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2.2. Valor literario

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Si examinamos detenidamente la bibliografía sobre Ovidio, podremos comprobar que, aparte de haber sido la producción del destierro la que menos atención ha merecido, es la vertiente estilístico-literaria de dichos poemas la menos estudiada, en beneficio de otros aspectos como los históricos, jurídicos, etc. Por eso, hemos querido introducir aquí un epígrafe que hemos titulado, de modo un tanto ambicioso, «valor literario», si bien nos tendremos que limitar a una somera enumeración de los diversos puntos o aspectos que constituyen dicha valoración literaria 66 .

Como es bien sabido, ha constituido un verdadero tópico —y en buena medida lo sigue constituyendo— subestimar la producción poética del destierro de Ovidio, argumentando que ésta acusa un notable declive de su inspiración poética 67 . En mayor o menor medida, la práctica totalidad de los autores se han referido o han subrayado tal fenómeno, Se les han formulado a tales poemas los más variados reproches: desde los puramente formales a los de contenido.

Bien es verdad, si de ser objetivos se trata, que no han faltado tampoco las voces, aunque mucho más aisladas y bastante tímidas, en favor de la producción ovidiana del destierro 68 .

Permítasenos, por ello, que, a la vista de lo que se ha dicho al respecto, y atendiendo fundamentalmente a nuestro estudio personal de estos poemas, hagamos aunque sólo sea una enumeración de los motivos de valor, tanto formales como de contenido, que encontramos en los mismos y de modo muy concreto en las Tristes.

En primer lugar, corresponde a Ovidio la gloria de haber inaugurado un nuevo género de elegía por partida doble: elegía autobiográfica y además epistolar, que tuvo el enorme mérito de aportar aires nuevos al lirismo romano. Nos atreveríamos a decir, incluso, que esta especie de diario del destierro ovidiano se trata de la más auténtica elegía romana en el sentido etimológico de la palabra: «no verás en ellos otra cosa que tristeza», dirá el propio Ovidio de sus poemas 69 , y en la primera elegía del libro V de las Tristes insiste:

Y así como mi estado es lamentable, de la misma forma

lo es mi poesía, adaptándose lo escrito a su materia 70 .

Si bien se ha dicho de Ovidio que «es el menos profundo de sentimiento entre los grandes elegiacos latinos» 71 , el mismo autor llama a las Tristes «verdadero monumento del dolor y el más complejo poema de que pueda enorgullecerse la literatura del llanto» 72 .

En el apartado de aspectos formales o estilísticos, hay también una serie de puntualizaciones que hacer y que nos ponen de manifiesto que la poesía ovidiana del destierro es sumamente cuidada y elaborada.

Y es, precisamente, el preciosismo uno de los rasgos más destacados y característicos de estos poemas. Preciosismo que podríamos reducir a los siguientes puntos:

1) Preciosismo en el empleo de los más variados recursos estilísticos: valga como botón de muestra de los muchos ejemplos que podríamos poner el siguiente verso: candida nec nigra cornua fronte geras 73 un precioso verso quiástico con un contraste extraordinariamente llamativo (candida/nigra) y con una pareja aliterante que contribuye a subrayarlo aún más (candida… cornua).

2) Preciosismo en la construcción u orden de las palabras: como ejemplo representativo bien puede valer el siguiente verso: si quis qui quid agam forte requiret erit 74 , donde encontramos un tipo especialísimo de construcción, al que J. Marouzeau llama «concéntrica» 75 .

3) Por último, hallamos un tipo de preciosismo en el que se combinan ambos fenómenos, es decir, los recursos estilísticos y el orden de las palabras. Así, por ejemplo, en nec fragili geminae poliantur pumice frontes 76 , donde encontramos un verso áureo con verbo-bóveda y construcción quiástica de sus elementos, además de una doble pareja aliterante.

Ejemplos como éstos podrían multiplicarse indefinidamente como muestra evidente del preciosismo de nuestro poeta. Pero los citados creemos que son suficientes. Hagamos ahora un rápido repaso por los diversos apartados o niveles lingüísticos y veamos cuáles son los rasgos más castacterísticos del estilo de Ovidio en cada uno de ellos.

Por lo que al nivel de los sonidos se refiere, hemos de decir que las aliteraciones y demás recursos fonoestilísticos nos parecen, cuando menos, tan frecuentes en estos poemas como en el resto de la producción ovidiana, y casi nos atreveríamos a decir que incluso más. Sirva, a modo de ejemplo, la serie de homeoteleuton formando auténticas rimas, en posiciones equivalentes del verso, que encontramos al final de la tercera elegía del libro I de las Tristes: complorasse/uocasse, gemuisse/uidisset, uoluisse/periisse 77 . Y son, precisamente, estas series de homeoteleuton, situadas casi siempre al final de cada hemistiquio y constituyendo en ocasiones verdaderas rimas leoninas, lo más característico del plano fónico de estos poemas y muy en especial de las Pónticas.

Dentro del capítulo correspondiente a las relaciones metro/sintaxis, nos sorprende considerablemente la acusación de E. Paratore en el sentido de que «en las elegías del destierro resulta exasperante la sistemática correspondencia entre período y dístico» 78 , siendo así que tal correspondencia es práctica común en toda la poesía latina elaborada en dicho metro, a excepción de Catulo. En cuanto a Ovidio, si presenta excepciones a esta norma en Heroidas y Amores, aproximadamente la misma situación excepcional encontramos en Tristes y Pónticas, siendo algunos de dichos poemas, por su temática, especialmente aptos para tal ruptura entre metro y sintaxis: recordemos, por ejemplo, las elegías primera y tercera del libro I de las Tristes.

Respecto a otros recursos retórico-estilísticos, como son las antítesis, los quiasmos, etc., tampoco encontramos diferencia apreciable entre su producción anterior y la de la época del destierro 79 , si bien podríamos decir, al contrario de lo que parece concluir H. Bardon 80 , que si algo caracteriza el estilo de estos poemas es la fuerte presencia de rasgos típicamente barrocos, de los que destacaríamos la larga serie de contrastes que encontramos en ellos, fundamentalmente contrastes léxicos 81 .

Aludamos, por último, a otro aspecto que creemos importante y muy discutido por cierto en la poesía del destierro y que es, asimismo, señal evidente de su estilo barroco: nos referimos al papel de la repetición 82 . Repetición que encontramos en la modalidad de simples repeticiones léxicas, en especial de formas pronominales personales, en forma de versos o partes de verso que se repiten con cierta frecuencia o en la propia reiteración de los temas abordados en ellas, entre otras. Las posibilidades que ofrece el análisis o estudio de la función de la repetición en estos poemas constituyen una cantera inagotable, que hemos intentado desvelar en un estudio sobre el particular 83 , estimulados por los estudios como los de Brannan a propósito de Baquílides 84 o de Evrard-Gillis sobre Catulo 85 .

Y bien, ¿qué función desempeñan dichas repeticiones? Digamos muy someramente que, aparte de subsanar la equivocidad típica del signo lingüístico, la función más general y común a todos los fenómenos de redundancia que aparecen en estos poemas del destierro no es otra que la de superar las condiciones eminentemente adversas de todo tipo, especialmente psicológicas, en que se desarrolla la comunicación. En efecto, si consideramos globalmente la producción elegíaca del destierro de Ovidio, nos vemos obligados a admitir que la redundancia o monotonía que tanto la caracteriza desempeña una función primordial en lo que M. Marcovich ha llamado «plan general de su poesía del exilio», que «consiste en no dejarse caer en el olvido, sino por todos los medios y a toda costa… refrescar constantemente la memoria del público y de los espíritus influyentes en Roma sobre la persona del desterrado, para así lograr el perdón y el regreso a la patria, o bien el traslado a otro lugar menos duro» 86 . Es uno más de los innumerables matices que encontramos en este rico poeta, del que se ha dicho que es «el más auténtico y más semejante a la vida de cuantos tienen las letras latinas» 87 .

Pero es que, además, hay que tener en cuenta que dicha monotonía se puede considerar como una manifestación de la tendencia del nuevo estilo, en cuanto reacción al clasicismo augústeo, en el sentido de no pretender tanto la perfección formal como el defender que la poesía debe adaptarse y parecerse al ingenio de su autor, con sus características personales y, por tanto, también con sus imperfecciones. Es decir, estos poemas representarían un progresivo acercamiento de la fantasía poética de Ovidio a la vida real, aunque sin, por ello, alejarse o prescindir de la retórica, sino todo lo contrario, ya que en estos poemas hay abundante proliferación de elementos patéticos (los topoi típicos del género consolatorio), que contribuyen sobremanera a producir esa sensación de monotonía 88 , que más bien calificamos de redundancia y que tan característica es del estilo barroco que se inicia con ese grupo de poetas del siglo I , encabezados en cierta medida por Ovidio, cuyo rasgo más característico es, precisamente, esa intensificación o vuelta sobre los mismos temas 89 , que culminará en Roma la tendencia alejandrinizante cultivada ya antes por el movimiento neotérico 90 .

Pasando ya a otro punto, tenemos que destacar la perfecta fusión a que llega Ovidio en su poesía del destierro entre motivos auténticos y motivos literarios, especialmente en lo que a la forma epistolar se refiere 91 . En este capítulo habría que referirse al aprovechamiento simbólico que hace el poeta de una serie de motivos naturales: citemos, entre otros, la frecuente correspondencia entre paisaje interior y exterior, que tanto aparece en los poetas de la época de Augusto 92 y que sería nota típica del Romanticismo, o motivos como los colores, la luz, la oscuridad, el mar, la nave zozobrante, la luna, el arado, el desierto, etc.

Y, por último, está la importancia que en estos poemas cobran temas como el de la creación poética, que se integra en la arquitectura de las Tristes y Pónticas de manera muy relevante 93 . En ellos nos habla Ovidio de lo que ha sido y es su poesía, justificándola por medio de la explicación de qué es lo que entiende por la función del poeta: nos presenta la poesía como objeto imperecedero que asegura al Príncipe y a sus empresas fama inmortal 94 , hasta el punto de llegar a decir:

También con los versos, si está permitido decirlo, se crean los dioses 95 .

El oficio y el papel del vates —el officium poético— cobran así un relieve y dignidad extraordinarios 96 .

Nos podríamos extender en la enumeración de una serie prácticamente interminable de rasgos estilístico-literarios. Creemos, no obstante, que los puntos hasta aquí esbozados permiten sobradamente concluir, frente a las valoraciones negativas de que hablábamos al comienzo, que la poesía ovidiana perteneciente a la época del destierro experimenta una profunda interiorización, es decir, se hace más profunda y rica, lo que constituye un caso único en la poesía latina que se caracteriza por su exteriorización. En este sentido, tanto por la interiorización que experimenta la poesía del destierro como por el carácter angustiado de la misma, podemos decir que Ovidio resulta un poeta sorprendentemente moderno y actual, lo que le hace atractivo al hombre de nuestros días. Y si bien es verdad, como recuerda H. Bardon, que «la force de création verbale s’est affaiblie dans l’exil de Tomes» 97 , hay que entender que ello viene, en buena medida, impuesto por el propio carácter de estas elegías y que en absoluto se puede olvidar su calidad estilístico-literaria.

Si concluimos haciendo una valoración global de las elegías ovidianas del destierro, habrá que admitir que nos hallamos ante una dimensión profunda de la poesía, por la que la labor poética, lejos de ser un recurso artificioso o de puro entretenimiento, adquiere una considerable vinculación con la vida y con los intereses del poeta, valiéndose para tal fin de todos los medios que la retórica y la poética le ofrecían.

Es una poesía que nace del dolor, y como tal hay que interpretarla. En ese sentido creemos que no le faltaba razón a Ripert cuando ya en 1921 decía de las Tristes y las Pónticas que eran «los dos libros más punzantes, más directos y más humanos, tal vez, que nos haya dejado la literatura latina» 98 . Y, unos años después, G. Ferrara diría que con las Tristes nos hallamos ante «il piú grandioso poema di dolore che sia mai stato scritto, il piú complesso componimento che vanti la letteratura dei treni e delle lamentazioni» 99 .

Por otro lado, Ovidio, durante la época de su destierro, interioriza extraordinariamente su poesía, hasta el punto de que se ha podido decir que es «un poeta entre dos mundos», Oriente y Occidente, diríamos nosotros, aunque H. Fraenkel 100 lo haya dicho con otra intención. Esa propia interiorización es un rasgo muy moderno de su poesía del destierro: el tremendo problema de la soledad y de la incomunicación del hombre en el mundo moderno es algo que encontramos ya en estos poemas.

Por todo ello, como parece apuntar J. Carcopino 101 , tal vez sea Ovidio el poeta más moderno de las letras latinas. Si a esto añadimos lo dicho antes sobre su papel innovador por lo que al género elegíaco autobiográfico y en verso se refiere, cobran pleno sentido las palabras de Séneca catalogándolo de poetarum ingeniosissimus, y que bien podríamos traducir como «el más original de los poetas».

De esta manera, no sólo encontramos justificación para la poesía ovidiana del exilio cuando descendemos al análisis concreto y detallado de cada uno de los poemas, en sí mismos considerados, como alguien ha puesto de manifiesto 102 , sino también, y diríamos que sobre todo, cuando analizamos dicha producción en su conjunto.

Tristes. Pónticas.

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