Читать книгу Introduccin a la teologa cristiana AETH - Justo L. Gonzalez - Страница 22
a) Teología y contexto
ОглавлениеEl modo en que la teología más frecuentemente se olvida de sus propios límites es descuidar que siempre existe dentro de un contexto, y que ese contexto le da una perspectiva que es siempre parcial, concreta y provisional. Con demasiada frecuencia los teólogos se han hecho la ilusión de que lo que dicen no refleja en modo alguno sus propias circunstancias, y que por tanto es la pura verdad de Dios. Cuando alguien entonces ve o interpreta algo desde una perspectiva diferente, les parece que lo que se está cuestionando no es lo que esos teólogos han dicho, sino la misma verdad de Dios. Pero lo cierto es que toda teología se hace desde una perspectiva, dentro de una situación histórica, con ciertas preguntas en mente, y que por tanto ninguna teología es univeral y perenne; es decir, igualmente válida en todos los lugares y todos los tiempos.
Ya antes hemos empleado la imagen del paisaje, que con todo y ser objetivo, siempre tiene que ser visto desde una perspectiva particular. De igual modo, quien hizo teología en el siglo trece la hizo desde la perspectiva del siglo trece, y quien la hizo en el veinte la hizo desde esa otra perspectiva. Ninguno de los dos puede pretender que su teología sea universal. Quien hace teología en el contexto de la iglesia latina la hace dentro de ese contexto, y quien hace teología en Europa la hace desde esa otra perspectiva. El europeo no puede pretender hablar para todos los lugares, los tiempos y las edades, como si su perspectiva no fue influida por lo que ve. El varón no puede pretender que su teología no refleje su perspectiva masculina, como tampoco la mujer puede pretender que su teología no refleje sus propias circunstancias.
Lo que esto quiere decir es que toda teología es contextual, y que la teología que pretenda no serlo, sencillamente se engaña, y hasta corre el peligro de volverse idolatría, al pretender tener una perspectiva universal que sólo Dios puede tener.
Por otra parte, esto no quiere decir que cada teólogo o teóloga puede afirmar lo que mejor le parezca. De igual modo que el paisajista, con todo y tener su propia perspectiva, pinta un paisaje que existe fuera de la mente y de los gustos del pintor, así el teólogo habla de una revelación de Dios que está ahí, como una realidad dada, y que el teólogo o la teóloga no pueden cambiar.
Aunque hayamos colocado la discusión sobre este tema bajo el encabezamiento de «los límites de la teología», lo cierto es que la variedad de perspectivas a que nos referimos también la enriquecen. Una vez que la teología reconoce los límites que le son impuestos por su contextualidad, puede comenzar a escuchar lo que otras personas dicen desde otras perspectivas; y eso a su vez la hace mejor.
También esto puede ilustrarse mediante lo que hemos dicho acerca de un paisaje. La mayoría de nosotros, al mirar un paisaje, lo hacemos con dos ojos. Cada uno de esos ojos ve algo ligeramente distinto. Nuestro cerebro, en base a esas dos perspectivas y a las diferencias entre ellas, nos hace entonces percibir las distancias y la profundidad de los objetos. Si miramos con un solo ojo, se nos hace mucho más difícil medir las distancias y la profundidad. Luego, el hecho de tener dos ojos, y de que cada cual vea algo ligeramente distinto, lejos de ocultarnos la realidad del paisaje, o de crear confusión, nos ayuda a comprender el paisaje como nunca podríamos hacerlo con un solo ojo.