Читать книгу Introduccin a la teologa cristiana AETH - Justo L. Gonzalez - Страница 14
c) El escalonamiento entre ambas disciplinas
ОглавлениеLa tercera postura que ha sido común entre teólogos cristianos se coloca entre los dos extremos que acabamos de ver. Esta tercera opción es la de escalonar la filosofía y la teología, de modo que la primera parece servir de introducción a la última.
Como ejemplos de dos modos en los que tal escalonamiento se entiende y justifica, podemos tomar a Justino Mártir y a Tomás de Aquino.
Justino Mártir fue el principal de los apologistas del siglo 2. En su Apología, se impuso la tarea de mostrar cómo y por qué el cristianismo podía reclamar para sí lo mejor de la filosofía antigua. Esto lo hizo en base a la doctrina del «logos» o «Verbo». Los filósofos griegos explicaban que si la mente humana puede entender el universo, esto se debe a que hay un principio común de racionalidad, el «logos». Todo cuanto los humanos saben, lo saben por este logos, que les inspira ese conocimiento. Pues bien, puesto que el cuarto Evangelio dice que en Jesús el logos o Verbo de Dios se hizo carne, Justino argumenta que todo cuanto cualquier ser humano ha sabido, lo ha sabido por inspiración del mismo Verbo que se encarnó en Jesús. Luego, los cristianos pueden apropiarse de todo lo que los filósofos supieron, que no es sino revelación del mismo logos o Verbo. Empero, puesto que los cristianos han visto al Verbo encarnado, su conocimiento es superior al de los filósofos.
Este uso de la doctrina del logos o Verbo ha sido frecuente entre teólogos de todas las épocas. En los siglos cuarto y quinto, Agustín empleó la doctrina del Verbo para explicar todo el conocimiento humano. Y en el 13, Buenaventura escribió un tratado bajo el título de Cristo, maestro único de todos, en el que declara que «la luz de la mente creada [es decir, humana] no basta para entender cosa alguna sin la luz del Verbo eterno».
Tomás de Aquino vivió en el siglo 13, cuando la filosofía aristotélica empezaba a abrirse paso en Europa occidental. Tomás insiste en que la verdad es una, y que por tanto el conocimiento adquirido por la filosofía no puede contradecir al de la teología. Su postura podría diagramarse diciendo que la filosofía, por medio de la razón, asciende hacia la verdad, mientras que en la teología la verdad desciende por medio de la revelación. Esto quiere decir que la verdad teológica es más segura que la filosófica, y que por tanto, cuando ambas parezcan contradecirse, hay que concluir que la razón filosófica ha errado. Pero también quiere decir que la filosofía, por cuanto procede en base a la razón, produce un entendimiento de la verdad más profundo que el de la teología. Hay ciertas verdades, como la doctrina de la Trinidad, que sólo pueden conocerse por revelación, y que por tanto son de incumbencia exclusiva de la teología. Hay otras que no son necesarias para la salvación, que por tanto no son reveladas. Empero hay otras, como la existencia de Dios, que aunque pueden conocerse por la razón son necesarias para la salvación. Tales verdades Dios las ha revelado, para que la salvación de las personas no dependa de su inteligencia.
En cierta medida, el modo en que concibamos la función de la teología determina el modo en que concibamos su relación con la filosofía. Si la teología es ante todo explicación de la realidad, es fácil confundirla con la filosofía, que es una de esas explicaciones. Esto fue lo que sucedió, por ejemplo, cuando la filosofía de Hegel pareció haber desarrollado un sistema que explicaba toda la realidad, y los teólogos que la siguieron difícilmente lograron distinguir entre ese sistema y la teología cristiana. Si la teología es ante todo apología, la filosofía cobra especial importancia, pues se vuelve el puente para convencer a los no creyentes de la verdad de la fe cristiana. Si la teología es ante todo crítica de la vida y de la proclamación de la iglesia, la filosofía no es más que uno de los muchos elementos del mundo en el cual la iglesia vive y donde tiene lugar su proclamación.