Читать книгу Diario pinchado - Mercedes Halfon - Страница 11
ОглавлениеMartes 5, mañana, Mitte
Una de las primeras cosas que hicimos cuando empezamos a salir fue un viaje al mar. Hacía pocas semanas que nos frecuentábamos y te habían hecho una invitación a un festival que incluía algunos días en un hotel cinco estrellas. Me propusiste que fuéramos juntos. Recuerdo el poema que ibas a leer: era largo y rítmico, una especie de aullido que contaba tu educación en una universidad nacional, escarceos con la militancia de izquierda, imágenes de la familia trabajadora que te vio nacer y algunas experiencias con las drogas.
Quisimos llegar un poco antes, para aprovechar el viaje. Las primeras noches dormimos en una hostería vieja de sábanas rugosas, casi transparentes. La mayor parte del tiempo la pasamos en la cama fumando y riendo, o en un balcón diminuto desde el que se veía un fragmento de costa. Una noche cenamos en un restaurante de pescadores en la escollera, cien metros adentro del mar. Las olas golpeaban, crispadas, mientras abríamos mejillones. Por momentos teníamos que levantar la voz para escucharnos.
Después nos trasladamos al hotel reservado por el festival. Fue como ascender de clase social en una semana. Las frutas multicolores del desayuno, la tersura de las toallas blancas. La bañadera enorme y resplandeciente. Llegaron otros poetas invitados y compartimos alguna cena, alguna zambullida en la pileta cubierta. Era divertido sociabilizar, pero al mismo tiempo nos resultaba innecesario. Ya habíamos encontrado nuestra tribu, nuestra célula, nuestra unidad mínima. La sensación era que en cada segundo estábamos percibiendo lo mismo, intercambiando una misma sustancia que entraba por los ojos y salía por la nariz. Hablamos tanto. Leímos tanto. Corregiste tu poema y yo corregí algunos míos. Todo lo que se presentaba por delante era inmenso y era hermoso.
Tengo una foto que me sacaste en esos días. Estoy sobre la escollera, el viento me levanta el pelo y atrás el cielo está completamente limpio. Hay ilusión en la manera en que miro el mar. También en la manera que elegiste mirarme vos.
Tu poema no hablaba de mí, pero tu voz me llegaba del modo que siempre lo hizo: fuerte, grave, con determinación.