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Viernes 15, noche

Atardecer. Las calles son más cálidas a esta hora. La gente está animada, pasan en grupitos conversando, o en bicicletas con ropa distinguida y casual. Salen del trabajo y van a los bares. Ni la menor idea de qué dicen. Qué lindo sería que estuvieras acá, sentado en las escalinatas, mirando conmigo a los que pasan. Hago tiempo fumando, hasta que una campanada solemne anuncia el inicio de la función. Los espectadores deambulan entre el guardarropas, la pequeña librería y una barra donde venden botellas de agua y vino blanco. Vengo decidida a quedarme todo lo que pueda resistir, aunque la pieza dure cuatro horas y sea hablada, por supuesto, en alemán.

Es El maestro constructor, de Henrik Ibsen, dirigida por Frank Castorf. El programa de mano en alemán e inglés dice que fue estrenada en 1893 y que, como muchas otras piezas del dramaturgo noruego, es el retrato de una conducta humana que él pretende discutir. En este caso la crítica es a la ambición, a la búsqueda del éxito a cualquier precio. Un arquitecto que se muere al caer de una torre que él mismo ha construido.

Empieza la obra. No entiendo ni una palabra. Solamente puedo volcar impresiones acá:

— La escenografía está dividida por la mitad. ¡Qué obsesión con dividir todo en dos!

— Del lado izquierdo hay una cocina con armarios de fórmica blanca, vajilla y horno. Del lado derecho, un living: muebles de madera, sillones de terciopelo y una gran biblioteca con libros de verdad.

— Hacen un huevo frito en tiempo real. La mímesis es total.

— Si algo denota el espacio es la sobreabundancia de recursos.

— Los actores gritan permanentemente. Deben estar enfrentando una situación grave…

— ¿Ruptura amorosa? ¿Expulsión del trabajo?

— Parecen sacados de un melodrama o de una ópera.

— No sé si es la lengua o el tono rígido, que todo el tiempo pienso que hablan como soldados.

— Tendría que haber buscado el argumento más detalladamente en casa, donde tenía wifi.

— ¿Encontraría la motivación si entendiera el idioma?

— Ahora hay un karaoke en el que cantan cuatro canciones completas.

— Si algo denota la duración es la sobreabundancia de recursos.

— El criterio es todo lo que sea necesario. No privarse de nada. Pero no todo parece ser necesario. De hecho es lo contrario de necesario.

Esto hubiera sido mucho más ameno de tener compañía. ¿Por qué no estás acá? ¿Por qué no te insistí? ¿Cómo puedo extrañar a una persona que vive conmigo?

Madrugada

Llegué hasta el final en un estado de extenuación perceptiva y mental absoluta. La salida fue tan desesperada que no me alcanzó caminar rápido para llegar a casa. Por correr en medio de la noche cerrada me llevé por delante uno de los monolitos de piedra.

Ahora vos dormís y yo me estoy mirando el moretón azul.

Diario pinchado

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