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1.1. Causas del destierro

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Y bien, ¿cuáles fueron los verdaderos motivos de tan dura e inesperada condena?

Es ésta una de las cuestiones más debatidas de cuantas se refieren a los escritores latinos y que tanto la Antigüedad como el propio Ovidio dejaron envueltos para siempre en el más recóndito de los misterios. En efecto, tal y como dice F. Della Corte 2 , «no estamos en condiciones de resolver el misterio de los motivos por los que Ovidio fue relegado a Tomos». No se nos antoja una mera casualidad que John C. Thibault haya titulado su estudio sobre el particular «The mystery of Ovid’s exile». Y es que parece como si nuestro poeta hubiera querido correr una cortina de humo sobre el tema 3 . Pues, si bien es abordado en casi todos sus poemas del destierro, lo hace Ovidio con un cierto halo de misterio, sin desvelar nunca el secreto y dándolo por sabido, como de hecho debió de ser para sus contemporáneos 4 .

Desgraciadamente, nuestro largo estudio de los poemas del destierro no nos ha aportado nada nuevo a la incansable búsqueda a la que, por otra parte, las mentes más lúcidas y las imaginaciones más fantasiosas han dedicado todo su esfuerzo durante siglos. Y es que el misterio que rodea la condena de Ovidio, de no mediar algún descubrimiento inesperado, parece realmente avocado a quedar sin desvelar para siempre.

Hay quien piensa que la condena de Augusto se debió más a una medida de precaución que a un crimen o delito concreto cometido por el poeta, ya que no medió proceso condenatorio oficial alguno.

Ahora bien, aun en el supuesto de que esto fuera así, habría que pensar en una o varias razones que indujeran al Emperador a tomar dicha medida. Y ahí es donde la crítica de todos los tiempos se ha torturado y lo sigue haciendo en su intento de clarificar la cuestión. El propio poeta alude constantemente en su producción del destierro a las causas de la condena, pero, cuanto más lo hace, más impreciso, misterioso y oscuro resulta.

Con dos palabras nos define Ovidio los motivos de su condena: carmen et error 5 , «un poema y una equivocación». Respecto al poema, parece haber acuerdo unánime en que se refiere a su Arte de amar, sobre el que, al parecer, descargó el Emperador toda su severidad, a tenor de las referencias del propio poeta y de otros autores antiguos 6 . Augusto, restaurador de la moralidad pública romana, no podía dejar de castigar al autor de una obra con la que se convertía en maestro del adulterio y de la obscenidad: «Se me acusa de haberme convertido en maestro del impúdico adulterio» 7 . En efecto, la moderna crítica coincide en interpretar que con esta afirmación Ovidio se revela como el primer y único poeta que permanece básicamente ajeno a los ideales de la restauración políticomoral de Augusto. Y ello en toda su poesía erótica, pero muy especialmente en su Arte de amar, que representaba la negación de los valores morales defendidos por el Príncipe y difundidos por la propaganda imperial y por las Leyes Julias sobre el matrimonio.

Conviene subrayar, a este respecto, que Ovidio es un poeta con una actitud marcadamente liberal, reflejo de la atmósfera de libertad que se respiraba en el Círculo de Mesala, y bastante indiferente a las preocupaciones políticas de Augusto. Esto debió de influir en que las relaciones entre Augusto y Ovidio no fueran nunca demasiado cordiales y en el hecho de que el Emperador desistiera de atraerse a su lado al poeta más brillante de la segunda generación de escritores augústeos, como antes lo había hecho con Virgilio y Horacio, por ejemplo. Será sólo al final de su vida, en sus poemas del destierro, y por razones obvias, cuando Ovidio se comportará como un poeta de corte, con abiertas lisonjas y adulaciones al Emperador y a su familia 8 .

Hay, sin embargo, quienes piensan que la condena del Arte de amar no fue más que un pretexto para disimular la verdadera causa de la condena del poeta, que habría que buscar más bien en ese error o equivocación fatal que él mismo lamenta tantas veces. El propio poeta nos da pie a pensarlo:

No hay ninguna culpa en tu Arte.

Pero ¡ojalá puedas defenderte!

Tú sabes que lo otro que te perjudicó es más grave 9 .

Ese otro motivo, que parece que fue lo que en realidad le llevó al destierro, debía permanecer en silencio 10 , por cuanto su revelación —en palabras del propio poeta— volvía a ofender al Emperador, si bien en Roma debía de ser un secreto a voces 11 . ¿De qué se trataba?

Ovidio repite insistentemente que se trataba de un «error», de una «equivocación» cometida por él, sin intencionalidad o maldad alguna 12 . En efecto, el poeta habla de una «falta» (culpa), que no llega a ser «delito» (scelus, facinus), debida más a su ingenuidad (simplicitas) o necedad (stultitia) que a una acción consciente o premeditada. Incluso llega a decirnos que su equivocación había consistido en «contemplar algo», «haber visto algo» que no debía 13 y que ofendió al Emperador. Pero no dice más. De ahí la infinidad de teorías surgidas al respecto, que han tratado de explicar el motivo del destierro de Ovidio de las formas más diversas. Permítasenos enumerar, simplemente, las más importantes 14 .

1) El poeta, sin pretenderlo, habría contemplado a Livia mientras se bañaba en su piscina 15 .

2) Ovidio se habría presentado en casa de Augusto en el momento en que éste, informado del desastre de Varo, se encontraba bajo un ataque de cólera tan grotesco que el poeta lo ridiculizaría en epigramas de circulación clandestina 16 .

3) Ovidio habría descubierto fortuitamente el incesto del Emperador con su hija Julia 17 .

4) Ovidio habría sido testigo del adulterio de Julia, hija de Augusto, e incluso lo habría favorecido 18 .

5) Habría sido testigo y habría propiciado el escandaloso adulterio de Julia Minor, nieta del Emperador 19 .

6) Ovidio habría conspirado con Fabio Máximo para devolver el derecho de sucesión imperial a Agripa Postumo, nieto de Augusto y relegado por éste a la isla Planasia 20 .

7) El poeta habría entrado en el recinto donde se celebraba una ceremonia sagrada en honor de Isis o la Buena Diosa, reservada a mujeres, donde pudo también haber contemplado desnuda a Livia 21 .

8) Ovidio habría asistido a una sesión de adivinación prohibida de antemano. Esto vendría agravado por el hecho de que el poeta hubiera pertenecido a uno de los círculos neopitagóricos tan en boga en su tiempo 22 .

9) Nuestro poeta habría frecuentado determinados círculos de oposición al Emperador, como el de Fabio Máximo 23 .

Sin entrar a discutir y valorar todas y cada una de las razones que se han aducido e imaginado, señalemos que las más esgrimidas por los diversos autores se pueden reducir a los tres grupos siguientes: razones de tipo moral, de carácter político y de orden religioso.

Por lo que a las razones de carácter moral se refiere, consistirían en la contemplación por parte de Ovidio de alguna escena humillante para Augusto o para Livia. O, como parece bastante más probable, en su complicidad en la conducta escandalosa de alguna de las dos Julias, la hija o la nieta del Emperador. A la primera, Julia maior, se la habría relacionado con la Corina de los Amores de Ovidio 24 . Pero resulta muy difícil de admitir esta opinión, dado el espacio de tiempo tan enorme que transcurre entre la publicación de los Amores —alrededor del 20 a. C.— y el momento en que se condena al poeta —el 8 d. C.—. Más plausible resulta la idea de relacionar la condena de Ovidio con Julia minor, la nieta de Augusto, que era condenada por éste al destierro el mismo año que el poeta, debido a su conducta escandalosa, conducta que Augusto relacionaría con el Arte de amar.

Las razones de tipo político están relacionadas todas ellas directa o indirectamente con los grupos de oposición a la política imperial o con el grave problema planteado en torno a la sucesión a Augusto. En casi todas las teorías que esgrimen este móvil político como causa de la condena de Ovidio desempeñan papel importante personajes políticos como Fabio Máximo o como el nieto de Augusto, Agripa Póstumo. Se trataría, pues, de que Ovidio hubiera participado con Fabio Máximo en algún tipo de operación política en favor de Agripa Postumo, condenado por su abuelo al destierro, o de Germánico. O bien se pudo tratar de la participación del poeta en alguna otra conjura política contra Augusto, o por el simple hecho de haber caído en desgracia ante el Emperador por cualquier actuación suya particular unida a su fama de poeta licencioso.

Por último, las razones de orden religioso esgrimidas aluden a la revelación o profanación de los misterios eleusinos o de los cultos en honor de Isis o de la Buena Diosa, a su participación en alguna sesión adivinatoria en torno al problema de la sucesión de Augusto o a su participación en algún grupo neopitagórico o rito órfico 25 .

Digamos, para concluir, que lo que nos parece más probable es que Ovidio, al resultar descubierto en alguna reunión vedada o por haber presenciado algo que no debía, más de orden político, quizás, que privado, es por lo que fue condenado por el Emperador, sirviendo de pretexto oficial u oficioso su autoría del Arte de amar, así como su conducta privada un tanto licenciosa e implicada en los numerosos escándalos de la familia imperial. En concreto, el pretexto bien pudo ser una reunión celebrada en casa de Fabio Máximo, conocido por su oposición a Tiberio. Dicha reunión estaría motivada por móviles dinásticos tendentes a propiciar una descendencia a Augusto por parte de Julia o de Agripa Postumo en detrimento de las aspiraciones de Tiberio y Livia, lo que exasperaría a estos últimos, quienes, acogiéndose al pretexto de algún motivo de escándalo o falta grave inherente a dicha reunión, conseguirían la condena de los asistentes a la misma. El motivo bien pudo ser el tinte neopitagórico de todos o de muchos de los asistentes. Bien sabido es cómo el neopitagorismo apelaba a una metafísica revolucionaria que minaba hasta sus fundamentos la religión de los antepasados, que Augusto tanto se esforzaba por renovar y rehabilitar.

En definitiva, vemos que en cualquier caso debió de ser más bien un conjunto o cúmulo de razones de diverso orden lo que debió de motivar el castigo de Ovidio. Por otro lado, parece también muy probable que en la condena de nuestro poeta intervinieran la intrigante Livia y su hijo Tiberio, lo que explicaría la confianza con que Ovidio parece dirigirse en sus poemas a Augusto y Germánico, frente a la desconfianza con que, por el contrario, alude a madre e hijo.

Mejor suerte hemos tenido con los datos relativos al castigo mismo, así como con todo lo que se refiere al hecho mismo de su partida y a las condiciones de vida en el lugar de confinamiento, pues contamos con numerosos datos autobiográficos del poeta a este respecto, especialmente el libro I de las Tristes, que nos cuenta las peripecias de su viaje desde que sale de Roma hasta llegar a Tomos.

Tristes. Pónticas.

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