Читать книгу ¡Podemos querernos más! - María Agustina Murcho - Страница 9
ОглавлениеEvolución de los estereotipos a lo largo del tiempo
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“Miles de mujeres en el mundo entero invierten sus ahorros para extirpar lo más bello que les fue dado: curvas para engendrar hijos, pechos para alimentarlos, marcas de nacimiento o de expresión y detalles que las hacen únicas. Es posible estar de acuerdo con la decisión personal de cambiar algún aspecto del cuerpo que nos genere incomodidad, pero la tendencia es la transformación en exceso, buscan erradicar lo que sus padres gentilmente les dejaron por herencia”.
Mónica Katz, Más que un cuerpo
Desde el principio de la humanidad, los cánones de belleza han ido cambiando. En la actualidad, la sociedad “obliga” de cierta manera a que las personas quieran verse como las mujeres y los hombres que vemos en la televisión, las revistas y las redes sociales, ¡pero no es algo nuevo!
Revisando un poco la historia reciente, vemos que los cuadros del siglo xvii representaban un ideal de cuerpo femenino voluptuoso, con caderas anchas y brazos grandes. Sin embargo, en ese mismo siglo se comenzaba a utilizar el corsé para achicar la cintura y marcar más los senos y las caderas. El uso de esta prenda se popularizó muchísimo en los dos siglos siguientes, y se sabe que muchas mujeres se han desmayado por quedarse sin aire, ya que la usaban muy ajustada. Pero eso no importaba, sino verse bien.
A comienzos del siglo xx, el canon de belleza era otro: nalgas prominentes, caderas anchas y pechos grandes. La importancia de la lencería desde 1930 habla de la preocupación por estar bellas y llamativas. A partir de la década de 1950, los cuerpos deseables tenían más curvas y extremidades más finas. Se utilizaba el cabello rubio y maquillaje. Un gran ejemplo es Marilyn Monroe.
Dos décadas después empezaron a aparecer los cuerpos más delgados, con menos curvas. En los noventa, se seguían viendo cuerpos muy delgados, y a esto se le agregaban cirugías puramente estéticas, sobre todo en la boca o en los pómulos.
Ya no hubo vuelta atrás: la delgadez siguió avanzando, y tanto, que en las agencias de modelos se llamaba “gordas” a quienes estaban dentro de un peso estable.
“La importancia de la lencería habla de la preocupación por estar bellas y llamativas”
En la actualidad, vemos cuerpos tanto de hombre como de mujer sumamente musculosos, que es lo que está de moda. Es la era de la tan famosa “moda fit” que podemos ver en las redes sociales, que puede generar una obsesión muy peligrosa con la actividad física y el consumo de suplementos de proteínas. Vivimos en una sociedad en la que, si no eres delgado y con los músculos bien marcado, no tienes “buen cuerpo”; la aceptación pasa por encajar en estándares de belleza estrictos y hasta peligrosos.
“La aceptación pasa por encajar en estándares de belleza estrictos y hasta peligrosos”
La televisión, las revistas y las redes sociales bombardean mensajes que incentivan a la gente a comer cada vez menos, a tenerle miedo a cada vez más alimentos, a entrenar de manera excesiva y, además, se venden día a día “productos milagro” para no asimilar los nutrientes y así bajar de peso.
De la voluptuosidad a la delgadez extrema y con músculos muy marcados… ¿Cuál será el próximo estereotipo?
En primera persona: Carla, 25 años
Hola, Agus, te cuento mi experiencia con los estereotipos que se ven en la televisión, pero sobre todo con algunas de las famosas influencers que están tan de moda. Siempre me consideré una chica con un cuerpo normal, ni gorda ni flaca. Actualmente estoy cursando las últimas materias de la carrera de Diseño Gráfico y trabajo full time; cuando llego a mi casa, la mayor parte de los días solo quiero tirarme en mi cama. Pero cuando veo la tele o Instagram, y veo a estas chicas perfectas, que están tonificadas y bronceadas todo el año, me siento culpable por no ir al gimnasio, por tener ganas de tomar una cerveza con papas para terminar el día, y así con muchas cosas. Llegué incluso a pedirle perdón a mi novio por no querer ir al gimnasio o por estar un poquito más gorda. En síntesis, llegué a sentirme culpable de ser una chica normal; me veo en el espejo en ropa interior y al compararme con esas chicas perfectas me dan ganas de llorar, siento angustia.