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Conciencia rudimentaria-conciencia evolucionada

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Volvamos ahora a la cuestión de cómo hace contacto la personalidad con las experiencias emocionales. Para investigar ese contacto tenemos que diferenciar entre una conciencia rudimentaria que percibe pero no comprende y una conciencia evolucionada que percibe y puede comprender y darse cuenta de lo que percibe. Al tratar pacientes severamente perturbados, Bion se dio cuenta de que la definición de la conciencia como órgano sensorial para la aprehensión de las cualidades psíquicas era insuficiente y que era necesario diferenciar entre una conciencia rudimentaria y una capaz de darse cuenta. Para Freud el descubrimiento del inconsciente fue fundamental y en un cierto sentido fue el centro a partir del cual se irradiaron sus desarrollos. Los descubrimientos de Bion llevan a pensar en una patología de la conciencia.

El dominio del pensamiento puede definirse como un espacio ocupado por no-cosas y esta definición llama la atención sobre un espacio mental diferente del espacio perceptual. Hacer esta diferenciación implica la tolerancia a la relación entre la cosa y la no cosa. Las ideas, los pensamientos, las emociones son no-cosas. Los pacientes muy perturbados no pueden diferenciar entre la cosa y la no-cosa. No diferencian sus emociones como algo que pertenece a su personalidad. El concepto de identificación proyectiva posibilita concebir el no reconocimiento de las propias emociones como tales. Intensas ansiedades persecutorias pueden llevar a una persona a sentir que alguien lo miró enojado o a proyectar la tristeza o cualquier otra emoción en otra persona, proyección que puede alcanzar la característica de creencia.

Función α-elementos α: Bion concibió una conciencia rudimentaria y una capaz de darse cuenta y para teorizar sobre esa diferencia postuló una función que transforma las impresiones sensoriales y emocionales en elementos α. Estos elementos, que comprenden imágenes visuales, patterns auditivos, olfatorios, etc. son las partículas de pensamiento que forman el “moblaje de los sueños” y que son apropiados para ser usados en pensamientos oníricos y en el pensamiento inconsciente de vigilia. Los elementos pueden articularse y desarticularse y forman un retículo que constituye una barrera de contacto3. Esta membrana semipermeable produce una separación entre consciente e inconsciente de modo tal que las experiencias emocionales puedan ser “soñadas” y almacenadas, pero impide la intrusión en la conciencia de fantasías y emociones que podrían perturbar una adecuada evaluación de los hechos de la realidad externa, al mismo tiempo que preserva los sueños, la realidad psíquica, de ser abrumada por una visión hiperrealista.

Conciencia evolucionada-Conciencia rudimentaria. La función α y los elementos α posibilitan una conciencia asociada a un inconsciente. Esta es la conciencia evolucionada, la visión binocular consciente-inconsciente brinda la posibilidad de darse cuenta tanto en el mundo del sentido común como en el de la realidad psíquica. La conciencia rudimentaria está asociada a los elementos β que pueden ser definidos como impresiones sensoriales experimentadas como si fueran las cosas-en sí. Bion (1962) también definió los elementos β como la matriz más temprana de la cual puede surgir el pensamiento a partir de la identificación proyectiva realista. Es función de la madre o del analista la transformación de las crudas emociones en elementos α. Así, por ejemplo, cuando el bebé llora puede decirle: “estás enojado” o “estás triste” o “estás angustiado”, poniendo de ese modo un nombre a la emoción.

Las impresiones sensoriales son la materia prima a partir de la cual puede evolucionar el pensamiento embrionario cuando se transforman en elementos α. Las descripciones de Tustin acerca del modo en que los niños autistas generan sensaciones espurias y la peculiar deformación que implica el privilegio de lo táctil proximal en desmedro de los sentidos distales, me llevaron a conjeturar que en ellos también se produce una perturbación en la formación de elementos β como la primera matriz del pensamiento. Esta conjetura toma en cuenta la detención de las identificaciones proyectivas en el autismo. Bion desarrolló la hipótesis de que la identificación proyectiva puede considerarse como una forma muy primitiva de comunicación, es el modo en que los bebés transmiten sus emociones a las mamás. Como veremos más adelante, esta concepción implica que esta forma de comunicación primitiva puede con el tiempo volverse patológica si no es recibida y transformada por la función α materna.

Diferenciación entre elementos α, elementos b y elementos sensoriales autistas. Propongo diferenciar las crudas impresiones sensoriales emocionales –los elementos b– de los elementos sensoriales autistas. Esta diferenciación tiene implicancias técnicas. Los elementos b sólo pueden ser usados para ser evacuados, pero si encuentran un continente transformador pueden transformarse en elementos α. Las sensaciones espurias autoprovocadas por las maniobras y defensas autistas truncan la conciencia y sirven sólo para formar las barreras autistas. Son parte del caparazón de encapsulamiento, no son aptos para la identificación proyectiva y no pueden ser transformados. Distinta es la situación de un niño que tiene un osito de peluche como objeto acompañante (objeto transicional) de la de un niño que aferra un objeto duro por las sensaciones que le provocan, como un modo de no sentirse otro, es decir, no sentirse un ser separado.

Técnica activa. Tustin sostiene que es necesario desarrollar una técnica activa que impida las maniobras autistas, puesto que estas, al truncar el desarrollo cognitivo-emocional, bloquean la imaginación e impiden vivir en un mundo compartido de sentido común. Esta recomendación técnica no implica, a mi modo de ver, un cambio en cuanto a la regla de abstención analítica, sino que es parte del encuadre analítico que significa ayudar al paciente a ponerse en contacto con que existe una realidad fuera de él mismo. Para ilustrar esta cuestión técnica tomaré la siguiente viñeta clínica: Juan, de 4 años, iba a la pileta del baño del consultorio, abría la canilla, tiraba agua en el piso y lo limpiaba interminablemente. Su relación no era conmigo ni con el agua sino con sus sensaciones táctiles. Cuando le impedí que lo hiciera hizo su primer berrinche y su enojo, dirigido hacia mí, evidenciaba así el comienzo de un puente de conexión, la puesta en marcha de las identificaciones proyectivas detenidas y el comienzo de una relación continente-contenido. La puesta de límites es una acción interpretativa.

Elementos α, elementos β y elementos sensoriales autistas

En el autismo tratamos con seres atrapados en un mundo casi exclusivamente sensorial-táctil. Evitan las sensaciones distales y también evitan la correlación de estas sensaciones con las proximales: un niño autista que aferra una piedra o un juguete no lo está mirando ni está jugando, la aferra por la sensación táctil que le produce y no hace una correlación entre lo que su tacto le podría informar y la vista de la piedra o del juguete. La función α está alterada por las defensas autistas que producen zonas planas de ausencia, de desconexión, llenadas con las sensaciones y maniobras autistas (como, por ej., chuparse la lengua o como en caso del ejemplo, aferrar un objeto).

Fracaso de la función α en el autismo. La función que transforma las impresiones sensoriales en “datos sensorios” y en un segundo ciclo transformacional en “datos psicológicos” fracasa en el autismo, donde en el orden de las sensaciones se produce un privilegio de lo proximal táctil sobre lo distal como una forma de crear una ilusión de no separación corporal. Las sensaciones distales (vista y oído) son las que posibilitan ubicar los objetos en el espacio y demandan más conjeturas. Los elementos b pueden ser transformados en elementos α, que pueden ser usados para pensar, soñar, etcétera. Los elementos sensoriales autistas no son transformables en elementos α, son sensaciones espurias auto-provocadas y cumplen una función opuesta a la de vincular, de establecer contacto. El encapsulamiento aísla una zona plana de vacío autista generado por desconexión. No forma barrera de contacto sino barreras autistas. Los elementos α tienen varios puntos de articulación, los elementos b tienen un solo punto de contacto a través de la identificación proyectiva, los elementos sensoriales autistas son elementos de desconexión que forman las barreras autistas. En el funcionamiento autista, el aprendizaje de la experiencia a través de los elementos α no tiene continuidad porque lo logrado en los momentos de penetración del encapsulamiento se vuelve a aplanar y encapsular y a transformarse de animado en inanimado.


Elemento α


Elemento b


Zona planar autista

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