Читать книгу Diario pinchado - Mercedes Halfon - Страница 9
ОглавлениеDomingo 3 de mayo
Fuimos a conocer el barrio. Me entusiasmo pensando en los días que tenemos por delante. Quisiera aclimatarme rápido. Me mostraste la plaza más cercana, con sus bancos y toboganes plateados, el prometedor local de productos orgánicos, el restaurante árabe donde comer shawarma y kebab. Después nos desviamos unas cuadras conversando, mientras te contaba chismes y nimiedades de nuestros amigos en Buenos Aires. Quién publicó un libro nuevo, quién se peleó con quién, quiénes están saliendo.
Nos topamos con un parquecito atravesado por senderos de piedra que parecía apropiado para sentarnos a descansar. Muy verde y bastante apartado, pese a estar en pleno Mitte. No lo conocías. Nos pareció extraño su silencio, era un silencio notable, como si lo rodeara un aire espeso, aislante. Una pareja caminaba de la mano con actitud circunspecta mirando hacia los costados, donde algunas cerámicas escritas en yidis estaban pegadas en las paredes, hasta que se detuvieron a leer un cartel. Nos acercamos nosotros también a mirar y resultó que estábamos en un cementerio: el cementerio judío más antiguo de Berlín, fundado en 1672 y clausurado en 1827. Alguna vez contuvo más de doce mil sepulturas, decía. Los cementerios también cierran, pensé. Dejan de recibir muertos y de algún modo mueren. Quiero decir, se convierten en otra cosa: un museo, una plaza.
De ese pasado no quedaba nada, solo ese espacio muy verde –«como todos los parques de acá», dijiste, restándole importancia– y algunos nombres rotos y pegados en las paredes.
En Berlín hay dieciséis cementerios. Algunos fueron casi completamente destruidos por las bombas que alguna vez cayeron sobre estas mismas calles.