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2.1. El género literario y sus fuentes

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La producción ovidiana del destierro —nos referimos, claro está, a Tristes y Pónticas — pertenece, tanto por su forma como por su contenido, al género elegiaco. En cuanto a la forma, estamos ante poemas escritos en dísticos elegiacos. Y, por lo que al contenido se refiere, el denominador común de las dos grandes colecciones del exilio no es otro que la queja reiterada por su situación desesperada en Tomos, la súplica por la mejora de su suerte y el recuerdo dolorido de la felicidad anterior y de los seres queridos dejados en la urbe. Nos hallamos, pues, obviamente, ante poesía elegíaca, género poético que ya había cultivado nuestro poeta en los Amores y en las Heroidas.

Ahora bien, como muy acertadamente observa E. Bickel 58 , la poesía elegíaca de Ovidio presenta en el aspecto formal «un cuadro muy abigarrado». Concretamente, por lo que a la producción del destierro se refiere, al igual que había ocurrido anteriormente en las Heroidas, la elegía ovidiana aparece mezclada con otro género, la carta literaria. Al igual que las Heroidas, las Tristes y las Pónticas están compuestas en forma de cartas en verso, estrechamente emparentadas con la carta privada, con la diferencia, como ya hemos apuntado más arriba, de que, mientras que en las Pónticas aparecen mencionados los destinatarios de las mismas, en las Tristes, en cambio, se omiten tales nombres. Y es, precisamente, en dicha fusión de los géneros elegíaco y epistolar en la que reside buena parte de la originalidad de estos poemas. En tanto que cartas, ofrecen una serie de informaciones muy variadas: sobre el paisaje, el clima, la vida y costumbres de la región del Ponto, la actividad militar en aquella zona fronteriza del Imperio y, sobre todo, en torno a la vida, afectos y pensamientos de nuestro poeta durante su destierro. Información que resulta tanto más interesante cuanto que nos es proporcionada a través de la experiencia vital de Ovidio.

Esa mezcla de temas tan variados, en los que se combinan las experiencias y vivencias más personales con la realidad hace que en los poemas del destierro aparezcan fundidos elementos formales, lingüísticos y estilísticos propios de diversos géneros literarios, constituyendo ello, asimismo, un rasgo muy característico y original de dichos poemas. De este modo, aunque las Tristes y las Pónticas pertenecen, fundamentalmente, al género elegíaco y epistolar, contienen también mucho del narrativo y descriptivo, que, en ocasiones, se asemeja a la poesía didáctica y otras más bien parece un poema épico. Igualmente, hay pasajes que recuerdan mucho la oratoria, la sátira y la misma tragedia, sin que falten numerosos ejemplos de auténticas piezas líricas 59 .

En cuanto a las fuentes de estos poemas, Ovidio, como todo buen escritor de la Antigüedad Clásica, practica el principio de la mimesis o imitación de los grandes escritores que le habían precedido.

En primer lugar, hay que decir que, si bien la elegía es uno de los géneros literarios más antiguos de la literatura griega y que su vehículo de expresión característico, es decir, el dístico elegíaco, estaba ya acuñado seis o siete siglos antes de Ovidio, es en la literatura griega más cercana a él, concretamente en los poetas alejandrinos, donde hay que buscar los primeros antecedentes de la elegía ovidiana del destierro. Posiblemente, su imitación no se haga de un modo directo, sino indirectamente a través de la fuerte presencia griega en la literatura latina: así, a través de Virgilio estará presente Homero, a través de Horacio Píndaro y de Catulo, los poetas alejandrinos, de los que podríamos destacar a Calimaco y Filetas. Alejandrinos son recursos como el catálogo o el epilion, ampliamente utilizados por Ovidio en estos poemas 60 . Notable es, asimismo, el influjo de los grandes trágicos griegos en estas elegías del destierro: al fin y al cabo, el planteamiento último de las mismas es el de una lucha trágica por parte del poeta contra las adversidades de su destino, bellamente representado por la recurrente imagen de la nave que lucha por sobrevivir en medio de la tempestad 61 .

Pero si la elegía no es un género creado por los romanos, sí ha sido marcado y conformado por ellos con bastante originalidad, en especial por los grandes elegiacos del siglo I a. C. Y es que la elegía adquirió pronto en Roma características propias con nuevos y originales acentos: en las elegías de Catulo, Galo, Propercio, Tibulo y Ovidio encontramos una poesía nueva, mucho más cercana a nosotros, comparable en cierta medida a la lírica moderna. Una poesía tan rica en matices, y aspectos diversos y hasta contradictorios que, en buena medida, resulta paradójica: en efecto, si, por un lado, Ovidio resulta un poeta poco lírico, bastante convencional y a veces también monótono, no menos cierto resulta que «es en esos poemas —se refiere, evidentemente, a los poemas del destierro— donde está, auténtico y vivo, el corazón de Ovidio» 62 . Y son, precisamente, las elegías ovidianas del destierro una de las muestras que mejor evidencian la riqueza temática y capacidad expresiva de la elegía latina, en abosluto reducida al tema amoroso. Y es que los límites temáticos de la elegía romana son indecisos y ésta debe su unidad, aparte de a la forma métrica del dístico, «à une certaine attitude de l’âme, une certaine manière de ressentir nos rapports avec le monde et de rendre à celui-ci les sentiments qu’il nous impose» 63 .

Simplificando mucho, podríamos decir con P. Grimal que la elegía romana «es el resultado de una confluencia entre el género epigramático y la elegía narrativa que se había desarrollado en la poesía helenística» 64 . De ahí que la fuente más clara en que se inspira Ovidio para sus elegías sea, tal vez, Catulo, de quien encontramos no pocos ecos en estos poemas y a cuyo través debió de tomar el poeta de Sulmona tantos recursos típicos de la poesía helenística.

Ahora bien, decíamos antes, con palabras de E. Bickel, que el aspecto formal de las elegías de Ovidio presenta «un cuadro muy abigarrado», debido a la fusión de varios géneros literarios. De ahí que las fuentes romanas de las elegías ovidianas del destierro sean muy variadas, no limitándose en exclusiva a Catulo, ni tan siquiera a los otros grandes elegiacos como Propercio y Tibulo. Si en él la elegía adopta la forma de carta literaria, la influencia de Horacio, que da forma definitiva a la carta poética en la literatura romana, tiene que ser notable. Si en estos poemas hay numerosos rasgos épicos, las reminiscencias de Ennio y, sobre todo, de Virgilio no pueden faltar. Asimismo, el influjo de Lucrecio es considerable, tanto en el tono como en aspectos formales de detalle: no olvidemos el fuerte carácter narrativo y didáctico que tienen estos poemas del destierro. Y, por último, hay que hablar de Ovidio como fuente de inspiración de sí mismo: Ovidio sui imitator 65 . La repitición de frases, clichés y episodios de la producción anterior al destierro es frecuente en estos poemas. Pero, sobre todo, su elegía amorosa, en especial la de las Heroidas, es la fuente principal de inspiración del Ovidio del destierro, tanto por lo que a su aspecto formal se refiere —carta poética—, como por su contenido, si bien adaptado, obviamente, a las circunstancias especiales y personales en que se encuentra ahora el poeta.

Tristes. Pónticas.

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