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Plataforma de lanzamiento: Los cuatro módulos básicos

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Los cuatro módulos básicos de la Práctica Integral de Vida son los siguientes:

 el cuerpo

 la mente

 el Espír itu

 la sombra

otros módulos adicionales importantes son:

 la ética integral

 el yoga sexual integral

 el trabajo

 la transmutación de las emociones

 el parentaje integral

 las relaciones integrales

 la comunicación integral

El punto de partida universal de la PIV se asienta en los cuatro módulos básicos, relacionados con las cuatro dimensiones fundamentales de nuestro ser individual, el cuerpo, la mente, el Espíritu y la sombra. Usted es lo único que, para ello, necesita, de modo que, quien así lo desee, ya podría empezar a trabajar. Tenga en cuenta que la práctica coherente de estas cuatro dimensiones movilizará y potenciará su desarrollo global. De este modo será más capaz de funcionar interna y externamente, a través de múltiples perspectivas, con una mayor claridad, presencia y vitalidad en casi todas las dimensiones de su vida.


Figura 2.1 Comenzar con los cuatro módulos básicos


Figura 2.2 Módulos adicionales

Hablando en términos generales, los caminos espirituales tradicionales se han centrado habitualmente en dos o tres de estos módulos, soslayando casi siempre el módulo de la sombra. Por su parte, aunque los caminos modernos y postmodernos del autodesarrollo hayan tenido en cuenta el trabajo con la sombra, han solido desdeñar el módulo de la mente y la mayoría de ellos carecen de la profundidad y el rigor propio de las tradiciones meditativas, lo que les impide abordar adecuadamente el módulo del Espíritu.

Para esbozar adecuadamente una PIV, lo único que necesitamos es elegir una sola práctica en cada uno de los cuatro módulos básicos. Y, si queremos hacerlo sabiamente, deberemos escapar de los errores habituales que, de modos muy diversos, obstaculizan la transformación.

Hay quienes dicen: «¿Y qué pasa si quiero centrarme en un ámbito ajeno a los cuatro módulos básicos?». ¡Obviamente no hay nada que nos lo impida! Siempre podemos tener en cuenta y aportar conciencia a nuestras relaciones y a las funciones clave (relativas a nuestra profesión, nuestras relaciones, nuestra familia, etcétera) a las que se refieren los módulos adicionales. Y, en cualquier momento, nuestro objeto de interés siempre puede centrarse en cualquier módulo. Todos los módulos —tanto los básicos como los adicionales— son importantes. Si, por ejemplo, estamos atravesando una fase en la que pretendemos adaptar nuestra carrera al objetivo de nuestra vida o a la pasión que alienta nuestro corazón, probablemente queramos centrarnos en el módulo del trabajo y desplegar nuestro yo único. En cambio, si acabamos de enamorarnos (o queremos enamorarnos) o estamos trabajando cuestiones relativas a nuestra pareja, probablemente prefiramos centrarnos en el módulo de las relaciones. Y si, por último, estamos estableciendo los cimientos de una nueva familia, probablemente nos interese centrarnos en el módulo del parentaje.

Los cuatro módulos básicos no constituyen, en este sentido, una estructura rígida y dogmática, sino tan sólo un fundamento recomendado. Son muchas las etapas que componen el viaje de nuestra vida y el énfasis de la práctica deberá adaptarse en consecuencia. Los módulos PIV no son más que formas de explicar las dimensiones centrales de nuestra vida. Además, tampoco es necesario considerar a los módulos como unidades rígidas, compartimentalizadas y abstractas de nuestro ser —porque no hay necesidad de relacionarse con uno mismo de un modo distante y estricto. En este sentido, los módulos contribuyen a orientar, equilibrar e integrar la práctica, y los términos exactos son menos importantes que la energía, claridad, sinceridad e intencionalidad con que la emprendamos.

La práctica integral de vida

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