Читать книгу El estatuto del Prácticum externo: aspectos jurídicos-sociales comparados - María Luisa Gómez Jiménez - Страница 39
7. Conclusiones
ОглавлениеTras 40 años de desarrollo de las prácticas de empresa en España el modelo presenta un desarrollo notorio de sus cifras, mostrando su expansión por todas nuestras universidades. Asimismo, los estudios evaluativos revisados presentan algunos resultados positivos: la mayoría de los alumnos consideran las prácticas útiles y necesarias y cada vez se dan más iniciativas en las que se obliga a representantes de universidades y empresas a trabajar juntos para mejorar los propios programas de prácticas. Sin embargo, en tales valoraciones predomina la identificación de deficiencias y márgenes de mejora que resumimos a continuación:
Las prácticas de empresa universitarias continúan siendo un asunto de segundo orden para la propia universidad. Encontramos como un claro reflejo de esta circunstancia la escasa producción académica sobre la materia, según manifiestan los propios autores mencionados en el capítulo. Además, los trabajos revisados, como los de Zabalza 2011, 2013 o Ferrández-Berrueco y Sánchez-Tarazaga (2019), subrayan la carencia de apuesta fuerte de la universidad por cooperar más intensamente con las empresas y dar un mayor impulso a las prácticas, sin consolidar acciones que generen auténticos equipos de trabajo y continuidad en los procesos.
Al abordar la inserción laboral, los datos recogidos en los distintos casos muestran una gran variabilidad en los resultados, con datos que fluctúan entre el 13 y el 50% en la inserción de los alumnos en el año posterior a la realización de la actividad. Además, se ha apreciado la utilidad del modelo para facilitar la familiarización con ambientes de trabajo inéditos para los alumnos, así como para acceder a formas de asesoramiento informal que son de interés para la posterior búsqueda de empleo para el alumno, aunque son aspectos difíciles de cuantificar. Estos aspectos llaman a la potenciación de redes universidad-empresa que intensifique la cooperación, en un proceso en el que la universidad debe tomar la iniciativa, y en el que, sin duda, puede mejorar los resultados presentes.
Por otra parte, los resultados de los estudios más recientes muestran que continúan presentes las dificultades para cuadrar las competencias a desarrollar por los alumnos –según la propia universidad– con el desempeño real en la empresa. Si bien, los trabajos de campo han mostrado la dificultad de esta labor ya que estas entidades, en su vida cotidiana, se ven frecuentemente obligadas a cambiar los planes previos y es difícil obligarlas a ser leales a diseños elaborados con mirada introspectiva en los despachos de la universidad.
La empresa, por su parte, mantiene su participación en los programas, pero continúa con la sensación de que sus necesidades y solicitudes no se consideran por parte de la universidad, que por su parte olvida que estas deben obtener alguna compensación para que el modelo encaje. A pesar de ello, estas siguen observando diversas ventajas en aspectos como potenciar su red, poner a prueba potenciales candidatos o cumplir sus objetivos de Responsabilidad Social Corporativa.
En los estudios de caso revisados los alumnos reconocen la utilidad y pertinencia de realizar prácticas, apoyando la idea de que los programas se refuercen. Si bien, tienden a ver a los tutores académico y profesional como figuras frecuentemente distantes, escasa planificación –o carencias en su aplicación cuando la hay– y cierta tendencia a la improvisación que desemboca en desconcierto ante algunas de las tareas asignadas. Ahora bien, los resultados obtenidos en la mayor parte de los estudios indican que no por afrontar estas carencias se pierde el tiempo. En definitiva, todos estos aspectos “fuera de guión” permiten al alumno vivir una experiencia próxima a la realidad del mundo del trabajo, con gran distancia entre la teoría y la práctica, con formas de aprendizaje poco estimuladas hasta el momento (observación participante), y con la adquisición de conocimientos y habilidades sociales que sólo permite una primera experiencia. Estos son los motivos de la aparente contradicción que se da entre alumnos que pueden criticar la falta de sentido de las funciones asignadas, para después subrayar la importancia de las prácticas de empresa, su utilidad y recomiendan hacerlas a otros universitarios (véase Vallejo y Herrera, 2016).
Los resultados sugieren que debemos resaltar que el refuerzo de la faceta cultural será clave para el desarrollo de los próximos programas. Se trata de gestar una cultura cooperativa entre universidades y empresas asumiendo su interdependencia y reconociendo el beneficio mutuo que ello implica. Esta cooperación deberá darse tanto en el área de prácticas de empresa como desde una perspectiva integral (seminarios, exposiciones, contratos de investigación, proyectos bilaterales, entre otros). Esta nueva línea evitará que los centros firmen prácticas con empresas que apenas conocen y además tratarán poco en el día a día, mientras sus alumnos cursan sus prácticas con el consiguiente desconcierto. Dentro de estas actuaciones queremos resaltar la necesidad de promover acciones de formación alterna, tanto por su adecuación a la filosofía de inserción como por sus resultados (véanse las experiencias previamente resumidas). Estos programas cuentan con un escaso bagaje en España, a pesar de la tradición con la que ya cuenta tanto en Estados Unidos como en algunos de nuestros vecinos europeos. Además, otras diversas líneas de colaboración –ya sean en el ámbito de la investigación, intervención, formación u otros– bien pueden servir como lanzadera para establecer los vínculos necesarios.
En definitiva, afrontamos el necesario cambio cultural que hasta el momento solo hemos asumido de forma parcial. Para ello se necesita una intensa concienciación de las propias universidades que deben desarrollar un comportamiento más elástico, flexible y abierto. La universidad tendrá que plantearse dar un golpe de timón en la formación, afrontando las habilidades, capacidades y conocimientos que realmente valoran las empresas, y esta cuestión no se alcanzará sin una mayor presencia de la empresa en el aula.