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Manifestaciones del Espíritu en el Antiguo Testamento

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El Espíritu Santo se hallaba presente en la Creación, “moviéndose” sobre la faz del caos, y fue el agente productor del cosmos. También se lo menciona específicamente en conexión con la humanidad. Pero, antes del Pentecostés vino a la tierra más como visitante pasajero, con el fin de capacitar a ciertos hombres para la realización de tareas especiales, y no para actuar constantemente entre ellos. Descendió sobre ciertos individuos obrando a través de ellos o revistiéndolos de un poder formidable para efectuar acciones particulares. Luchó con los hombres (Gén. 6:3); concedió pericia a Bezaleel (Éxo. 31:3-5); dio fuerzas a Sansón (Juec. 14:6). De modo que el Espíritu Santo hizo de los seres humanos sus instrumentos en el cumplimiento de tareas o la transmisión de mensajes. También fueron como estos los casos de Josué (Núm. 27:18); Gedeón (Juec. 6:34); Saúl (1 Sam. 10:10) y David (1 Sam. 16:13). Notemos:

“Durante la era patriarcal, la influencia del Espíritu Santo se había revelado a menudo en forma señalada, pero nunca en su plenitud. Ahora, en obediencia a la palabra del Salvador, los discípulos ofrecieron sus súplicas por este don, y en el cielo Cristo añadió su intercesión. Reclamó el don del Espíritu, para poderlo derramar sobre su pueblo” (Los hechos de los apóstoles, p. 31).

De especial significado es el hecho de que, en el Antiguo Testamento, nunca se hable del Espíritu como el Consolador, “el Espíritu de Jesucristo” (Fil. 1:19) o “el Espíritu de su Hijo” (Gál. 4:6), u otras expresiones similares, sino como el Espíritu de Dios el Padre. ¿Por qué se encuentran todos estos nuevos títulos en el Nuevo Testamento? ¡Ah, algo había sucedido! ¡Un acontecimiento que había modificado las cosas!

Jesús nació y murió por nosotros; se levantó de la tumba y ascendió a los cielos. Y, cuando Cristo completó su obra terrenal y ascendió, con su humanidad glorificada, a fin de tomar su lugar en los atrios celestiales, entonces se cumplieron las condiciones para que el Espíritu Santo descendiera como representante oficial y sucesor de Cristo, haciendo eficaz su obra redentora para cada individuo. De modo que vino trascendentalmente como el Espíritu de Jesús.

La venida del Consolador

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