Читать книгу Casiopea y la bóveda celeste - Lautaro Mazza - Страница 14

A N D R Ó M E D A

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Esa mañana de verano la av. Belgrano estaba repleta de gente, parecía un hormiguero humano, el calor era insoportable y el pavimento quemaba… Los respiraderos del subterráneo emanaban vendavales de aire caliente que calcinaban a todos. Parecía como si alguien abriera un horno de a ratos, pero en vez de salir aroma a vainilla o chocolate, un olor a goma quemada y metal invadía las calles.

Para muchos el edificio Otto Wulff puede ser un antiguo y olvidado símbolo de la arquitectura jugendstil, la variante alemana del art nouveau, pero lo cierto es que esta construcción con tintes renacentistas, góticos y esotéricos perteneció a una pujante época de la ciudad de Buenos Aires. Estudiado por tantísimos arquitectos e ignorado por otros, este lugar posee un sinfín de intrigantes misterios, a simple vista, de día se puede observar una fachada plagada de simbolismos. Ocho atlantes sostienen el segundo piso y animales de todo tipo se encuentran inmortalizados en sus ornamentales esculturas de hormigón armado, leyendas guaraníes, dioses griegos, nórdicos y egipcios configuran la increíble obra arquitectónica. Dentro de él funcionan oficinas y debajo alberga una cafetería de la cadena Starbucks, pero... ¿Qué secretos podría guardar esa increíble esquina? Es mucha la gente de la zona que afirmó haber visto gente entrar y nunca salir del edificio. ¿Qué sería aquello tan intrigante? ¿Existiría otra dimensión? ¿A dónde van a parar?

Una hermosa mujer intentaba camuflarse entre la multitud y aunque era difícil pasar desapercibida ella sabía cómo hacerlo O al menos lo intentaba. Un atolondrado oficinista venía cargando con el peso de un mal día, su mente estaba en cualquier otro lugar menos donde debería estar. Una promoción de Starbucks le llamó la atención y se frenó en medio del álgido flujo de gente, provocando que aquella mujer se choque con él.

—¿Estás bien? Te pido mil disculpas por frenarme así –La mujer lo miró y quedó encantada con la mirada de aquel hombre, su esencia quedó a flor de piel y por lo tanto se hizo difícil de controlar.

—No pasa nada, deberías tomarte las cosas con más tranquilidad, no te amargues por tu trabajo, vas a estar bien –le dijo ella.

Él la miró y no podía sacarle la vista de encima, sus ojos se asemejaban a un azul marino profundo, olía a rosas y su piel… Su piel era radiante. Los dos tuvieron su momento, pero el deber llamaba…

—¿Me escuchaste? –dijo ella, él la miró desentendido y dijo:

—Sí… –La mujer se sonrió y le deseó que tenga un buen día.

—Eh, esperá ¿Cómo supiste que ? –En segundos ella había desaparecido en la esquina de av. Belgrano y Perú.

Gran parte del edificio tiene como propietario a un importante político, uno del que por ahora mucho no vamos a hablar, pero se sabe que es el mediador entre dos mundos y fue asignado con el fin de cooperar con la cámara reguladora argentina de magia, un nombre un tanto gracioso, sabemos que hay cámaras para muchas cosas, pero esto Esto sí es de otro mundo. El señor en cuestión compró varios pisos, los cuales son utilizados por magos y brujas que velan por la seguridad de todos. De afuera parecen simples oficinas, pero dentro de ellas, hay un mundo completamente diferente, en el cuarto piso un pasillo conduce a la puerta del misterioso departamento ocho, pocos saben que aquel es el camino al infinito, detrás de esa puerta, se encuentra la dimensión del Gemini La dimensión del Gemini es igual a la dimensión de los mortales, pero la magia fluye libremente y los espacios están modificándose todo el tiempo.

La mujer en cuestión tomó el ascensor, se bajó en el cuarto piso y caminó por el blanco e iluminado pasillo hasta llegar a la puerta ocho, la cual se abrió sola y una vez dentro se dirigió hacia el Recinto galáctico. Allí dentro la vía láctea se proyectaba dentro de un enorme domo, las constelaciones brillaban y se podía ver gran parte de los límites de nuestra galaxia Debajo de esta esplendorosa proyección se encontraba un gran espejo de agua y sobre él giraba el planeta tierra… Era un centro de monitoreo. Allí dentro solo entraban hechiceras o magos de altísimo rango. Bajo el solemne domo se encontraban Selene y Kosmo, los centinelas del tiempo y el espacio. Ambos vestidos de blanco y gris, observaban preocupados los flujos de energía oscura que habían circulado por la ciudad.

—Selene, nos estamos perdiendo de algo, sigo sin poder seguir el rayo de luz verde. –Kosmo volvió a alterar el tiempo para ver el momento en que la energía se manifestaba.

—¿Notás que cada vez se ve menos? ¿Será que fue un evento aislado? –Selene separó el tiempo en milésimas de segundos, pero fue inútil, parecía que cada vez que trataban de investigarlo, desaparecía.

—Quizás esto tenga algo que ver con el libro de… –Kosmo fue interrumpido por el sonido de dos enormes puertas doradas abriéndose, ambos se voltearon y ahí estaba ella Traía una capa blanca atada con un broche de oro en forma de sol y debajo un mono azul noche satinado, el eco de unos tacos acompañaba sus firmes pasos

Su mirada se posó en ambos y les preguntó:

—¿Lo encontraron?

—Señorita Andrómeda –Los dos le dieron la bienvenida.

—Ayer por la noche, los cóndores captaron una potente amenaza proveniente de un punto no muy lejano –dijo Kosmo.

—Sospechamos que el libro robado hace unos días en casa de Cristal tiene algo que ver. –Selene con sus manos hacía ademanes y seguía intentando rastrear ese flujo de energía inversa.

Andrómeda se acercó al domo galáctico y lo contempló con mucha preocupación, ella sabía que no era ningún evento aislado, que era algo muy serio, la última vez que sucedió algo así eventos destructivos se desataron en cuestión de días.

—Estén atentos, tengo un muy mal presentimiento, cierren las cúpulas del tiempo. Nadie sale, nadie entra. Solo las Academias quedarán abiertas. Den aviso al comité.

En el último piso dos hermosas cúpulas coronan aquel fabuloso edificio, cada una posee cinco aberturas y lejos de ser un simple mirador lo que sucede allí dentro es alucinante. En la cúpula de la derecha se puede viajar a través del tiempo y recorrer la historia argentina desde sus inicios, esta recibe el nombre de mirador del Plata, mientras que en la izquierda uno puede viajar a los períodos en los cuales la tierra estaba en plena formación, por lo cual a esta cúpula se la conoce como el mirador del mundo. Ambas son tan importantes como peligrosas y solo aquellos que juraron lealtad a Chronos tienen la posibilidad de subir y utilizar esos portales. Kosmo y Selene juraron ante el tribunal supremo dar su vida en caso de que sea necesario para proteger las cúpulas y la integridad de todos…

Desde lo alto ambos conjuraron un hechizo protector que envolvió a todo el edificio dejando clausurados aquellos dos portales, ahora desde allá arriba solo se podía observar la ciudad de Buenos Aires. Selene miró a Cosmo desde el mirador del mundo y con pesar dijo:

—Voy a extrañar esto. –Cosmo tomó un báculo de color blanco con detalles en dorado y le dijo:

—Yo también, pero es mejor que por ahora nos cuidemos, no te olvides del cetro. –Selene agarró su cetro y los dos desaparecieron, dejando las cúpulas en plena soledad.

Andrómeda, desde el recinto galáctico, se había percatado de que la noche anterior la constelación de Casiopea había emitido un leve resplandor.

—Qué raro, hace bastante que no resplandecía

De pronto algo cautivó su atención, apuntó las palmas de sus manos contra el planeta y lo desplazó a un costado, el espejo de agua en forma de elipse había quedado al descubierto, sus ojos estaban blancos como la leche, el agua se movía y generaba un minúsculo oleaje, sus ojos se aclararon y ahí estaba, la cara de aquel muchacho con el cual se había chocado en la esquina

—Quizás algún día pueda conocer al amor de mi vida. –Detrás de ella alguien se aclaraba la garganta.

—Mmm, mmm, ¿Andrómeda? –Era Ava, una hechicera capaz de convertirse en águila.

Andrómeda estaba roja como un tomate y de repente la cara de aquel apuesto hombre desapareció.

—Qué vergüenza.

—No te preocupes, no es nada, te necesitamos en el sótano Parece que alguien tiene información.

En el sótano del Otto Wulff, se encuentra la prisión de los espejos encantados, este lugar fue asignado para aquellos que esperan su condena, los magos que quiebren algunas de las tres leyes fundamentales son condenados a la pena de muerte y pasan sus días dentro de celdas especiales donde las paredes son espejos mágicos conjurados con hechizos protectores para contener y repeler toda corriente de energía mal empleada, estos espejos que neutralizan la negatividad fueron diseñados por un antiguo discípulo del rey Salomón.

Casiopea y la bóveda celeste

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