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Prólogo

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por David Maldavsky

Conozco a Marilé Manson desde hace unos 35 años, cuando comenzó a interesarse en la articulación entre metapsicología freudiana y clínica. Por ese entonces yo recibía los influjos de la creatividad y la inspiración de Liberman, quien dejó una huella profunda en mi pensamiento, y creo que también en el de Marilé. Continuamos trabajando juntos durante muchos años y fue acompañando una parte importante de mi evolución, incluyendo mi más reciente orientación en el terreno académico y de investigación. A mi vez, tuve la ocasión de acompañarla en la redacción de su tesis de Doctorado en Psicología, y por su parte ella asistió a los seminarios de posgrado sobre el lenguaje del paciente y la investigación psicoanalítica que durante diez años dicté en la Asociación Psicoanalítica Argentina, fue jurado de tesis de doctorado e integró equipos de investigación sistemática de casos presentados en congresos internacionales.

En las investigaciones que hicimos en común aplicamos un método de cuño freudo-libermaniano (algoritmo David Liberman, ADL), diseñado para estudiar los deseos y las defensas en el discurso. Se trata de un método que suele captar numerosos matices en el discurso de los pacientes. Hemos realizado estudios comparativos entre los resultados de los análisis de casos en que se empleó el camino clásico de investigación y los resultados de estos mismos casos con el ADL.

En varias oportunidades, los resultados de uno y otro análisis han sido prácticamente coincidentes, lo cual por un lado muestra que es posible la articulación fecunda entre la investigación clínica y la investigación sistemática y por otro lado pone nuevamente en evidencia la sutileza de la autora en la captación y el estudio minucioso de detalles que requieren tanto de andamiaje conceptual como de rigor analítico.

El trabajo en común a lo largo de tantos años tuvo en todo momento un carácter fecundo, ya que dio lugar a numerosos textos de su autoría, en los que tuve el placer de acompañarla, y en los cuales se ponía en evidencia su compromiso con la práctica clínica y su exposición detallada, acompañada por argumentos teóricos que en su mayoría eran de cuño freudiano.

Uno de los rasgos más destacados de Marilé, que se conserva en el presente, es su pasión por encarar problemas clínicos complejos en el curso de las sesiones y por articular el enfoque de estos problemas con conceptualizaciones psicoanalíticas de diferente orientación, tanto las que predominaron en los años ’70 y ’80 como las más recientes. De cada una de estas conceptualizaciones Marilé ha intentado rescatar aquellos sectores que le permitieron entender con mayor sutileza algún aspecto complejo de los problemas clínicos que debía encarar. A menudo el compromiso con la comprensión de las situaciones clínicas la llevó también a dar importancia a su conexión empática con cada paciente y a examinar inclusive su propia participación en las sesiones como terapeuta, para lo cual tomaba en cuenta los afectos que le promovían en algunos momentos las manifestaciones de un paciente, y en ocasiones enriquecía la descripción de sus sentimientos con algún relato de un episodio que hubiera vivido y que tenía un carácter esclarecedor no solo de su propio vivenciar sino de la escena que el paciente tendía a desplegar en el intercambio terapéutico.

Pues bien, esta misma preocupación por la comprensión de los casos complejos y por disponer de conceptos para pensar su práctica clínica constituye también un sello distintivo en la estrategia expositiva del presente libro, en que es posible observar un incesante pasaje de ida y vuelta desde las descripciones clínicas hasta los conceptos. Del total de los capítulos, la mitad está dedicada a exponer conceptualizaciones sobre diferentes puntos (entre ellos, los psicodinamismos, el duelo patológico, las situaciones traumáticas para lo anímico) y la otra mitad está destinada a exponer con gran detalle casos clínicos y la relación entre las manifestaciones que presentan los pacientes y los conceptos.

También puede observarse un rasgo en la exposición conceptual, sea en los capítulos más teóricos, sea en los clínicos: la diversidad de las orientaciones teóricas a las que Marilé recurre. Sin embargo, esta diversidad no resulta acrítica y carente de coherencia. Su estrategia tampoco es la de quien intenta presentarse como original al agregar algún matiz (probablemente ya expuesto por otros autores) a conceptos psicoanalíticos clásicos y recientes. Es, en cambio, una estrategia más humilde y honesta, y en el fondo, más rendidora. Esta estrategia tiene un doble ordenamiento: cada concepto que selecciona por un lado le permite entender de manera más precisa algún matiz de un sector complejo de una manifestación clínica, y por otro lado se ensambla de manera coherente con los conceptos freudianos que constituyen el fundamento de su enfoque.

En todas sus elaboraciones, tanto teóricas como clínicas, Marilé muestra además una propuesta acorde con los desarrollos recientes sobre la sobredeterminación de las manifestaciones clínicas. En consecuencia, cada vez que expone un concepto enfatiza que el valor que tiene deriva de una combinación con otros muchos para dar cuenta de una manifestación cualquiera. Igualmente, cuando estudia una manifestación clínica tiene especial cuidado en destacar que solo puede ser entendida recurriendo a una red o malla conceptual compleja. Es en este marco que recurre a un concepto poco considerado, el de las corrientes psíquicas, al que Freud apeló para dar espacio a la diversidad de las combinaciones entre los deseos y las defensas en un mismo sujeto al encarar un mismo problema. De este modo la autora puede armonizar en el terreno conceptual las tensiones entre diferentes orientaciones defensivas en pugna en la vida psíquica.

Esta propuesta general del libro así como numerosos detalles del texto armonizan además con las propuestas que por nuestra parte hemos realizado en diferentes publicaciones. Sobre todo su modo de describir con precisión los fenómenos clínicos y de esforzarse por articular diferentes enfoques para entenderlos, así como su modo de aprovechar algunas de las elaboraciones teórico-clínicas más complejas de Freud, despiertan en especial nuestro reconocimiento.

Los Duelos

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