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Capítulo nueve

10 de septiembre de 2017

—¿Te ha dado esta tarjeta con tres mil pavos para que te compres lo que haga falta?

Naomi estaba tumbada en mi cama, asombrada con la tarjeta color plata que me había dado Alejandro. No podía parar de dar vueltas a mi habitación, la puerta la tenía cerrada y Naomi procuraba hablar en voz baja para que mi hermana y madre no se enteraran de la situación. Acabé sentándome en el borde de mi cama y asintiendo. Cogí la tarjeta de sus manos y la miré.

—Sí —dije—. Alejandro quería que la tarjeta no tuviese límite.

—Vaya, vaya…

—¿Solo vas a decir eso? —le pregunté, ofuscada.

—¿Qué quieres que diga? Aprovecha la situación. Alejandro te ha dicho que te compres algo espectacular para el sábado —habló.

—Eso ya lo sé, pero no quiero sobrepasarme. Es su dinero.

—Y tú trabajas para él, ¿qué más da? Quiere que vayas resplandeciente a ese evento —habló Naomi.

Fruncí los labios en señal de desacuerdo.

—Ya sé que esto no va contigo, pero aprovecha la ocasión. Yo con el mío no hago estas cosas, no vamos a eventos importantes. Normalmente jugamos al Chinchón y al Mus, vemos alguna película antigua y hablamos del día.

—¿Qué edad tiene el hombre? —le pregunté sorprendida.

—Casi ochenta años, el hombre ha encontrado en mí una nieta ya que su familia pasa de él hasta el culo. ¿Sabes lo solo que se tiene que encontrar?

—Me imagino. —Me levanté de la cama con la tarjeta en mano—. ¿Qué hacemos entonces con esto?

—Mujer —Naomi se levantó y agarró la tarjeta moviendo sus cejas— de momento nos vamos de compras porque estamos a jueves y eso es el sábado.

Naomi agarró mi bolso y se puso de espaldas a mí en busca de mi cartera para guardar la tarjeta.

—¿Y estudiar? —pregunté, levantándome y agarrando mis cosas.

—Llevamos en tu casa desde las tres de la tarde estudiando —comentó haciendo pucheros.

—Son solo las seis, Naomi.

—¿Y qué? —gesticuló con los brazos de forma exagerada—. Esto es importante, Lu.

Me quedé pensando un buen rato. Tenía que comprarme algo decente para ir al evento, no podía decepcionar a Alejandro.

—Bueno, vale, pero nada exagerado. ¿Queda claro? Y tengo que buscar alguna excusa para ir y algún lugar donde cambiarme.

Naomi comenzó a saltar alegre.

—Tengo la excusa perfecta —dijo guiñándome el ojo—. Quedaremos en un hotel del centro muy económico y allí te vestirás. Yo me encargo del maquillaje y del peinado.

—¿Y qué le digo a mi madre? —pregunté preocupada—. No está como para que esté mucho tiempo fuera.

—Le diremos que vamos a salir y que te vienes a mi casa por la tarde para hacer un trabajo. Tu hermana estará con ella, Lu.

Me puse una chaqueta ya que hoy hacía más frío en Madrid, típico de aquí, y me despedí de mi madre con la excusa de ir a dar una vuelta con Naomi. Me sentía fatal por tener que mentir a mi familia. Ellas eran lo más importante, pero no podía contarles nada. ¿Cómo se lo tomarían? ¡Mamá me mataría! No se daba cuenta de la falta de dinero que teníamos, solo sabía cosas milimétricas en comparación con la verdad. Mi padre había dejado de pagar la casa, las facturas se acumulaban y solo me quedé tranquila cuando pude pagar un tanto por cierto de las facturas atrasadas con el dinero de Alejandro. Aún con la angustia metida en el cuerpo, nos dirigimos hacia una de las calles donde se encontraban las tiendas más caras de Madrid. No me gustaba la idea, aborrecía el hecho de gastar dinero ajeno y en cantidad en ropa que solo me iba a poner una vez. Pero era lo que quería Alejandro, más bien lo que necesitaba. Naomi y yo entramos en la primera tienda y la dependienta se acercó con cara de pocos amigos. No era muy normal ver a dos chicas jóvenes en una tienda donde la prenda más barata costaba doscientos euros.

—No permitimos hacer pruebas de los productos a no ser que se vayan a comprar, señoritas —dijo la dependienta.

«¡Vaya! Ya ni saludan», pensé.

—No entraríamos a esta tienda si no tuviésemos dinero, señora.

Naomi hizo hincapié en lo de señora. La dependienta se molestó. No era nuestra culpa, la dependienta debía de ir de bótox hasta las cejas.

—Largo de aquí —habló, su cara apenas podía expresarse.

—Vale, vale —comenté—. Pero no se queje de que pierde ventas.

Agarré a Naomi del brazo y ambas salimos a la calle. Anduvimos unos pasos y comenzamos a reír como dos locas.

—¿Has visto su cara, tía? ¡Madre mía! —exclamó ella—. Se parecía al Jóker.

—Daba miedo. ¿Has visto como hablando parecía una muñeca de porcelana? Apenas movía la boca.

—Qué yuyu. —Naomi fingió un escalofrío—. ¿Vamos a esa tienda? —señaló otra boutique de lujo. Hice una mueca de desagrado.

—Bueno, espero que no nos vuelvan a echar sino…

—Las mando a la mierda, así de claro te lo digo —comentó Naomi, llevándome hacia la tienda.

No obstante, como tanto nos temíamos, nos volvieron a echar por mucho que insistíamos en que íbamos a comprar. Les parecía raro que dos jóvenes fuesen a gastarse semejante cantidad de dinero. Me sentía como la protagonista de Pretty Woman, ¿qué diferencia había entre ella y yo? Poca, la verdad. Ella se acostaba con sus clientes y yo solo acompañaba a Alejandro a este tipo de eventos. Aunque sentía que tras esa excusa Alejandro tenía otras razones. Que la cuestión era mucho más profunda.

Naomi y yo hicimos una parada para comprarnos dos cruasanes de chocolate, teníamos hambre después de tanta caminata. Hablamos de todo un poco mientras intentábamos encontrar una tienda con vestidos de fiesta adecuados a lo que Alejandro me había pedido, pensábamos que no íbamos a encontrar nada. Estábamos desesperadas. Sin embargo, cuando alcé la mirada de la acera, bastante desanimada por no haber encontrado nada, vi un vestido precioso en un escaparate. Fui hacia la tienda y me apoyé en el cristal.

—¿Te gusta ese? —preguntó Naomi, sorprendida.

—Sí. —Asentí—. Míralo, es precioso.

—Y sexy.

—También. —Reí—. Vamos a entrar, ese vestido tiene que ser mío.

Me acerqué hasta la entrada, pero antes de abrir la puerta escuché hablar a Naomi.

—Ya verás Alejandro… —comentó—. Se va a poner muy contento al verte con ese vestido puesto.

Me giré bruscamente.

—¿Por qué dices eso? —pregunté.

—¡Joder! ¿Tú has visto la abertura en la falda que tiene? ¡Vas a ir cañón!

Claro que lo había visto, ¿lo dudaba? Era un vestido precioso y elegante, de manga larga transparente y corpiño de encaje. La falda parecía de seda y tenía una abertura en la pierna izquierda.

—¿Tú qué crees? —pregunté, rodando los ojos—. Pero eso no es lo mejor. —Me di varios toques en la nariz—. Mira el precio.

Naomi miró el precio, abrió los ojos como platos y dijo:

—No me creo que esto cueste tan poco, tía, es de alta costura.

—Lo sé. —Sonreí.

Entramos a la tienda y, para nuestra sorpresa, la dependienta fue muy amable. Le comentamos nuestro caso y le pedimos el vestido que habíamos visto. Tardé un poco en ponérmelo, las dependientas fueron muy amables y me dejaron unos tacones. Tuvieron que cogerme algunos arreglos de última hora, pero todo estuvo listo en un abrir y cerrar de ojos. Salí muy satisfecha de la tienda junto a Naomi, llegué a pensar que no encontraría nada. Seguimos con la búsqueda de un hotel asequible para poder cambiarme y prepararme para el evento. Encontramos uno muy baratito y súper bien equipado.

Naomi se fue a su casa y yo a la mía. Decidida, hice la cena y me di una ducha rápida. Cené en compañía de mi madre y mi hermana para luego irme a mi habitación para repasar. A las once de la noche decidí acostarme en la cama y, sintiendo que el sueño no venía, agarré el móvil y le mandé un mensaje a Alejandro.

Buenas noches, ¿qué tal estás? Hoy he ido de compras y he encontrado el vestido perfecto. Estaré en un hotel, ¿puedes decirme la dirección del evento?

Dejé el teléfono sobre la mesita y cerré los ojos esperando su respuesta. No tardó en llegar en forma de vibración. Deslicé mi dedo por la pantalla y leí lo que me había escrito.

Buenas noches, Lucía, muy bien, gracias por preguntar. ¿Cómo te encuentras tú? Me alegro muchísimo de que hayas encontrado el vestido perfecto. Había pensado en ir a recogerte, necesito que aparentes ser mi pareja, no quedaría bien que llegases en un taxi. ¿Me dices en qué hotel vas a estar?

No tardé en responde con una sonrisilla en los labios.

No va a ser fácil aparentar ser tu pareja, intentaré hacerlo lo mejor posible. Estaré en el hotel Gran Vía. Respecto a tu pregunta, no me quejo jajaja. Las compras me han agotado. ¿Sabes lo complicado que es ir a comprar a una tienda

de lujo cuando solo tienes 22 años? ¡Nos han echado de todas! Has tenido suerte de que mi amiga sea una cabezota de mucho cuidado, si fuese por mí no hubiese tocado el dinero de tu tarjeta.

Estoy seguro de que lo harás genial, Lucía, tú eres la única que puede hacer esto. Mañana te recojo en el hotel a las ocho de la tarde. Te lo aseguro. XD Ya veo que no te entusiasman mucho las compras, pero te propongo ir algún día conmigo para vengarnos de esas tiendas que os han echado. A lo Pretty Woman, ¿qué te parece?

Me reí para mis adentros. Alejandro, a pesar de ser más adulto, tenía unas ideas muy divertidas. Nunca lo hubiese imaginado poniendo la típica carita de Equis De en un mensaje.

Quizá algún día podamos ir a ver a esas brujas que llevan bótox hasta en el codo. Se parecían al Jóker. XD Me gustaría ver sus caras cuando aparecieras a lo Richard Gere. ¡Estupendo! Te esperaré en el hotel. Buenas noches, Alejandro, que descanses.

Te tomaré la palabra, Lucía. Hasta mañana, que descanses. Espero que no sueñes con esas dependientas estilo Jóker XD

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