Читать книгу Epítome de las Historias filipícas de Pompeyo Trogo. Prólogos. Fragmentos. - Justino - Страница 8
2. Obra
ОглавлениеEl Epítome de Justino.– Justino, al referirse a su obra en el prefacio, habla de lo que pretende con ella y de su método de trabajo: «seleccioné (cf. Prefacio: excerpsi) –dice– los hechos más dignos de conocimiento, después de omitir aquellos que ni era agradable conocer ni eran necesarios como ejemplo… para que quienes los habían conocido en griego tuvieran con qué recordarlos y quienes no los habían conocido con qué aprenderlos» 9 . Su propósito es deleitar e instruir, su técnica, la que Forni 10 llama excerptoria y su método de trabajo el epítome, distinto, según algunos, del breuiarium, pues mientras aquél omite partes de la narración y la resume sin refundirla, éste, por el contrario, abrevia la historia sin añadir ni suprimir nada.
La comparación del Epítome con los llamados Prólogos nos permite saber que el número de temas tratado por Justino es aproximadamente la mitad de los tratados por Trogo y conocer con bastante seguridad qué partes del original troguiano han sido omitidas por Justino en su resumen: omite sobre todo digresiones, referencias cronológicas y onomásticas, genealogías de monarcas, sobrenombres de reyes, topónimos de batallas; omite situs y origines de pueblos, aquellos que no interesaban a sus contemporáneos, según Alonso Núñez 11 ; y omite también partes importantes de la secuencia narrativa, con lo cual desaparece a menudo la causalidad histórica que, por lo que se dice en el prefacio 12 , suponemos en el original. Para unir los argumentos seleccionados, entre los que a menudo median numerosos sucesos, Justino utiliza con frecuencia expresiones-puente 13 , recurriendo también, a menudo, a la yuxtaposición de palabras o frases del original que permiten seguir la narración histórica.
El resultado de este método de trabajo es una obra en 44 libros, tantos como tenía el original, según el propio Justino, pero de menor extensión, un quinto del original según Forni, la décima parte según Seel 14 . Justino ha seleccionado los argumentos de cada uno de los libros en función de los intereses que animaban su proyecto y en consecuencia la extensión de éstos no es uniforme (en el Epítome hay libros con dieciséis capítulos junto a otros con dos solamente; caso del libro XL 15 ), como ocurría en la antigüedad, pues la extensión del libro venía a coincidir con la del rollo de papiro, el uolumen. El resultado de su método de trabajo es un resumen con una fisonomía distinta de la del original, un resumen desigual y desequilibrado, no sólo en lo que se refiere a los distintos libros, sino también en lo que atañe al conjunto de la obra, pues la segunda mitad ha quedado más reducida que la primera. Las intervenciones personales del epitomador, según se cree, bastante escasas, han producido una obra igualmente desequilibrada en el dominio de la gramática y la estilística, resultando un texto híbrido desde los puntos de vista léxico, sintáctico y estilístico. En efecto, la comparación del texto de Justino con los correspondientes prólogos así como con pasajes de autores de los que se tiene la seguridad o al menos la sospecha de que se remontan a Trogo, aunque sea indirectamente, pone de manifiesto que Justino en muchos pasajes reproduce el original con bastante fidelidad tanto en lo que se refiere al contenido como en lo que se refiere a la expresión y que su texto es bastante cercano y, a veces, idéntico al original troguiano 16 . Según O. Seel 17 se pueden observar en general en el Epítome rasgos de lengua postclásica y de estilo agudo, antitético y pretacitiano, en lo que sería el texto de Trogo. En estos casos la prosa de Justino, que, en opinión de Castiglioni 18 , tiene rasgos literarios sólo cuando se mantiene cerca de su modelo, es comparable a la de Salustio y Livio, como ya lo vieron los antiguos; pero junto a esto, cuando Justino une las partes del original que ha seleccionado tenemos un texto mediocre y pedestre, en una prosa con sombras de barbarismo, según O. Seel, y que, al parecer, debe atribuirse al autor del Epítome. Resultado de la técnica excerptoria y de las omisiones que impone es un texto, a veces oscuro y falto de coherencia, en ocasiones confuso y erróneo, y en algunos pasajes sumario. En efecto, al haberse eliminado el sobrenombre que en el original debía distinguir los nombres de los reyes de las distintas dinastías, resulta con frecuencia difícil distinguir a los distintos Antígonos, Alejandros, Pirros, Demetrios, Tolomeos, Seleucos, etc. del relato y, en consecuencia seguir la narración. Parece que también son atribuibles a Justino confusiones de importancia como la que se da entre Mitrídates II el Grande y Mitrídates III, al haber omitido los reyes que hubo entre ambos, o entre Amílcar y Aníbal, o entre Éumenes y Átalo II, tío de Átalo III, aunque podría pensarse también que estas confusiones se daban ya en el original 19 . Llaman nuestra atención errores tales como cuando se dice que Antípatro fue sitiado en Heraclea en lugar de Lamia o cuando se dice que Bizancio fue fundada por Pausanias y no por los megarenses, sus verdaderos fundadores 20 . A menudo la narración adopta un tono apresurado y sumario, fácilmente detectable en frecuentes y vagas referencias 21 . Se percibe una tendencia a abreviar sucesos y cambios políticos, descripciones de batallas y de personajes, mientras se observa lo contrario cuando se narran intrigas, horrores y crímenes. El autor se complace en reflexiones psicológicas, selecciona los argumentos de la narración desde una óptica moralizadora, se interesa más por lo significativo que por lo que es esencial. Se piensa que Justino no tenía formación de historiador y, en consecuencia, carecía de una concepción de la historia y de interés por la misma. Frente a esta creencia bastante general llama la atención la tesis de L. Franga 22 de que Justino –que elimina de la narración numerosos personajes para poder condensar el original– descubre un nuevo personaje a la muerte de Filipo: Roma, cuya historia pasaría a ser el eje fundamental de la narración de Justino. Esta pretendida aportación personal de Justino a la obra de Trogo en el plano ideológico, además de exagerada, parece de escaso fundamento, pues no se deduce esto del texto, además de que ante todo habría que saber, como ya hemos dicho, cuánto del epítome es de Trogo y cuánto corresponde a Justino. Se piensa hoy que las intervenciones personales de éste en la narración son escasas, de lo cual podemos felicitarnos, pues gracias a ello la fidelidad al original en grandes partes del texto está garantizada. Así pues la técnica de resumen empleada por Justino ha permitido, como dice Goodyear 23 , que un conjunto de excerpta, «fragmentos», de la obra de Trogo llegue a nosotros. Es muy probable que Justino siguiera, en general, el plan de la obra de Trogo y su narración y es además bastante seguro que sigue líneas del original troguiano cuando se refiere a pueblos bárbaros de la antigüedad como los escitas, o cuando muestra interés por la historia de Sicilia y de Grecia, que reflejan el filohelenismo de Trogo, o cuando pone fin al imperio macedónico con la derrota de Pidna, rasgos estos comunes a la historiografía helenística. En los seis primeros libros de la obra se narra la historia de asirios, medos, persas y griegos, pueblos que con el tiempo cayeron bajo el dominio de Macedonia; la historia de Macedonia se cuenta a lo largo de los libros VII a XXXIII, dedicándose seis de ellos a las res gestae de Filipo II y de su hijo Alejandro Magno; en los libros XXXIV a XL se cuenta la progresiva desaparición de las dinastías que salieron del imperio macedónico; los cuatro últimos libros se refieren a Roma y Partia, las dos potencias que en época del autor se repartían el mundo. El XLI y XLII se dedican al imperio de los partos, el XLIII a pueblos de Occidente como los itálicos, lígures, masaliotas y también a los romanos, a quienes se consagran sólo dos capítulos de los cinco que tiene el libro. El último libro se dedica a Hispania, cerrando la obra.
La lengua del Epítome , como hemos dicho, es en conjunto correcta, si bien llama la atención el abundante empleo del cum histórico, del infinitivo histórico, del indicativo por subjuntivo en oratio obliqua, de preposiciones y conjunciones en el ablativo absoluto. Su sintaxis, simple y sin ninguna variedad, origina continuas repeticiones. Desde el punto de vista del estilo, la lengua del Epítome recurre con profusión a artificios retóricos y efectos poéticos, incluso con ecos virgilianos, y en ella se observa un cierto cuidado en la construcción rítmica de los finales de frase.
En opinión de Franga 24 , Justino, como antes Veleyo Patérculo (s. I d. C.) y Floro (s. II d. C.), y después Aurelio Victor (s. IV ), da al epítome una cierta autonomía estética, al concentrar en él rasgos específicos. Justino se aparta del modelo-tipo de epítome del s. I a. C. y I d. C., cuyo fin, de naturaleza técnica, consiste en resumir la historia a lo esencial. Estos eran resúmenes cronológicos, que después volveremos a encontrar en Eutropio (s. IV d. C.). Justino, con Veleyo Patérculo y Floro, representa una primera etapa en la evolución de estructuras dentro del género. Y en cuanto al estilo, la expresión narrativa de Justino, lo mismo que la de Floro y Aurelio Victor, representa una forma de epítome más avanzado frente a autores posteriores como Eutropio (s. IV d. C.). También, según Franga, se da una íntima relación, en el nivel de la estructura profunda, entre el modelo literario de epítome de Justino y el de Veleyo Patérculo y Floro.
Valor histórico del Epítome.– Podemos decir, en principio, que el valor de la información que nos transmite Justino es tanto mayor cuanto más reducido es el número de fuentes a que podemos acudir para conocer esa información. Esto, en general, ocurre en la segunda parte del Epítome, pues las otras fuentes literarias para los sucesos aquí contados son lagunosas y discontinuas, mientras que Justino nos proporciona, a pesar de sus intervenciones personales, a menudo comprometedoras para el valor histórico de la obra de Trogo, un relato ininterrumpido y coherente. Existe, pues, la opinión de que Justino nos ha conservado un relato, en general, de gran valor histórico.
A pesar de encontrarse en otras fuentes literarias, es de gran interés la narración sobre el sueño y muerte de Cambises y el golpe de estado de los magos (I); la historia de los escitas y las distintas tradiciones sobre el origen de las amazonas, la historia antigua de Atenas, las hazañas de Temístocles en Maratón, la información sobre las fuerzas griegas, las razones de Milcíades para atacar a los persas (II). Menos importante es el relato sobre Pirro en Italia y en Sicilia (XVIII, XXIII, XXV); sobre Dionisio el Viejo (XX); sobre Dionisio el Joven (XXI). Es importante para las noticias sobre las relaciones entre Demetrio I y Orofernes de Capadocia (XXXV). Son de interés, por ser lagunosas las otras fuentes, las digresiones sobre el origen de Cirene (XIII); las noticias sobre India (XV); la historia de Heraclea (XVI); las vicisitudes de la guerra entre Lisímaco y Seleuco y la historia del Epiro (XVII). Digno de atención en lo referente a Agatocles (XXII y XXIII); a las leyendas sobre los orígenes de Roma (XLIII) y de la Península Ibérica (XLIV); a los sucesos referidos a Demetrio II, Átalo III y Aristonico; a la concesión de privilegios a los macedonios por parte de Alejandro (XI) y la digresión sobre los judíos (XXXVI). Es de mucho interés, dado que las otras fuentes contemporáneas se han perdido, para conocer la historia de Macedonia y la figura del rey Filipo II (VII, VIII, IX); la historia interna de Persia (X); la expedición de Alejandro el Moloso y los pueblos del sur de Italia (XI y XII); la historia de Cartago (XVIII y XIX). Es grande su importancia para reconstruir los hechos que se cuentan desde el XXXVI al XLII, en general, y en particular para el reino del Ponto y las vicisitudes del Bósforo, Cólquide, Paflagonia y Bitinia (XXXVII y XXXVIII). Notable por muchas razones el discurso de Mitrídates. Es la única narración continua para las luchas entre Seléucidas y Lágidas (XXXVIII y XL). Es también muy importante para el relato dedicado a los partos (XLI y XLII).
La información sobre Pirro (XVIII, XXIII y XXV) es confusa y caótica, pues no se han unificado las fuentes. Es de poca utilidad para la historia de Siracusa en tiempos de Agatocles (XXII), pues depende de fuentes muy favorables al tirano.