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Sobre Elementos Químicos de Mario Markus
Оглавление¿Cuántos gorilas desaparecen para que hablemos confortablemente desde nuestros celulares? Tantalio, el elemento químico número 73, abundante en minerales africanos, nos contesta; se confiesa, junto a otros ingredientes del mundo, bajo la pluma investigadora de Mario Markus.
La presente obra cumple con levantar el umbral que une lo invisible a lo visible, la indiferencia a la sorpresa, la ciencia a la poesía. Los elementos químicos descubiertos son más que artimañas del universo: son algunas de las respuestas maravillosas que nos conforman el cuerpo, que nos llenan el espíritu de una plenitud duradera e irrepetible.
El libro parte con el comienzo del mundo: con hidrógeno, con helio. Y sigue paseando por la historia, por el aire y por la tierra; revelando milenios, países, héroes y destinos. En el mismo nombre de cada elemento nos reencontramos con los griegos y su mitología, con el latín y también con el ingenio humano.
El siglo XX, en particular, está colmado de descubrimientos, de mártires intelectuales que entregaron sus vidas a cambio de descifrarlos; de guerras que germinaron en una mesa de laboratorio y –desafiando prejuicios– de mujeres que dieron luz a la radioactividad y a la energía atómica.
El científico poeta, a través de sus poemas, comprueba un mundo equilibrista en que hombres y elementos inestables se desafían incesantemente, se combinan para redimir o condenar, para profundizar infinitamente en dirección al poder y al misterio. Pero por sobre todo, para seguir la asombrosa senda de libertad que nos impone la vida: Edvard Munch no solo se lució con el amarillo llameante del sulfuro de cadmio; se lució también con la ansiedad y con el grito que no deja de atravesarnos.
Algunos elementos fueron descubiertos gracias a la observación indagadora en los hogares y muchos de ellos siguen poblando nuestras rutinas de forma sigilosa. La poesía franca y enriquecida de Mario Markus los señala en el vino y en los lápices, en las lámparas y en la música, en los espejos y en el galanteo de las mariposas. De verso en verso, la tabla periódica va dejando de ser un esquema rígido de informaciones para transformarse en una ventana hacia la creación y hacia su verdad más preciada: la vida.
En fin, estos escritos nos alumbran con fósforo, francio y neón, con conocimiento y con lirismo, pues no hay noche más oscura que la ignorancia ni aurora más urgente que el saber. Y si Lavoisier dijo que la materia no se crea ni se destruye, simplemente se transforma, Mario Markus complementa esto: la materia no solo se transforma, sino que nos encanta, nos potencia y nos ilumina.
Flávia Álvares,
Enero Temprano, 2010