Читать книгу Diario pinchado - Mercedes Halfon - Страница 16
ОглавлениеDomingo 10, mañana
Me dijiste que tenías trabajo para la beca, que necesitabas concentrarte, que no te iba a alcanzar el tiempo, que a fin de mes tenías que entregar un informe de tu proyecto de escritura, que además ya habías visto los lugares turísticos cuando llegaste, que no te daban ganas de verlos otra vez, que por qué no intentaba salir sola esta semana y no preguntarte todo a vos, que no fuera tan casera, tan capricorniana, que hiciera un esfuerzo por orientarme en la ciudad, que si me llegaba a perder podía preguntar, que no era tan difícil hacerse entender, ¿no?
Pero los dos sabemos que lo más difícil de todo es eso: hacerse entender.
Tarde
Descartada la opción de visitar los lugares con vos, tengo que asumir un problema. Carezco de ese dispositivo mental o quizá corporal que permite crear rápidamente puntos de referencia para orientarse en un lugar nuevo. Me pasa hasta en ciudades a las que fui toda la vida, como algunas en el sur de la Argentina o en la costa atlántica. No me ubico. Es algo más que ser despistada o no ver bien. Es un sentido que me falta.
Sé que hay modos de suplir esa carencia natural y hago grandes esfuerzos: analizar mapas en papel, virtuales, gps, Google Street View, pero a veces ni eso es suficiente. En los mapas hay demasiadas líneas de colores, demasiados puntos, demasiados niveles, demasiadas siglas. Hace un rato estuve intentándolo, pero no hay caso. El idioma tampoco ayuda. Creo que el problema principal es que no puedo relacionar lo que veo en los lugares reales con la síntesis que hacen los mapas. Me detengo en cosas que no son las centrales. Fugas, detalles inconducentes, pavadas. No puedo sintetizar.
Intento sobrevivir así, por eso no soy aventurada. Todavía no me siento en condiciones de ir lejos o tomar medios de transporte. Pero a pie y en distancias cortas, me atrevo. De cometer algún error se puede retroceder: a esa velocidad un cambio de rumbo no es del todo dramático.