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ОглавлениеDISCURSO DE DEFENSA, ANTE EL CONSEJO, EN FAVOR DE MANTÍTEO SOMETIDO A EXAMEN
Consejeros, si no tuviera la certeza de que mis acusadores [1] desean hacerme daño de cualquier forma, les estaría muy agradecido por esta acusación. Y es que considero que a los injustamente calumniados les causan el mayor bien precisamente quienes los fuerzan a someterse a un examen de sus vidas. Tan grande es la confianza que tengo en mí [2] mismo, que espero que incluso si alguien casualmente está a mal conmigo, cuando me haya oído hablar sobre mis acciones cambiará de actitud y me tendrá mucha mayor consideración en el futuro. Y os solicito, consejeros, que si [3] solamente logro demostraros que soy leal a la situación establecida y que me he visto forzado a compartir con vosotros los mismos peligros, no obtenga nada más. Pero si quedara claro que también en lo demás he vivido moderadamente, muy contra la opinión y las palabras de mis enemigos, os ruego que me paséis el examen y que penséis que ellos son peores. En primer lugar os demostraré que no serví en la caballería en la época de los Treinta ni tomé parte en el régimen de entonces.
Antes del desastre del Helesponto mi padre nos envió a [4] vivir con Sátiro el del Ponto y no residíamos aquí ni cuando los muros fueron demolidos ni cuando cambió el régimen1, sino que llegamos cinco días antes de que los de File regresaran [5] al Pireo. Conque no es razonable que, llegados en semejante ocasión, ambicionáramos nosotros participar en los peligros ajenos, ni parece que aquéllos tuvieran la intención de dar participación en su régimen a los ausentes y a los que no habían cometido delito alguno; por el contrario, proscribían incluso a quienes con ellos habían disuelto la democracia2.
[6] En segundo lugar, es una simpleza buscar en la tablilla a los que sirvieron en la caballería: no están en ella muchos de los que admiten haber servido y, en cambio, están inscritos algunos de los que se encontraban ausentes. Pero la mayor prueba es ésta: cuando habíais regresado, decretasteis que los filarcos hicieran un informe de los que habían servido en la caballería con el propósito de reclamarles las subvenciones3. [7] Pues bien, nadie podrá demostrar ni que fui incluido por los filarcos4 en el informe ni que se me entregara a los Síndicos5 ni que devolviera la subvención. Y, sin embargo, todos pueden saber fácilmente que era obligado que los propios filarcos fueran multados si no mostraban a los que tenían las subvenciones. Por consiguiente, sería mucho más justo que dierais más crédito a estas listas que a aquéllas. Porque de aquéllas era fácil borrarse si uno quería; en cambio, era forzoso que aquellos que habían servido en la caballería fueran incluidos en el informe por los filarcos.
Pero además, consejeros, aunque hubiera servido no lo [8] negaría como quien ha hecho algo horrendo, sino que consideraría justo pasar el examen si demuestro que ningún ciudadano ha sufrido daño por mi culpa. Y veo que también vosotros tenéis esta opinión: muchos de los que sirvieron entonces están en el Consejo, y muchos entre ellos han sido elegidos estrategos e hiparcos6. De modo que no creáis que me estoy defendiendo por otra razón sino porque se han atrevido abiertamente a calumniarme. Sube y préstame testimonio.