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Evolución del pensamiento psicoanalítico sobre el autismo

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En la evolución de su pensamiento, F. Tustin pasó de considerar al funcionamiento autista como una etapa o estadio evolutivo a visualizar el encapsulamiento autista como un “cascarón protector”. Este cambio significó también una perspectiva muy diferente, ya que es obvio que si se considera al autismo una etapa evolutiva no se toma en cuenta que el ser humano es un ser social, desde su nacimiento o aún antes, ya que encontramos muchas descripciones y observaciones –con fuertes implicancias psicoanalíticas– sobre la compleja relación emocional entre la mamá y su bebé intrauterino. Existen evidencias de esta relación, ahora confirmadas por las ecografías: por ejemplo, la madre pone la mano sobre su vientre y el bebé tiende a hacer un contacto en esa dirección. También se sabe que el bebé intrauterino es sensible a los sonidos y a la música. En observaciones de ecografías a los 3, 6 y 9 meses de embarazo y el seguimiento hasta los 2 años –que realizamos con un grupo de colegas– tuvimos evidencias de casos de madres muy desconectadas emocionalmente, cuyo bebé intrauterino apenas se movía, en contraste con otras mamás, muy conectadas con su embarazo y acompañadas por el papá del bebé, en las que el bebé intrauterino mostraba signos de una fuerte vitalidad.

F. Tustin también describió barreras autistas en pacientes neuróticos y eso por una parte hace pensar en partes autistas y no autistas de la personalidad y por la otra –como lo advirtió Tustin– que tenemos que ser muy cuidadosos con esas defensas y/o barreras, ya que se trata de niños o personas de una extrema sensibilidad a las que tenemos que ayudar –a través del análisis– a cambiar esas defensas que impiden todo desarrollo mental, por protecciones más adecuadas; es decir, por una piel mental auténtica, porque sin esos cuidados, el riesgo es que queden con su emociones pre-natales como desnudos al viento y sin la posibilidad de tener un nacimiento psíquico.

El nacimiento psíquico es una metáfora que alude al desarrollo del proceso de simbolización a partir del pensamiento embrionario1 (Bion, 1962). Las experiencias emocionales no metabolizadas –por la función alpha materna en los comienzos del desarrollo del bebé– permanecen en la personalidad como bocados no digeridos. Cuando fui ahondando interrogantes me surgió una combinación fecunda de las ideas de F. Tustin, Meltzer y Bion para explorar el peculiar bloqueo del desarrollo del pensamiento embrionario en el funcionamiento autista. A continuación me referiré a ciertas características patognomónicas del funcionamiento autista que en cierto modo permiten una aproximación diagnóstica.

Predominio de lo sensorial táctil: los niños autistas han compensado sus tempranas carencias psicológicas sobrevalorando o volcándose hacia la sensorialidad, sobre todo la táctil. Este predominio de la sensorialidad proximal sobre la distal aporta a la “ilusión” de no separación (F. Tustin, 1990).

El pensamiento embrionario y la evolución de la conciencia: Freud (1923) definió la conciencia como el órgano sensorial para la aprehensión de las cualidades psíquicas. La conciencia es el equivalente psíquico de los órganos sensoriales que aprehenden cualidades sensoriales transformándolas en colores, sonidos, olores, sabores, etcétera. Las emociones –como por ej. la angustia– no tienen en sí mismas cualidades sensoriales peculiares, es decir, no tienen forma, color, olor. Los sentidos pueden contribuir con datos en relación a un estado emocional, como con un latido cardíaco, un rubor, etcétera. Pero no hay datos sensoriales directamente asociados a las cualidades psíquicas como los hay en relación a los objetos del mundo externo. Sin embargo, es indudable que se necesita algo en la personalidad que haga contacto con las cualidades psíquicas. A lo largo de la vida cada persona va asociando sus emociones con determinadas circunstancias y/o vivencias que pueden cobrar una cualidad sensorial. La asociación de la angustia con ciertos correlatos sensoriales es peculiar para cada persona, si bien es cierto que ciertos elementos del trauma de nacimiento –aceleración del ritmo cardíaco, hiperventilación, etc.– son compartidos por una gran mayoría.

El moblaje de los sueños: las imágenes oníricas que pueblan nuestros sueños y nuestras fantasías han sido llamadas por Bion (1962) “el moblaje de los sueños”. Cuando este autor investigó los trastornos de pensamiento desarrolló la idea de un pensamiento embrionario, pre-verbal, que es el que forma el “moblaje de los sueños”, lo que para Freud es la materia del pensamiento inconsciente. Ese pensamiento se desarrolla a partir de la diferenciación entre la cosa y la no-cosa2 y estableciendo vínculos entre las impresiones sensoriales y las experiencias emocionales. Así se forman los ideogramas y las emociones son los vínculos que relacionan las impresiones sensoriales con las experiencias emocionales. Un color, un sonido u olor adquiere un significado emocional.

A partir de Aprendiendo de la experiencia (1962) Bion coloca a la emoción en el centro de sus concepciones teóricas. Como en el autismo está detenido el desarrollo cognitivo emocional, necesitamos tomar en cuenta que para Bion el vínculo K (disposición a conocer) es un vínculo que está a la par del vínculo de amor y del de odio. Como veremos más adelante, en el funcionamiento autista hay una intolerancia a la separación pezón-lengua, la separación es vivida como un agujero en el propio cuerpo y eso tendrá sus consecuencias en las falencias del funcionamiento simbólico. En otras modalidades de funcionamiento de la personalidad la separación puede ser vivida persecutoriamente o con ansiedades depresivas, en el autismo la no diferenciación lleva a esta vivencia como de agujero en el propio cuerpo. F. Tustin descubrió esta vivencia con su pacientito John, que parecía vivir la separación no como el haber perdido el objeto pecho sino como que en lugar de su propia boca le quedara un agujero.

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