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2.3. Su influjo en la literatura posterior
ОглавлениеElogiado y considerado ya en vida como uno de los más grandes poetas de Roma 103 , aunque no precisamente ni ante todo por sus elegías del destierro, Ovidio continuó siendo uno de los principales modelos, al menos por lo que a la forma de expresión se refiere, para los poetas de la época del Imperio e incluso para los propios cristianos 104 : recordemos, por ejemplo, a Silio Itálico 105 , Estacio, Juvenal 106 , Arnobio 107 , Ausonio, Claudiano, Rutilio Namaciano, Prudencio 108 , Paulino de Nola, Sidonio Apolinar y Venancio Fortunato, entre otros.
Entre los autores de la Antigüedad que, de un modo o de otro, se hacen eco de las elegías ovidianas del destierro, tenemos a Quintiliano, quien las critica por excesivamente exuberantes y redundantes, y a Rutilio Namaciano, quien en su poema Sobre su regreso imita ostensiblemente el tono de la elegía ovidiana, por considerarse también él como un desterrado de su patria en Roma.
Pero si la poesía del destierro no tiene demasiada repercusión en su época ni en los siglos inmediatamente posteriores, su influjo es enorme durante la Edad Media 109 , convirtiéndose entonces en el poeta de mayor relieve e importancia, después de Virgilio y por delante incluso del propio Horacio, como evidencian los diversos cánones medievales de autores clásicos, como los de Conrado de Hirsau, Emérico, Hildeberto de Lavardin o Chaucer. Su influjo es grande entre los poetas carolingios desterrados, como muy bien ha señalado G. Brugnoli 110 , y asimismo es notable en los Poemas menores de Hildeberto de Lavardin, poeta exiliado, a caballo entre los siglos XI y XII , que imita los poemas ovidianos del destierro 111 , al igual que Marulle, soldado exiliado en Italia, del siglo xv, que también imita a Ovidio en sus Epigramas. En general, diríamos que casi todos los poetas errantes o clérigos desterrados o expulsados de sus países durante esta época toman las elegías del destierro de Ovidio como modelo principal de su poesía, plasmando en ella un lamento por sus circunstancias vitales 112 . Otro autor que acusa un evidente influjo de estos poemas ovidianos es Albertino Mussato, del círculo de poetas de Mantua, a caballo entre los siglos XIII y XIV , que cultivó el género de la epístola poética y de la elegía y alguna de cuyas composiciones es un claro centón de las Tristes 113 .
Durante el Renacimiento, Ovidio continúa siendo considerado uno de los grandes modelos a imitar por casi todos los poetas elegiacos 114 , aunque ya no con la intensidad con que lo había sido en época medieval. Por lo que se refiere a su influjo en España durante esta época, remitimos al interesante artículo de R. Schevill, «Ovid and the Renaissance in Spain» 115 .
Durante los siglos XVII y XVIII , el influjo del poeta se mantiene a través, sobre todo, de las numerosas traducciones que de estos poemas se hacen, especialmente en la Francia de Luis XIV 116 , destacando las del abad de Marolles, la de Binard y la de Kervillars. Evidente es, por ejemplo, el influjo de Ovidio en Racine, tal y como ha puesto de manifiesto G. May 117 . En la España de esa época destaca, hacia la mitad del s. XVIII , la figura del poeta salmantino Francisco Sánchez Barbero, condenado al presidio de Melilla, que compara su destierro con el del poeta de Sulmona en su epístola A Ovidio, donde el influjo del poeta latino es evidente.
Posteriormente, durante el Romanticismo, observamos, en relación con el influjo de los poemas del destierro de Ovidio, un hecho doble y aparentemente contradictorio. De una parte, la imagen del poeta desterrado y perseguido ejercerá un gran atractivo entre los poetas románticos: así, por citar un ejemplo, es notable la influencia de la elegía ovidiana en la lírica del destierro del Duque de Rivas, y podríamos decir que esta influencia es evidente en la serie de autores que va de Chenier a Lamartine, pasando por Víctor Hugo y Goethe 118 . Ahora bien, de otra parte, la imagen de poeta excesivamente adulador que ofrecen sus elegías del destierro le valió un juicio bastante negativo a cargo de algunos críticos del Romanticismo, que hubieran preferido que nuestro poeta hubiera asumido de un modo más «romántico» su condena.
El influjo y la presencia de Ovidio llega hasta nuestros días, como evidencia la famosa novela del rumano V. Horia, Dios ha nacido en el exilio 119 .