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2. FACTORES SOCIOPOLÍTICOS

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El tamaño y el diseño del Estado de bienestar dependen de procesos políticos en los que convergen distintos intereses. La teoría económica del sector público ha incorporado tanto modelos de competencia política como la consideración de grupos de presión, que ven en el aumento del tamaño del sector público una oportunidad de conseguir beneficios. Los políticos –oferentes de prestaciones sociales– tratan de maximizar los votos recibidos, acercando sus programas electorales a las preferencias de grupos específicos. Los demandantes de esas prestaciones pueden asociarse en grupos de interés, dispuestos a pagar por esos beneficios a través de sus votos.

Respecto al primero de estos argumentos, a partir de la teoría económica de la democracia, que es analizada con más detalle en el Recuadro 2, varios autores han tratado de centrar la explicación del crecimiento del gasto social en los procesos electorales y la hipótesis del votante mediano. En dicha teoría, las dos variables estratégicas son la fuerza de los votos y el nivel de renta, siendo este último decisivo para la formación de alianzas electorales. Los procesos electorales facilitan la expresión de las demandas sociales a favor de la redistribución desde los que tienen más ingresos, que son una minoría electoral, a los que tienen menos, que son el grupo mayoritario.

Recuadro 2

LA TEORÍA ECONÓMICA DE LA DEMOCRACIA Y EL VOTANTE MEDIANO

El modelo de Downs y Hotelling es uno de los más utilizados para explicar el comportamiento de los votantes y de los políticos y puede servir para entender por qué la democracia está asociada a una mayor redistribución y, con ello, a un mayor Estado de bienestar. El supuesto de partida es que sólo hay dos partidos políticos, que comparten el objetivo de maximizar sus votos. Podemos suponer también que los votantes identifican a cada partido con una ideología concreta. En una hipotética distribución de votantes, se puede representar todo el abanico de preferencias por las distintas ideologías desde las posiciones más extremas, tanto de derechas como de izquierdas. Existe un votante mediano con ideología Im, que divide la distribución de votantes en dos partes iguales.


Supongamos que el partido A fuera el primero en plantear su programa electoral y que este estuviera más cercano a una ideología de extrema derecha (I1). Si el partido B propusiera a los votantes una alternativa entre medias de esa opción y la ideología preferida por el votante mediano (por ejemplo, I2), conseguiría los votos de todos los ciudadanos con preferencias anteriores a I2 y los de algunos de los que se sitúan entre I2 e I1, obteniendo la mayoría. Cabría esperar que el partido A reaccionara, escogiendo a su vez una alternativa entre medias de la ideología del votante mediano e I2, como I’1. Eso supondría una nueva reacción del partido B (I’2) y así, sucesivamente, hasta que la oferta que haga cualquier partido se corresponda con la del votante mediano. Si uno de los partidos se mueve de ese punto, será derrotado por el otro. Si asumimos que la ideología está asociada a la renta de los votantes y que en la mayoría de los países ésta presenta altos niveles de concentración, es fácil pensar que la renta del votante mediano será decisiva para el aumento del gasto social, y cuanto más se distancie de las rentas más altas, mayor será la demanda de políticas redistributivas.

La explicación de la aparición de las políticas redistributivas basada en el predominio de las preferencias del votante mediano, presenta, sin embargo, el riesgo de dejar de lado la lucha de intereses muy polarizados que marcaron el desarrollo del Estado de bienestar. Cualquier explicación de su despegue y consolidación debería tener en cuenta otras variables, como la expansión del socialismo, las ideologías, los conflictos, la clase trabajadora, los reformadores sociales o el catolicismo, entre muchas otras.

Los trabajos empíricos que han tratado de identificar si son los factores económicos o los políticos los más relevantes en la explicación del desarrollo del Estado de bienestar encuentran un peso importante del nivel de renta del país, aunque cada vez recogen una mayor influencia de los factores institucionales y políticos.

Economía del Estado de bienestar

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