único en todos los siglos: se atrevieron a [6] agrandar su estado sin hombres e incluso lo defienden con menosprecio de los hombres. Y para que unas no parecieran más [7] felices que las otras, matan a los hombres que habían quedado en la patria. Con la destrucción de los vecinos consiguen también [8] la venganza por la muerte de sus maridos. Después, ganada [9] la paz con las armas, para que su raza no desapareciera, comparten el lecho con sus vecinos 59 . Si nacían niños, los mataban. [10] Ejercitaban a las doncellas en sus mismas costumbres, [11] no en el ocio ni en el trabajo de la lana, sino en las armas, los caballos y la cacería, después de quemarles, de niñas, la mama derecha, para que no les impidiera el lanzamiento de las flechas; [12] por lo que se llamaron amazonas 60 . Tuvieron dos reinas, Martesia y Lámpeto, las cuales, famosas ya por su poder, tras haber dividido su ejército en dos partes, hacían las guerras por turnos, defendiendo alternativamente las fronteras de su territorio, [13] y para añadir prestigio a sus éxitos se proclamaban hijas [14] de Marte. Y así, sometida la mayor parte de Europa, ocuparon [15] también algunos estados de Asia. Allí, después de fundar Éfeso y otras muchas ciudades 61 , envían a su patria a parte del [16] ejército con un enorme botín. Las restantes, que habían quedado para defender sus dominios de Asia, junto con su reina [17] Martesia son aniquiladas por el ataque de los bárbaros. En su lugar le sucedió en el reino su hija Oritía, quien, además de tener un singular conocimiento de la guerra, gozó de una extraordinaria admiración por la virginidad que observó toda su [18] vida. Con su valor aumentaron tanto la gloria y la fama de las amazonas, que el rey 62 al que Hércules debía doce servicios ordenó a éste algo casi imposible: que le llevara las armas de [19] la reina de las amazonas. Por tanto, habiendo partido a esta empresa con nueve naves de guerra en compañía de los jóvenes vástagos de los príncipes de Grecia, las ataca de improviso. Entonces eran dos hermanas quienes gobernaban el reino [20] de las amazonas: Antíope y Oritía; pero Oritía hacía la guerra en el exterior. Por eso, cuando Hércules arribó a las costas de [21] las amazonas, había una pequeña comitiva con la reina Antíope, que no temía ninguna hostilidad. Esto hizo que éstas pocas [22] tomaran las armas, y, provocadas por el repentino ataque, dieran al enemigo una fácil victoria. Así que muchas fueron matadas [23] y muchas hechas prisioneras, entre ellas, dos hermanas de Antíope, Menalipe por Hércules e Hipólita por Teseo 63 . Mas [24] Teseo, conservando como recompensa a la prisionera, la tomó en matrimonio y de ella engendró a Hipólito 64 . Hércules, tras [25] la victoria, devolvió a la prisionera Menalipe a su hermana y recibió como pago las armas de la reina. Y de este modo, cumplida la orden, vuelve a presencia del rey. Pero Oritía, cuando [26] descubrió que se había hecho la guerra a sus hermanas y que el raptor era el príncipe de los atenienses, exhorta a sus compañeras a la venganza y les dice que ha sido inútil someter el golfo del Ponto y Asia si están expuestos no tanto a las guerras cuanto a la rapiña de los griegos. Después pide ayuda a Sagilo, rey [27] de Escitia: le revela su origen escita, la matanza de sus maridos y la obligación imperiosa de ir a las armas, y las causas de la guerra; ellas con su valor, añade, habían conseguido que no pareciera que los escitas tenían mujeres más cobardes que sus [28] hombres. Movido por la gloria de su pueblo, envía en su ayuda [29] a su hijo Panaságoro con una poderosa caballería. Y, abandonadas por las tropas auxiliares al surgir una disputa antes de la [30] batalla, son vencidas por los atenienses. Sin embargo encontraron refugio en el campamento de los aliados, con cuya ayuda [31] vuelven a su reino sin ser atacadas por otros pueblos. Tras Oritía se hizo con el reino Pentesilea 65 , de la que se tuvieron grandes pruebas de valor en la guerra de Troya, cuando, en medio de hombres muy aguerridos, prestaba ayuda contra los [32] griegos. Luego, matada Pentesilea y aniquilado su ejército, las pocas que habían permanecido en el reino, defendiéndose a duras penas de sus vecinos, resistieron hasta los tiempos de [33] Alejandro Magno. De ellas, la reina Minitía o Talestris consiguió compartir el lecho con Alejandro durante trece días para engendrar descendencia de él 66 ; después de regresar a su reino, al poco tiempo muere y con ella el pueblo todo de las amazonas.
[5 ] Los escitas, por su parte, habiendo estado ocho años separados de sus esposas e hijos por causa de una tercera expedición a Asia, son recibidos en la patria por una guerra con sus [2] esclavos. Pues las esposas, cansadas de esperar largo tiempo a sus maridos y convencidas de que ya no estaban retenidos por la guerra, sino que habían sido aniquilados, se casaron con los [3] siervos que habían quedado para cuidar los rebaños, los cuales, armados, tratan de alejar de su territorio, como si fueran extranjeros, a los amos que volvían victoriosos. Como su victoria [4] había sido indecisa, los escitas se ven obligados a cambiar el tipo de lucha, recordando que no tenían que luchar con enemigos, sino con siervos y que tenían que vencerlos no con la ley de las armas, sino con su condición de señores; que tenían que llevar a la batalla látigos y no flechas y que, dejando las armas, debían preparar varas y correas y los demás instrumentos que inspiran miedo a los siervos. Aprobada la decisión, preparados [5] todos como se había acordado, después de acercarse al enemigo, levantaron los látigos contra ellos cogiéndolos desprevenidos; y hasta tal punto los perturbaron, que por el temor a los azotes vencieron a quienes no podían vencer con las armas; éstos emprendían la huida no como enemigos derrotados, sino como siervos fugitivos. Cuantos pudieron ser capturados pagaron [6] con la cruz su castigo. Además, las mujeres, que se sentían [7] culpables, pusieron fin a su vida, unas con la espada, otras ahorcándose. Después de esto hubo paz entre los escitas hasta [8] los tiempos del rey Jantiro. Darío, rey de los persas, como se [9] dijo antes, ya que no había conseguido las bodas con su hija, le hizo la guerra e invadió Escitia con setecientos mil hombres [10] armados 67 ; al no darle los enemigos la ocasión de luchar, temiendo que, cortado el puente sobre el Histro 68 , se le cerrase la retirada, después de perder ochenta mil hombres, huyó aterrorizado; esta pérdida, dada la abundancia de sus tropas, no se [11] contabilizó como un perjuicio. Después Darío sometió Asia y [12] Macedonia 69 y también venció a los jonios en una batalla naval 70 . [13] Luego, enterándose de que los atenienses habían llevado a los jonios ayuda contra él, vuelve contra aquellos toda la fuerza de la guerra 71 .
[6 ] Ahora, puesto que se ha llegado a las guerras de los atenienses, que sobrepasaron no sólo la esperanza de su ejecución, sino también la confianza en los resultados, y puesto que los progresos de los atenienses fueron por sus consecuencias más importantes de lo que habían deseado, en pocas palabras [2] debemos referirnos al origen de la ciudad; además, porque no se encumbraron a lo más alto partiendo, como otros pueblos, [3] de un comienzo oscuro. De hecho, sólo ellos se glorían, además [4] de su engrandecimiento, de su origen; pues no dieron origen a la ciudad ni extranjeros ni desechos de un pueblo reunidos de todas partes, sino que nacieron en el mismo suelo que [5] habitan y su patria es también su origen. Fueron los primeros en enseñar a hacer uso de la lana, del aceite y del vino. Enseñaron también a arar y a sembrar el trigo a quienes se alimentaban [6] de bellotas. Sin duda, las letras y la elocuencia y el actual ordenamiento de la organización civil tienen en Atenas [7] por así decir su templo. Antes de los tiempos de Deucalión 72 tuvieron por rey a Cécrope 73 , al que, dado que toda antigüedad es pura fábula, presentan como biforme, ya que fue el primero en unir en matrimonio un varón y una hembra. Le sucedió Cránao 74 , [8] cuya hija Atis dio nombre a la región. Tras él reinó Anfictiónides 75 , [9] que fue el primero en consagrar la ciudad a Minerva 76 y le dio el nombre de Atenas. En su tiempo una [10] inundación cubrió la mayor parte de los pueblos de Grecia. Sobrevivieron [11] aquellos a quienes dieron cobijo los refugios de los montes o quienes escaparon en naves a la corte de Deucalión, rey de Tesalia, por lo que se dice de él que fundó el linaje humano. Después, siguiendo el orden de sucesión, el reino llegó [12] a Erecteo 77 , en cuyo reinado Triptólemo 78 descubrió en Eleusis 79 la siembra del trigo, y en honor de este regalo se dedicaron [13] las sagradas noches de los misterios. También reinó en [14] Atenas Egeo, padre de Teseo, de quien se divorció Medea, porque su hijastro había llegado a la edad adulta, y se retiró a Cólquide [15] con Medo, el hijo tenido de Egeo 80 . Después de Egeo ocupó el trono Teseo y después su hijo Demofoonte 81 , que [16] prestó ayuda a los griegos contra los troyanos. Entre atenienses y dorios 82 había enemistades antiguas a consecuencia de su rivalidad y los dorios, dispuestos a vengarlas con la guerra, consultaron [17] los oráculos sobre el resultado de una contienda. La respuesta fue que vencerían si no mataban al rey de los ate [18] nienses. Cuando se llegó a la guerra, se ordena a los soldados [19] ante todo proteger al rey. En aquella época era rey de los atenienses Codro 83 , quien, conociendo la respuesta del oráculo y también las instrucciones de sus enemigos, cambiando su indumentaria de rey, entra en el campamento enemigo cubierto de [20] harapos, llevando sarmientos en su hombro; allí en medio de un tropel, que le asediaba, es matado por un soldado a quien había herido astutamente con su hoz. Los dorios, tras reconocer el cuerpo del rey, se retiran sin combatir. De este modo los [21] atenienses se libran de una guerra gracias al valor de su general, que se ofreció a la muerte por la salvación de la patria.
Después de Codro no reinó nadie en Atenas, como tributo a [7 ] la memoria de su nombre. La administración del estado se confió [2] cada año a unos magistrados 84 . Pero entonces la ciudad no [3] tenía ley alguna, puesto que se consideraba ley el capricho de los reyes. Por lo tanto es elegido Solón 85 , hombre de reconocida [4] justicia, para que fundara como una nueva ciudad, a la que diera leyes 86 . Éste actuó con tanta moderación en medio de los [5] intereses de la plebe y del senado 87 (puesto que parecía que, si algo hacía en beneficio de un estamento, desagradaría al otro), [6] que recibió igual reconocimiento de parte de ambos. Entre las muchas acciones ilustres de este hombre, fue memorable ésta: [7] entre atenienses y megarenses 88 se había luchado casi hasta el [8] exterminio por la posesión de la isla de Salamina 89 . Después de muchas derrotas llegó a ser un crimen capital en Atenas presentar [9] una ley sobre la reivindicación de la isla. Por tanto Solón, angustiado de ver que con su silencio no velaba bastante por la república, ni por sí mismo si opinaba, finge una repentina locura al amparo de la cual se proponía no sólo hablar de [10] cosas prohibidas, sino también hacerlas. Con aspecto desaliñado [11] corre en público como un loco y, cuando la gente se aglomeró a su alrededor, para mejor disimular su propósito, en verso, en contra de su costumbre, comenzó a aconsejar al pueblo [12] lo que estaba prohibido, y hasta tal punto conquistó el ánimo de todos que enseguida se decretó la guerra contra los megarenses, y la isla, vencidos los enemigos, pasó a poder de los atenienses.
[8 ] Entretanto 90 los megarenses, acordándose de la guerra que habían emprendido contra los atenienses y que habían abandonado, para que no pareciera que habían empuñado las armas en vano, embarcan con la intención de caer de noche sobre las matronas de los atenienses durante los cultos de Eleusis. Conocido [2] su propósito, Pisístrato 91 , general de los atenienses, dispone a la juventud para una emboscada y ordena a las matronas celebrar los ritos sagrados con los acostumbrados gritos y con estrépito, incluso a la llegada de los enemigos, no sea que éstos se den cuenta de que han sido descubiertos; y, cuando los [3] megarenses habían desembarcado, atacándoles de improviso, los aniquiló y, apresada enseguida la flota, mezcladas las mujeres (con los soldados) 92 para dar la impresión de que las matronas habían sido hechas prisioneras, se dirigió a Mégara. Cuando los habitantes reconocieron la forma de sus naves y el [4] botín que habían ido a buscar, corren al puerto a su encuentro, y, después de matarlos, faltó poco para que Pisístrato tomara la ciudad. Los dorios con sus propios engaños dieron así la victoria [5] al enemigo. Pero Pisístrato, como si hubiera conseguido la [6] victoria para su propio provecho y no de la patria, con engaño se convierte en un tirano. Pues, haciéndose azotar en su propia [7] casa voluntariamente, se presenta en público con el cuerpo destrozado y, convocando una asamblea, muestra al pueblo sus [8] heridas, se lamenta de la crueldad de los nobles, de quienes fingía haber recibido estas heridas; añade lágrimas a las palabras [9] y la multitud, crédula, se inflama con su discurso lleno de odio; finge ser odioso al senado por su afecto a la plebe. Consigue [10] para la protección de su persona una escolta de guardaespaldas y, usurpando el poder absoluto por medio de éstos, reinó treinta y tres años.
[9 ] Después de su muerte Diocles 93 , uno de sus dos hijos, que había forzado a una doncella, es matado por el hermano de la [2] muchacha. El otro, llamado Hipias, que tenía el poder del padre, [3] manda apresar al asesino de su hermano, el cual, obligado con torturas a dar los nombres de los cómplices de su crimen, [4] nombró a todos los amigos del tirano; una vez matados éstos, al preguntarle el tirano si todavía quedaban algunos cómplices, contesta que no quedaba nadie cuya muerte deseara más que [5] la del propio tirano. Con estas palabras quedó también vencedor del tirano, además de haber vengado la honra de su hermana. [6] Como el pueblo hubiera recordado su libertad gracias al valor de éste, al fin Hipias es arrojado de su reino al exilio 94 ; [7] marcha junto a los persas y se ofrece como general contra su patria a Darío, que hacía la guerra a los atenienses, como antes [8] se señaló 95 . Así pues los atenienses, habiéndose enterado de la llegada de Darío, pidieron ayuda a los lacedemonios, entonces [9] estado aliado 96 ; cuando vieron que éstos eran retenidos por motivos religiosos durante cuatro días 97 , sin esperar la ayuda, armando a diez mil ciudadanos y a mil auxiliares plateenses, salen a luchar en la llanura de Maratón contra seiscientos mil enemigos 98 . Milcíades era no sólo el general en jefe de esta [10] guerra sino también el responsable de que no se hubieran esperado los refuerzos; tan gran confianza se había apoderado de él, que consideraba que había mejor defensa en la rapidez que en los aliados. Así pues fue grande la presencia de ánimo en [11] aquellos que marcharon a la lucha, hasta el punto que, aunque un frente distaba del otro mil pasos 99 , llegaron ante el enemigo en rápida carrera antes de que lanzaran flechas. Y el éxito acompañó a su audacia, pues se luchó con tanto valor que podía [12] pensarse que de una parte había hombres y de la otra corderos. Los persas, vencidos, huyeron a sus naves, de las que [13] muchas fueron hundidas y muchas apresadas. En esta batalla [14] fue tan grande el valor de cada uno que parecía difícil juzgar de quién era el mérito mayor. Sin embargo entre los demás [15] destacó la gloria del joven Temístocles 100 , en quien ya entonces apareció su disposición para la dignidad de general que llegaría [16] a tener. También fue celebrada con grandes alabanzas por los historiadores la gloria de Cinegiro, soldado ateniense que, después de dar muerte a muchos en la batalla, persiguiendo al [17] enemigo en su huida hacia las naves, con su mano derecha retuvo una nave cargada y no la soltó hasta perder la mano; también [18] entonces, perdida la mano derecha, agarró la nave con su izquierda y, después de haberla perdido igualmente, finalmente retuvo la nave con los dientes. Tan grande fue su valor, que, no [19] fatigado por tantas muertes ni vencido por la pérdida de sus dos manos, reducido finalmente al tronco, y como una fiera [20] rabiosa, luchó con los dientes. En esta batalla y luego en el [21] naufragio los persas perdieron doscientos mil. Hipias, tirano ateniense, responsable e instigador de esta guerra, cayó también pagando su culpa a los dioses vengadores de la patria.
[10 ] Entretanto también Darío, cuando intentaba reanudar la guerra, murió 101 en los preparativos de la misma, dejando [2] muchos hijos tenidos durante su reinado y antes de reinar. De éstos, Ariámenes 102 , el mayor, reclamaba para sí el reino por el privilegio de la edad, derecho que el orden de nacimiento y [3] también la naturaleza dio a los pueblos. De otra parte, Jerjes centraba el litigio no en el orden de nacimiento, sino en la fortuna [4] del mismo; pues Ariámenes había sido sin duda el primer hijo de Darío, pero cuando era un particular, en cambio él era [5] el primer hijo de Darío rey 103 . Por tanto sus hermanos, que habían sido engendrados antes que él, podían reclamar para sí el patrimonio privado que Darío tuviera entonces y no el reino; él era el primero a quien su padre, ya rey y en su reino, había [6] reconocido como hijo. A esto se añadía que Ariámenes había sido engendrado no sólo de padre, sino también de madre de condición hasta entonces privada, además del abuelo [7] materno, que era un particular; él, en cambio, decía, había nacido de madre reina y no había conocido a su padre sino como rey y además había tenido por abuelo materno al rey Ciro, [8] fundador, no heredero, de tan gran reino. Así, aunque el padre hubiese dejado a ambos hermanos con igual derecho, él, sin embargo, estaba delante por derecho de madre y de abuelo. [9] De mutuo acuerdo llevan la discusión, como a un juez de la familia, a su tío paterno Artafernes 104 , quien, después de haber [10] conocido la causa en familia, puso por delante a Jerjes. La disputa fue tan fraternal que ni el vencedor se portó con insolencia ni el vencido se sintió dolido, y justo en el tiempo del litigio se enviaron regalos; además se dieron uno a otro convites, llenos de alegría y no sólo de confianza, y el mismo juicio tuvo lugar sin testigos y sin reproches. Tanta más moderación [11] tenían entonces los hermanos para repartirse los más grandes reinos que ahora para dividirse un pequeño patrimonio. Así [12] pues, Jerjes prosiguió durante cinco años los preparativos de la guerra que su padre había iniciado contra Grecia 105 . Tan [13] pronto como tuvo conocimiento de esto Demarato 106 , rey de los lacedemonios, que estaba desterrado en la corte de Jerjes, más vinculado a la patria después de su huida que al rey después de los favores recibidos, informa a los magistrados espartanos, para que no fueran aplastados por una guerra inesperada, escribiendo todo esto en unas tablillas de madera; las [14] hace ilegibles cubriéndolas con cera, no fuera a ser que el escrito sin esta cobertura lo delatara, o bien la cera reciente dejara al descubierto el engaño, y después las entrega a un siervo leal para que las lleve, con la orden de entregarlas a los magistrados de los espartanos. Una vez llevadas las tablas, se [15] discutió mucho tiempo en Lacedemonia el hecho, puesto que no veían nada escrito y sospechaban que no habían sido enviadas sin razón y pensaban que su contenido sería tanto más [16] importante cuanto más oculto. Mientras los hombres estaban paralizados en conjeturas, la hermana del rey Leónidas 107 [17] descubre la intención de quien lo había escrito. Entonces, quitada la cera, quedan al descubierto los proyectos de guerra. [18] Jerjes había armado ya a setecientos mil hombres de su reino [19] y a trescientos mil aliados, hasta el punto de que se nos ha transmitido no sin razón que su ejército desecó los ríos y que [20] toda Grecia apenas pudo acoger a su ejército. Se dice también que tenía mil doscientas naves de guerra y tres mil de carga 108 . [21] A tan gran ejército le faltó un general. Por lo demás, si se mirara al rey, se alabarían no sus dotes de general, sino sus [22] riquezas, de las que había en su reino tal abundancia que, aun cuando los ríos fueran agotados por aquella multitud, con todo [23] quedaría la opulencia del rey. Por su parte, él fue visto siempre el primero en la huida y el último en la lucha, temeroso en los peligros y fanfarrón cuando no había motivo de temor; [24] en fin, confiando en sus fuerzas antes de probarlas en la guerra, como señor de la misma naturaleza allanaba las montañas, rellenaba los valles, tendía puentes sobre algunos mares y algunos los derivaba por medio de canales para facilidad de la navegación 109 .
[11 ] Su entrada en Grecia fue tan terrible como vergonzosa e ignominiosa [2] su retirada. Pues, habiendo ocupado Leónidas, rey de los espartanos, el desfiladero de las Termópilas 110 con cuatro mil soldados, Jerjes, con desprecio de su escaso número, ordena que emprendan la lucha aquellos cuyos parientes habían caído en la batalla de Maratón. Éstos, mientras quieren [3] vengar a los suyos, fueron las primeras víctimas del desastre; al reemplazarlos después una turba de ineptos, se produce una carnicería mayor. Durante tres días se luchó allí con dolor e indignación [4] de los persas. Al cuarto día, cuando se anunció a [5] Leónidas que la cima estaba ocupada por veinte mil soldados enemigos, exhorta entonces a los aliados a retirarse y a reservarse para momentos mejores de la patria; él con los espartanos tiene que probar suerte, él debe más a la patria que a la [6] vida, pero los demás deben reservarse para la defensa de Grecia. Oída la orden del rey, los otros se retiraron y únicamente [7] se quedaron los lacedemonios. Cuando, al comienzo de esta [8] guerra, habían consultado al oráculo de Delfos, se les había respondido que tenía que caer o el rey de los espartanos o la ciudad. Y por esto el rey Leónidas, en el momento de partir a [9] la guerra, había confortado a los suyos de tal manera, que sabían que marchaba con ánimo dispuesto a morir, y por eso había [10] ocupado el desfiladero, para con unos pocos, o bien vencer con mayor gloria, o bien caer con el menor daño para la república. Así pues, despedidos los aliados, exhortó a los espartanos [11] a recordar que, de cualquier forma que lucharan, debían morir; que evitaran dar la impresión de haber tenido más valor para quedarse que para luchar; no debían esperar a ser rodeados [12] por el enemigo, sino que, mientras la noche ofreciera la oportunidad, debían arrojarse sobre los que estaban seguros y [13] contentos; en ningún lugar, decía, iban ellos a morir como vencedores [14] con más gloria que en el campamento enemigo. No era difícil persuadir de cualquier cosa a quienes ya estaban persuadidos [15] de morir. Enseguida toman las armas y seiscientos hombres irrumpen en un campamento de quinientos mil y al punto se dirigen a la tienda del rey dispuestos a morir con él o, si [16] eran vencidos, justo en su mismo puesto. Se produce un tumulto en todo el campamento. Los espartanos, al no haber encontrado al rey, vagan victoriosos por todo el campamento. Lo destrozan y arrasan todo, como quienes saben que luchan no [17] con la esperanza de la victoria, sino para vengar su muerte. La batalla se prolongó desde el principio de la noche hasta la mayor [18] parte del día. Al final, no vencidos, sino cansados de victoria, cayeron en medio de una gran masa de enemigos abatidos. [19] Jerjes, tras sufrir dos reveses en la lucha por tierra, decidió probar suerte en el mar 111 .
[12 ] Pero Temístocles 112 , general de los atenienses, habiendo advertido que los jonios, por los que ellos habían iniciado la guerra con los persas, habían venido con una escuadra en ayuda [2] del rey, decidió inclinarlos de su parte y, como no tuviera posibilidad de hablar con ellos, manda poner señales adonde iban a acercarse, y escribir sobre unas rocas: «¿qué locura se ha [3] apoderado de vosotros, jonios? ¿qué crimen intentáis? ¿pensáis hacer la guerra a vuestros antiguos fundadores y hace poco también defensores? ¿O es que fundamos vuestras murallas [4] para que hubiera quien destruyera las nuestras? ¿Qué motivo [5] de guerra tendrían con nosotros Darío antes y ahora Jerjes sino éste, que no os abandonamos cuando os rebelasteis? ¿Por qué [6] no pasáis de ese asedio a este campamento vuestro? o, si esto [7] es poco seguro, entablada la lucha, retroceded, ciad y apartaos de la batalla». Antes de la batalla naval Jerjes había enviado [8] cuatro mil soldados a Delfos para saquear el templo de Apolo, justo como si hiciera la guerra no sólo con los griegos, sino [9] también con los dioses inmortales. Este ejército fue destruido [10] en su totalidad por las lluvias y los rayos, para que comprendiera cuán inútiles eran las fuerzas de los hombres contra los dioses. Después incendió Tespias 113 , Platea y Atenas, abandonadas [11] por sus habitantes y, puesto que no podía atacar con las armas a los hombres, incendia sus casas. Pues los atenienses, [12] después de la batalla de Maratón, tras advertirles Temístocles que aquella victoria sobre los persas no sería el final de la guerra, sino motivo de una guerra más encarnizada, construyeron doscientas naves 114 . Así pues, a la llegada de Jerjes, consultaron [13] el oráculo de Delfos, el cual contestó que protegieran su vida con murallas de madera. Convencido Temístocles de que [14] se había referido a la protección en las naves, convence a todos de que la patria son los habitantes y no las murallas, y que el estado se asienta no sobre edificios, sino sobre ciudadanos; [15] que, en consecuencia, sería mejor confiar la salvación a las naves que a la ciudad 115 ; que incluso el dios salía fiador de este [16] parecer. Aprobado el plan, abandonando la ciudad, envían a unas islas apartadas a sus esposas e hijos junto con los objetos [17] de más valor; los hombres embarcan armados. También otras [18] ciudades imitaron el ejemplo de los atenienses. Pues bien, cuando se les había unido toda la flota de los aliados y se habían dispuesto para la batalla naval y habían ocupado el estrecho de Salamina, para que la gran cantidad de enemigos no pudiera cercarlos, entonces surge la discordia entre los jefes de las distintas ciudades. Como querían abandonar la guerra y [19] dispersarse para defender sus intereses, temeroso Temístocles de que sus fuerzas se debilitaran con la retirada de los aliados, comunica a Jerjes por medio de un esclavo fiel que con suma facilidad podía apoderarse de Grecia, reunida en un solo lugar. [20] Y si las ciudades se dispersaban, como ya querían, tendría que [21] perseguirlas una a una con mayor esfuerzo. Con este engaño incita al rey a dar la señal de ataque. También los griegos, sorprendidos por la llegada de los enemigos, reunidos sus efectivos, [22] emprenden la batalla 116 . Entretanto el rey, como un espectador de la lucha, se queda en la playa con parte de las naves. [23] En cambio Artemisia, reina de Halicarnaso 117 , que había llegado en ayuda de Jerjes, luchaba valientemente entre los primeros generales; pues así como en el varón podía verse un temor [24] mujeril, así en esta mujer podía verse una audacia varonil. Cuando la lucha estaba indecisa, los jonios, siguiendo los consejos [25] de Temístocles, comenzaron a retirarse poco a poco de la batalla y su defección debilitó los ánimos de los otros. En consecuencia, [26] los persas, mientras acechan la ocasión de huir, son rechazados e inmediatamente, vencidos en la batalla, se dan a la fuga. En tal desorden son capturadas muchas naves, muchas [27] hundidas; sin embargo, temiendo los más la crueldad del rey no menos que al enemigo, se retiran cada uno a su patria.
Cuando Jerjes estaba debilitado por este desastre y sin saber [13 ] qué decisión adoptar, se presenta Mardonio 118 . Le aconseja que [2] se retire a su reino, para evitar que la noticia de la derrota y su exageración, como suele ocurrir, provocara algún levantamiento; que le deje trescientos mil soldados escogidos de todas las [3] tropas, diciéndole que con este ejército él o sometería a Grecia para gloria del rey o, si el resultado era otro, se retiraría ante el enemigo sin su infamia. Aprobado el plan de Mardonio, se le [4] entrega el ejército; el resto de las tropas, el rey se dispone a llevarlas él en persona a su reino. Pero los griegos, cuando conocieron [5] la retirada del rey, toman la decisión de cortar el puente que éste, como vencedor del mar, había construido en Abido, para que, al cerrarle la retirada, o bien fuera aniquilado con su ejército o bien, ante una situación desesperada, vencido se viera obligado a pedir la paz. Pero Temístocles, temiendo que los [6] enemigos, al cerrárseles la retirada, cambiaran su desesperación en valor y a fuerza de espada dejaran libre el camino que de otra forma les estaba cerrado (repitiendo que en Grecia quedaban bastantes enemigos; que no convenía aumentar su número [7] reteniendo a los otros), puesto que no podía convencer a los demás con sus argumentos, envía ante Jerjes al mismo siervo, le informa del proyecto y le aconseja que apresure la retirada y [8] ocupe antes el paso. Éste, conmocionado por la noticia, confía el ejército a sus generales para que lo conduzcan a su destino; [9] él por su parte se dirige con unos pocos a Abido. Allí, habiendo encontrado el puente roto por los temporales del invierno, temblando [10] de miedo, pasó al otro lado en una barca de pesca. Era algo digno de verse y apropiado para apreciar el destino humano ver, por un asombroso cambio de las cosas, escondido en una pequeña barca a quien poco antes apenas podía contener todo el mar, desprovisto incluso de toda ayuda de sus siervos, a aquél cuyos ejércitos, por su magnitud, eran demasiado pesados [11] para la tierra. Tampoco las tropas de a pie, que había confiado a sus generales, tuvieron una marcha más afortunada, puesto que a la fatiga diaria (en efecto, no hay descanso alguno para quienes [12] tienen miedo) se había añadido también el hambre. Después, la escasez de muchos días había provocado también la peste y morían de manera tan horrible, que los caminos se cubrían de cadáveres, y aves de presa y animales salvajes, atraídos por el aliciente de la comida, seguían al ejército.
[14 ] [2] Entretanto Mardonio en Grecia toma Olinto 119 . Incita además a los atenienses a esperar en la paz y en la amistad del rey, prometiéndoles reconstruir aún más grande su ciudad incendiada. [3] Después de ver que para ellos la libertad no se vende a ningún precio, incendió lo que había empezado a construir y traslada [4] sus tropas a Beocia. Allá también le siguió el ejército de los griegos, que era de cien mil hombres, y allí se entabló batalla 120 . Pero la fortuna del rey no cambió con el cambio de general; [5] pues Mardonio, vencido, huyó con unos pocos como de un naufragio 121 . El campamento, rebosante de la real opulencia, [6] fue tomado; se repartieron el oro de los persas, apoderándose de los griegos por primera vez desde entonces el deseo desmedido de riquezas. Casualmente el mismo día en que las [7] tropas de Mardonio fueron destruidas, se luchó también contra los persas en una batalla naval, en Asia, al pie del monte Mícale 122 . Antes de entrar allí en combate, cuando las flotas estaban [8] una frente a otra, llegó a uno y otro ejército la noticia de que los griegos habían vencido y que las tropas de Mardonio habían sido aniquiladas. Se dice que fue tan grande la velocidad [9] de la noticia que, habiéndose entablado combate en Beocia al amanecer, a mediodía, en tan corto espacio de tiempo, a través de tantos mares y tan gran distancia llegó a Asia la noticia de la victoria 123 . Concluida la guerra, cuando se trataba de las [10] recompensas a los pueblos, por unanimidad se antepuso a los demás el valor de los atenienses. Entre los generales también [11] Temístocles, considerado el primero por el testimonio de las ciudades, aumentó la gloria de su patria 124 .
[15] Entonces los atenienses, crecidos por las recompensas de la guerra y por la gloria, se emplean en levantar de nuevo su [2] ciudad. Habiendo trazado un perímetro mayor para las murallas, comenzaron a levantar sospechas entre los lacedemonios, que consideraban cuánto poder daría la fortificación de la ciudad a quienes tanto había dado la destrucción de la misma. [3] Por tanto envían embajadores para advertirles que no construyan bastiones y refugios para los enemigos en una futura [4] guerra. Cuando Temístocles vio que envidiaban las expectativas de su ciudad, pensando que no había que obrar bruscamente, respondió a los embajadores que irían a Lacedemonia [5] quienes deliberaran junto con ellos sobre aquel asunto. Despedidos de esta forma los espartanos, exhorta a los suyos a [6] que aceleren la obra. Después de algún tiempo marcha él mismo en la embajada y, unas veces fingiendo una enfermedad durante el viaje, otras acusando la lentitud de sus colegas, sin los que no podía hacerse nada conforme a derecho, aplazaba la embajada día tras día y buscaba tiempo para terminar la [7] obra; entretanto, se anuncia a los espartanos que la obra en Atenas se acelera, por lo que de nuevo envían embajadores [8] para verificar la noticia. Entonces Temístocles a través de un siervo escribe a los magistrados de los atenienses que encadenen a los embajadores y que los retengan como rehenes, para [9] que no se tome con él una decisión demasiado dura. Después llega a la asamblea de los lacedemonios, manifiesta que Atenas está bien fortificada y que puede ya resistir un ataque no [10] sólo con las armas sino también con las murallas; si por esto decidían sobre su persona algo demasiado cruel, para el caso sus embajadores estaban retenidos en Atenas como rehenes. [11] Después les reprochó duramente que buscasen el poder no por medio de su valor, sino por medio de la debilidad de sus [12] aliados. Después de haberle dejado partir así, es recibido por sus conciudadanos como si hubiese vencido a los espartanos. Después de esto los espartanos, para que sus fuerzas no se debilitaran [13] por el ocio y para vengar la guerra llevada dos veces por los persas contra Grecia, toman la iniciativa de devastar el territorio de éstos. Como general de su ejército y del de sus [14] aliados eligen a Pausanias, quien, aspirando al reino de Grecia en vez del cargo de general, pacta con Jerjes, como recompensa a su traición, las bodas con la hija de éste, tras haberle devuelto los prisioneros para vincular la palabra del rey con algún favor. Escribe además a Jerjes diciéndole que matara [15] a todos los embajadores que le enviara, para que la cosa no fuera descubierta por la locuacidad de los hombres. Pero [16] Aristides, general de los atenienses y aliado en la guerra, obstaculizando los intentos de su colega, al tiempo que tomaba sabias medidas sobre el asunto, rompió los planes de traición. No mucho después, Pausanias es acusado y condenado 125 . Así pues, viendo Jerjes que se había hecho público el intento [17] de traición, de nuevo emprende la guerra. Por su parte los [18] griegos nombran general a Cimón el ateniense, hijo de aquel Milcíades 126 a cuyas órdenes se luchó en Maratón, joven cuya futura grandeza revelaron sus muestras de piedad filial; pues cuando su padre, que había sido encarcelado por una [19] acusación de malversación, murió en la cárcel, asumiendo la prisión en su lugar, lo rescató para que recibiera sepultura. Y [20] no traicionó en la guerra la opinión de los que le habían escogido, pues no inferior en valor a su padre, obligó a Jerjes a retirarse asustado a su reino, tras haberlo vencido en una guerra por tierra y por mar 127 .
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50 Los partos se establecieron al sudeste del mar Caspio (Partia), entre Hircania, Margiana, Drangiana, Media y Carmania. Partia formó parte del imperio persa desde el 540 a. C., fue conquistada por Alejandro en el 331 a. C. y hacia el 250 a. C. se convirtió en un reino independiente con Ársaces, jefe de una de sus tribus nómadas. La capital de Partia fue Dara, y más tarde Hecatómpilos, «La ciudad de las cien puertas» (cf. XLI y XLII).
51 El lago Meotis es el mar de Azov. Para «mar Póntico» cf. n. 9. El mar Egipcio es el Mediterráneo oriental.
52 Es difícil identificarlos, ya que los griegos daban este nombre a distintas montañas de Europa (Pirineos, Alpes). Desde el s. I d. C. designaban una cadena montañosa al norte de la Sarmacia europea (llanura entre la Germania y el Caspio), paralelamente a la costa del mar Suébico (Báltico) y habitada por los legendarios Hiperbóreos. Tal vez podría identificarse con los Urales.
53 Río de la Cólquide (región en la costa oriental del mar Negro) que, bajando del Cáucaso, desembocaba en el mar Negro. Era considerado por los antiguos el límite entre Asia y Europa. No sabemos con qué río podría identificarse hoy. El mito cuenta que Fasis, habiendo sorprendido a su madre en adulterio, la mató y que después, puesto que las Erinias lo perseguían, se arrojó al río Arturo, desde entonces llamado Fasis. Dio nombre al «faisán», porque de allí proceden estas aves.
54 Según HERÓDOTO (IV 19), el territorio de los escitas no tenía árboles, salvo la región llamada Hilea («boscosa»), situada al norte de Escitia propiamente dicha.
55 En 514-513 a. C., Darío I atraviesa el Bósforo, penetra en Tracia, remonta el Danubio y, sin encontrar resistencia, persigue a los escitas. Pero éstos infligieron grandes pérdidas al ejército de Darío, que tuvo que retirarse por falta de provisiones (cf. II 5, 9-12).
56 Se invierte el orden cronológico. Se trata de la expedición de Ciro el Grande contra los maságetas en el 530-529 a. C., anterior, pues, a las pérdidas que infligieron a Darío I.
57 Lugarteniente de Alejandro Magno en Tracia. En 325 a. C. remontó el Danubio hasta el Dniéper con treinta mil hombres, pero encontró la muerte en la empresa (cf. XII 2, 16 y XXXVII 3, 2).
58 Capadocia era una extensa región del Asia Menor, entre Cilicia, Frigia y el Ponto, con capital en Mazaca, la Cesarea de los romanos (hoy Kayseri). Aquí se refiere a Capadocia Póntica, esto es, la parte de la costa sur del mar Negro, al este del promontorio de Sinope. El río Termodonte (hoy el Terme) desemboca en el mar Negro; casi en su desembocadura está situada la ciudad de Temiscira.
59 Según algunos, las amazonas se unían una vez al año con los gargarenos, pueblo escita del Cáucaso nororiental. Según Trogo, los vecinos a quienes se unían las amazonas ocasionalmente eran los albanos (cf. XLII 3, 7).
60 El término amazonas vendría del griego a-mazós «sin mama» o «de seno robusto», según se entienda a- como privativa o intensiva respectivamente. Hay quienes lo relacionan con el término caucásico maza «luna», por lo que amazonas significaría «sacerdotisas de la luna». Algunas fuentes hacen descender a las amazonas de Ares (Marte) y la ninfa Harmonía (cf. 4, 13). Se ha pensado también que se trata de una población pregriega con una sociedad matriarcal.
61 Según el mito, fundaron también Cime, Esmirna (ciudades de Asia Menor, en la Eólide) y Mitilene (en la isla de Lesbos).
62 Se trata de Euristeo, rey de Tirinto, Micenas y Midea, quien impuso a Hércules doce «trabajos», uno de los cuales es el aquí referido (cf. Pref. 2, n. 2). En cuanto a Martesia sólo conocemos el nombre. Oritía, llamada Sinope en OROSIO (I 15, 6), era hermana de Hipólita, Antíope y Melanipe (cf. 4, 23).
63 Es el héroe del Ática por antonomasia. Según una tradición, Teseo había nacido de la unión de Egeo (rey de Atenas) y de Etra, hija del rey de Trecén, pero, en realidad, era hijo de Posidón, quien había violado a Etra la misma noche en que se unió a Egeo. Llevó a cabo la unificación política (sinecismo) del Ática, dividió la sociedad en tres clases: nobles, artesanos y agricultores, reorganizó los Juegos Ístmicos en honor de Posidón. y creó el Areópago.
64 Hipólito, que había heredado de su madre Hipólita la pasión por la caza, veneraba a Ártemis y despreciaba a Afrodita, quien se vengó suscitando en Fedra, madrastra de Hipólito, una viva pasión por el joven. Éste rechazó el incesto con su madrastra, quien lo calumnió ante Teseo y por ello fue maldito por su padre y murió.
65 Pentesilea, hija de Ares y Otrere (la Oritía de Justino), a la muerte de Héctor, acudió en ayuda de Príamo, enfrentándose a Aquiles, que la hirió mortalmente. De los reyes Sagilo y Panaságoro sólo conocemos el nombre.
66 Este encuentro tuvo lugar en el 330 a. C. (cf. XII 3, 5-7). OROSIO (III 18, 5) habla de Halestris y Minotea.
67 La expedición de Darío tuvo lugar en el 514-513 a. C. Para Jantiro cf. HERÓDOTO IV 76, 120, 126, donde aparece como Idantirso.
68 Hoy Danubio.
69 Se alude aquí a la campaña que en el 512 a. C., y por orden de Darío, lleva a cabo Megabazo, conquistando la costa meridional de Tracia y sometiendo a Amintas I, rey de Macedonia. Asia estaba ya bajo el dominio persa.
70 Parece que se trata de la batalla naval de Lade (494 a. C.), que puso fin a la rebelión de Jonia, iniciada por Aristágoras, tirano de Mileto.
71 Atenas y Eretria participaron en el ataque a Sardes en el año 499 a. C.
72 Deucalión, hijo de Prometeo, y su esposa Pirra fueron los únicos que se salvaron del diluvio que Zeus envió contra los hombres del bronce. Recibieron el mandato de repoblar la tierra arrojando a su espalda piedras («los huesos de su madre», según el oráculo). De las que arrojó Deucalión nacieron hombres y de las que arrojó Pirra nacieron mujeres.
73 Es el primero de los reyes míticos de Ática y nació de su mismo suelo, que desde entonces se llamó Cecropea. Cécrope tenía una doble naturaleza: la parte superior de hombre y la inferior de serpiente. Fue un rey pacífico y, a veces, se le atribuye la invención de la escritura.
74 Reinó después de Cécrope. En su reinado Atenas se llamó Cránae y después al país se le llamó Ática, del nombre de su hija Atis. Fue arrojado de su tierra por su yerno Anfictión, uno de los hijos de Deucalión.
75 Anfictión (en el texto Anfictiónides), tras diez años de reinado, fue expulsado por Erictonio. Se le considera el introductor del culto de Dioniso en Ática y, a veces, se le atribuye la fundación de la Anfictionía (asociación religiosa que reunía periódicamente enviados de todas las ciudades griegas).
76 Nombre romano de Atenea.
77 Según la leyenda más antigua, Erecteo/Erictonio era hijo de Hefesto y Atis. Expulsó a Anfictión, que reinaba en Atenas, y se le atribuye la institución de los misterios de Eleusis.
78 Triptólemo es el héroe eleusino por excelencia. En recompensa por la hospitalidad que sus padres habían ofrecido a Deméter en Eleusis, la diosa le dio un carro tirado por dragones para que fuera por toda la tierra sembrando el trigo. Se le atribuía la institución de las Tesmoforias (fiestas en honor de Deméter).
79 Eleusis/Eleusino es el héroe epónimo de la ciudad de Eleusis. Según algunas tradiciones, era hijo de Hermes y de Daíra y estuvo casado con Cotona, de la que nació Triptólemo. La ciudad de Eleusis era un suburbio del Ática, no lejos de Atenas. Los misterios eleusinos eran unas ceremonias religiosas que daban a los iniciados la certeza en una vida mejor después de la muerte. Las divinidades titulares de los misterios eran Deméter y su hija Perséfone.
80 Según la tradición mítica, después de su unión con Etra, de la que nació Teseo (cf. n. 63), Egeo casó con Medea, hija de Eetes. rey de la Cólquide, y de esta unión nació Medo. Cuando Teseo marchó a Atenas para que Egeo lo reconociera como hijo, Medea quiso deshacerse de él, engañando a Egeo, pero éste lo reconoció como tal y Medea tuvo que huir a Cólquide con su hijo Medo. Más tarde Egeo se arrojó al mar (llamado desde entonces Egeo), creyendo que había perdido a su hijo Teseo en su expedición contra el Minotauro.
81 Demofoonte, según la leyenda, era hijo de Teseo y tomó parte en la guerra de Troya (1194? a 1184? a. C.) para liberar a su abuela Etra, esclava de Hélena.
82 Los dorios, a quienes la tradición hacía descedientes de Doro, hijo de Héleno, constituyeron el más importante movimiento de penetración en Grecia procedente del norte. Se extendieron desde el Parnaso (Grecia Central) e invadieron Argólide, Laconia y Mesenia, donde se había asentado la cultura micenia, que con esta invasión comenzó su declive.
83 Según la tradición más extendida, Codro, hijo de Melanto de Pilos, fue el último rey de Atenas (s. XI a. C.). La lista de los reyes atenienses, seguida por Trogo, y reducida por Justino, puede ser: Cécrope, Cránao, Anfictión, Erictonio, Pandión, Egeo, Teseo, Demofoonte, Melanto y Codro.
84 Al rey sucedió una serie de siete arcontes (del griego árkhōn, «jefe», magistrados que ejercían el gobierno de la ciudad) elegidos primero (1038-753 a. C.) vitaliciamente y después (752-682 a. C) por diez años. A partir del 682 a. C. se instituye un colegio anual de nueve arcontes, se nombra un polemarco. que asumía el mando militar, se crea el Consejo del Areópago, que vigilaba la elección de los arcontes y se crea la comisión de los Tesmotetes, que vigilarán las leyes (cf. ARISTÓTELES , Constitución de los atenienses 3). Las reformas de Solón (principios del s. vi a. C.) convirtieron el arcontado en un privilegio de los más ricos y en el 477 a. C. Arístides lo hizo accesible a todos.
85 Solón, hijo de Execéstides. nacido alrededor del 630 a. C., es considerado el padre de la democracia ateniense, ya que con sus reformas hasta los más pobres pudieron tener participación en la vida pública. Fue elegido arconte para el año 594-593 a. C., como árbitro en las disensiones entre pueblo y nobleza y para reordenar la constitución del estado. Anuló las hipotecas sobre la persona de los ciudadanos, abolió la esclavitud por deudas y favoreció la parcelación del suelo; distribuyó a los ciudadanos, según sus ingresos, en cinco clases, obligadas a prestaciones fiscales y militares y con derecho a ser elegidos para las magistraturas. Creó tribunales populares, de los que podían formar parte todos los ciudadanos. Creó la ekklēsía. asamblea que controlaba el ejercicio del poder por parte de los magistrados, y un Consejo de cuatrocientos miembros de entre los más ricos, que en parte asumió funciones del Areópago.
86 El primer código legal, fundamentalmente penal, es anterior a Solón y fue obra de Dracón, nombrado hacia el 624 a. C. legislador extraordinario para la revisión de la constitución y las leyes, con el fin de alejar intentos de tiranía como el de Cinón en el 630 a. C. Su código fue famoso por su severidad y desde entonces es proverbial la expresión «leyes draconianas» para aludir a leyes excesivamente severas.
87 El epitomador utiliza a lo largo de toda la obra nombres romanos para instituciones griegas y de otros pueblos. Aquí se refiere a la boulḗ «consejo de los cuatrocientos».
88 Mégara está situada al oeste de Atenas sobre una colina del istmo que une Ática y el Peloponeso. Probablemente perteneció al Ática, de la que fue separada a consecuencia de la invasión doria.
89 Isla situada en el golfo de Egina, al oeste de El Pireo. Hacia el 600 a. C. Salamina había pasado a los megarenses. Parece que en el 565 a. C. los atenienses, en una empresa dirigida por Pisístrato, la reconquistaron definitivamente.
90 La acción de Solón sobre Salamina tuvo lugar en el 612 a. C. y la intervención de Pisístrato en el 565 a. C. El «entretanto» del comienzo sólo es uno de esos elementos de unión de que hablábamos en la Introducción (cf. n. 13).
91 Pisístrato (600-527 a. C.), gobernó en Atenas, con uno o tal vez dos paréntesis de destierro, desde el 561 al 528 a. C. Mantuvo lo esencial de las reformas de Solón, con algunas novedades: nombró los altos cargos, desarmó a los ciudadanos y estableció la imposición fiscal directa. Supo aprovecharse de las disensiones entre sus enemigos. Bajo su tiranía se creó la primera biblioteca pública y Atenas conoció una etapa de esplendor.
92 El texto marcado entre paréntesis angulares es una adición de KLOTZ .
93 Se trata de un error de Justino, ya que el hijo menor de Pisístrato, al que aquí se alude, se llamaba Hiparco. Éste fue asesinado por venganza en el 514/3 a. C. por dos jóvenes nobles: Harmodio y Aristogitón.
94 Hipias en el 511-10 a. C. pidió ayuda a los espartanos para sostener su tiranía, pero fueron precisamente éstos quienes precipitaron su caída, ya que perseguían una política antitiránica y filooligárquica.
95 Cf. II 5, 13.
96 La expedición persa (primavera del 490 a. C.). estaba mandada no por Darío I, sino por Datis y por Artafernes (Tisafernes en el Prólogo ). En agosto-septiembre de ese año. a unos 42 km. al nordeste de Atenas, en la bahía de Maratón, los persas fueron derrotados por los atenienses mandados por el polemarco Calimaco y por Milcíades. Un año antes Atenas se había aliado a Esparta por iniciativa del estratego Milcíades.
97 Ya que querían empezar la expedición al final del plenilunio.
98 La cifra de seiscientos mil persas carece de valor histórico. Las fuentes coinciden en que en campo de batalla hubo diez mil griegos, de los que mil eran aliados plateenses.
99 Esto es, 1.472 metros.
100 Temístocles había sido ya arconte en el 493/2 a. C.
101 En el 486 a. C.
102 Que cayó combatiendo en Salamina.
103 Darío I empezó a reinar en el 522 a. C. y Jerjes. el mayor de los cuatro hijos que había tenido de Atosa, debió nacer hacia el 519 a. C.
104 Artafernes, sátrapa de Sardes, era hermano de Darío I y padre del Artafernes visto al frente de la primera expedición contra Grecia (cf. 9). Jerjes reinó del 486 al 465/4 a. C.
105 Según HERÓDOTO (V 20), desde la primavera del 484 a la primavera del 480 a. C.
106 Rey de Esparta desde el 515 a. C. hasta el 491 a. C., en que fue destronado por su colega Cleómenes I. Se refugió en Pérgamo y disuadió a Jerjes de su campaña contra Grecia (Segunda Guerra Médica), que resultó desgraciada (cf. HERÓDOTO VII, 239).
107 HERÓDOTO habla de Gorgo, mujer del rey Leónidas, el cual en el 488 a. C. había sucedido a su cuñado Cleómenes I y que moriría en las Termópilas en agosto del año 480 a. C.
108 Los manuscritos dan decies centum milium «un millón», corregido por RÜHL basándose en OROSIO (II 9, 2) y aceptado por SEEL .
109 Jerjes hizo construir dos puentes sobre el Helesponto o mar de Hele (hoy estrecho de los Dardanelos), que une el Egeo y la Propóntide (hoy mar de Mármara). Abrió también un canal en el istmo del monte Atos.
110 El paso de Tesalia a la Grecia Central, entre el monte Eta y el golfo de Malia, se llamaba Termópilas, en griego «puertas calientes», por los manantiales termales de sus proximidades. Los espartanos, que esperaban allí a los persas, fueron sorprendidos por la retaguardia, pero resistieron hasta el fin, como recuerda una inscripción en aquel lugar: «Caminante, ve a decir a Esparta que hemos muerto aquí por obedecer sus leyes».
111 Casi al mismo tiempo que se libraba la batalla de las Termópilas (480 a. C.) la flota griega que defendía el estrecho entre la isla de Eubea y el continente y que estaba mandada por Euribíades y Temístocles se enfrentaba a los persas, a las órdenes de Jerjes, no lejos del cabo Artemisio, al norte de la isla.
112 Temístocles (525?-460? a. C.), que se había destacado en la batalla de Maratón (490 a. C.), era partidario de una política de expansión por mar (cf. HERÓDOTO VII 114; ARISTÓTELES , Constitución de los atenienses 22, 7). En el 480 a. C., Temístocles consiguió aglutinar a todos los helenos contra la invasión de Jerjes. Temístocles se hizo odioso por su fasto y sus exacciones en el Egeo. Fue condenado al ostracismo en 472/1 a. C. Después de Argos y Corcira, recabó finalmente la protección de Artajerjes, que le concedió Magnesia, Lámpsaco y Miunte.
113 En el texto latino tenemos Thespiades, en lugar de Thespias. Tespias y Platea son ciudades de Beocia, en la Grecia central.
114 En el 480 a. C. Atenas fue evacuada y sus mujeres, niños, esclavos y bienes muebles fueron trasladados a Salamina, o a Egina (isla en el golfo Sarónico), o a Trecén, ciudad de la Argólida. Los hombres válidos para la lucha fueron embarcados en naves de guerra. La noticia de los preparativos persas había llevado a Temístocles a acelerar la construcción de una flota, ya iniciada al reanudarse la lucha con Egina.
115 El oráculo de Delfos (cf. HERÓDOTO VII 141) debía referirse a la empalizada que rodeaba la Acrópolis. Temístocles debió forzar la interpretación del vaticinio.
116 El espartano Euribíades acabó aceptando el plan de Temístocles. La batalla tuvo lugar, como éste quería, en el estrecho de Salamina (480 a. C.), entre la costa ática del monte Egáleo, el islote de Psitalea y la península de Cinosura.
117 Artemisia I, hija de Lígdamo de Halicarnaso, asumió la soberanía de Halicarnaso como regente de su hijo Pisindelis.
118 Hijo de Gobrias y yerno de Darío (cf. I 9, 22), sucedió a Artafernes en Sardes (492 a. C.) y restableció la democracia en las ciudades de Jonia. Atacó a los griegos de Europa, pero fue derrotado cerca del monte Atos. En el 479 a. C. ocupó Beocia y Ática, pero la intervención de los espartanos lo obligó a retirarse a Beocia.
119 Ciudad de Calcídica, que, según HERÓDOTO (VIII 127), fue conquistada por Artabazo, cuando éste marchaba a reunirse con Mardonio.
120 La batalla tuvo lugar en Platea, en agosto del 479 a. C. Las cifras que nos dan las fuentes parecen exageradas.
121 Según todas las fuentes, salvo CTESIAS (Pérsicas 25), Mardonio murió en el campo de batalla y fue Artabazo quien huyó a Asia herido.
122 Es conjetura de BONGARS . Es un promontorio del Asia Menor, frente a la isla de Samos.
123 En el texto se omite que, después, la escuadra griega, dirigiéndose hacia los Dardanelos, ocupó la ciudad de Sesto (primavera del 478 a. C.), con lo que se considera concluido el período de la guerra persa.
124 Las fuentes discrepan al respecto: HERÓDOTO (VIII 93 y 123-124) y PLUTARCO (Vida de Temístocles 17) dicen que la primacía se otorgó a Egina. También HERÓDOTO (VIII 123) dice que todos los jefes se colocaron a sí mismos en el primer puesto y a Temístocles en el segundo. Según ÉFORO y DIODORO , el primer puesto fue para Aminias, hermano de Esquilo.
125 Pausanias era hijo de Cleómbroto, de la familia de los Ágidas. En el 477 a. C., al frente de la flota aliada, ocupó Chipre y Bizancio, estableciéndose como tirano de esta última ciudad, de donde Atenas logró expulsarlo. Reclamado por los éforos, regresó a Esparta, donde, convicto de haber pactado con los persas, fue emparedado. Le sucedió el navarco espartano Dorcis.
126 Su padre Milcíades había sido condenado a una multa por el fracaso de su expedición contra Paros (489 a. C.). Murió a consecuencia de unas heridas recibidas en la expedición.
127 En el 477 a. C. los atenienses habían constituido una liga con centro en Delos, una de las islas Cícladas. A ella se adhirieron la mayor parte de las ciudades costeras del Asia Menor, de las Cícladas, de Eubea y de Calcídica. Cimón, que había asumido el mando de la flota en calidad de estratego en el 476 a. C., obtuvo una gran victoria contra los persas en Eurimedonte, en el 468 a. C.