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INTRODUCCIÓN A LA PROBLEMÁTICA

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Con paso taciturno se dirige el hombre contemporáneo hacia un mundo incierto y riesgoso. Ello se constata en el voluntario e insistente tornar la espalda a la luz de la verdad, y en la obstinada marcha hacia la tenebrosa región de las afirmaciones, las acciones y las decisiones ciegas, realizadas en la penumbra cada vez más oscura de un mundo sin verdad.

Como se ve, esta decisión se hace en nombre de la libertad de acción que con ello se ganaría, ya que, según se cree, no pesando sobre los propios hombros la fastidiosa carga de la verdad del mundo, uno podría moverse con toda libertad prácticamente hacia donde mejor convenga, siendo libre y soberano de la propia vida y sus impulsos. Una situación ‘privilegiada’ que ha sacado el oleaje de los nuevos tiempos y sus desarrollos a las costas de nuestra cultura.

Es común oír en las conversaciones que giran en torno a temas epistémicos y normativos, en general, expresiones como “lo dice ¿quién?”, o en inglés, “says who?”, desafiando la credibilidad de cual fuere la fuente epistémica o moral, en nombre de la propia convicción o experiencia. Estos enfoques se listan dentro del mismo grupo de todas aquellas visiones actuales que buscan descartar la verdad por inconveniente y poco práctica, y se lanzan tras la búsqueda de nuevos recursos para la resolución de problemas; recursos, se cree, más incluyentes, menos ofensivos o políticamente más correctos y, sobre todo, más realistas, sencillos y prácticos. Por ese derrotero va la actual noción de posverdad en muchas de las sociedades del presente.

Ahora bien, es interesante no sólo advertir cómo tantas personas con esas y otras expresiones encarnan este tipo de actitudes, y más aún, preguntarnos ¿cuándo comenzó el hombre contemporáneo a otorgarse la autoridad para cuestionar radicalmente la verdad de las tradiciones morales en las que fue criado? O también, ¿cuáles han sido los factores históricos, sociales o culturales que han hecho girar la mentalidad actual hacia esas posturas ‘soberanas’ respecto de la verdad y el mundo normativo?

Los candidatos comunes a respuestas para estas preguntas son: a) la falta de un razonamiento moral correspondiente a cada norma, en orden a hacer patente su fundamentación, importancia y obligatoriedad en la vida diaria; b) la falta de testimonios creíbles en la vida concreta de los adultos, la generación transmisora de verdades e instructora de leyes morales; c) las formas violentas, y hasta crueles, con las que la generación instructora impuso sus tradiciones morales a la generación que los iba a suceder; d) la convicción, de cara a la propia vida y sus experiencias, de que es imposible vivir a la altura de las verdades morales que se nos transmitieron; e) el prejuicio de que todo lo que proviene del pasado es, por lo mismo, vetusto e ineficiente para las nuevas condiciones de vida de las sociedades actuales; f) la convicción, con determinados y variables fundamentos históricos, de que las verdades de la tradición han sido formas de dominación social perpetradas por las clases dominantes, instituciones o grupos de poder; g) la completa ignorancia de los principios de las tradiciones morales debido a la falta de instrucción en el hogar (por la ausencia de padres o tutores) o en la escuela (por no asistir, o por el tipo de instrucción de las nuevas orientaciones escolares); h) la conveniencia, y urgencia, de despacharse las tradiciones a causa de particulares estilos de vida de las sociedades actuales que chocan con determinados principios; i) la total disparidad, y desconexión, entre el mundo cognitivo y el mundo ético de las acciones.

Sea uno de estos factores en especial, sea la suma de todos ellos, lo cierto es que han ido perfilando la cosmovisión, y la correspondiente actitud ante sus decisiones, de muchas de las personas con las que se convive a diario. Esta situación cultural hace que muchos se ubiquen, acaso sin saberlo, en la región de la posverdad, esto es, en ese territorio humano entregado a la sola libertad y arbitrio de cada cual, en ese “más allá de la verdad” donde ésta se ha dejado atrás, por decisión o por desconocimiento, pero se ensaya a vivir sin ella. Puesto como lugar, se habla del “mundo de la posverdad”; visto como tiempo, se dice estar en la “era de la posverdad”.

De la deconstrucción a la confección de lo humano

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