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Viernes 8 de mayo, Treptower Park

Se están cumpliendo setenta años del fin de la Segunda Guerra y se percibe un clima raro en la ciudad. Todos los diarios hablan del aniversario, lo celebran como el fin de una dictadura. Hoy llegaron Los Lobos de la Noche, motociclistas rusos que atravesaron seis mil kilómetros para dejar flores en el monumento a los soldados soviéticos caídos en combate. Las autoridades no querían dejarlos entrar al país, pero quedaron presas de la corrección política. Más aún siendo el aniversario de un final que empezó acá, en esta ciudad, con los alemanes perdiendo.

Salió el sol y me propusiste ir a verlos. Son como los Hells Angels pero de Vladimir Putin. Vienen viajando en caravana desde hace meses; pasaron por Bielorrusia, Polonia, República Checa, Eslovaquia, Austria. El trajín no se les nota, están impecables con sus largos cabellos rubios, las camperas de cuero y tachas, las motos enceradas en fila, las banderas flameando sin una arruga, todo brilla como el acero. El monumento al que peregrinaban está en el Treptower Park, cementerio de más de siete mil soldados del Ejército Rojo. Se empezó a construir al terminar la Segunda Guerra y se inauguró en 1949. En la escultura principal un enorme soldado ruso levanta a una niña en brazos, mientras clava una espada grande sobre una esvástica rota. En el dibujo original del monumento había una ametralladora automática en manos del soldado; fue Stalin quien sugirió sustituirla por esta otra arma, quizá más evocativa.

Fuimos a pie y en el camino nos encontramos con Bergen. A medida que nos íbamos acercando a la zona ya veíamos desde lejos a esos ursos. Son tan colosales como el monumento. Intercambiamos algunas palabras con uno que no aparentaba ser tan temible. A Bergen y a vos les pareció gracioso sacarse una foto con él y su bandera. Me diste la cámara y posaste con tu amigo. Me sentí excluida y tonta, pero se la tomé igual: Bergen de un lado del ruso, vos del otro.

Me quedé pensando si urso vendría de ruso, o de urss, de que los rusos son altos, salvajes y temibles. Cuando llegué a casa busqué en internet y no había ninguna relación. Proviene del latín ursus, que significa oso.

Diario pinchado

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