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DOMINGO DENTRO DE LA OCTAVA DE NAVIDAD
ОглавлениеDOMINGO DE LA SAGRADA FAMILIA DE JESÚS, MARÍA Y JOSÉ
«Después de la partida de los magos, el Ángel del Señor se apareció en sueños a José y le dijo: “Levántate, toma al niño y a su madre, huye a Egipto y permanece allí hasta que yo te avise, porque Herodes va a buscar al niño para matarlo”. José se levantó, tomó de noche al niño y a su madre, y se fue a Egipto. Allí permaneció hasta la muerte de Herodes, para que se cumpliera lo que el Señor había anunciado por medio del Profeta: ‘Desde Egipto llamé a mi hijo’.
Cuando murió Herodes, el Ángel del Señor se apareció en sueños a José, que estaba en Egipto, y le dijo: “Levántate, toma al niño y a su madre, y regresa a la tierra de Israel, porque han muerto los que atentaban contra la vida del niño”. José se levantó, tomó al niño y a su madre, y entró en la tierra de Israel. Pero al saber que Arquelao reinaba en Judea, en lugar de su padre Herodes, tuvo miedo de ir allí y, advertido en sueños, se retiró a la región de Galilea, donde se estableció en una ciudad llamada Nazaret. Así se cumplió lo que había sido anunciado por los profetas: ‘Será llamado Nazareno’» Mt 2,13-15. 19-23
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«Dios, amador de los hombres, mezcla trabajos y dulzuras, estilo que Él sigue con todos los santos. Ni los peligros ni los consuelos nos los da continuos, sino que de unos y otros va Él entretejiendo la vida de los justos. Así hizo con José. Si no, miren. Vio encinta a la Virgen, y esto le llenó de turbación y angustia suma, pues pudo sospechar que su esposa hubiera cometido un adulterio; pero inmediatamente se presentó el ángel, que le disipó la sospecha y quitó todo temor. Ve al niño recién nacido, y ello le procura la más grande alegría; pero bien pronto a esta alegría le sucede un peligro no pequeño: la ciudad se alborota, el rey se enfurece y busca matar al recién nacido. A este alboroto le sigue pronto otra alegría: la aparición de la estrella y la adoración de los magos. Tras este placer, otra vez el miedo y el peligro: Porque busca -le dice el ángel- Herodes el alma o la vida del niño. Y nuevamente el ángel da orden de huir y cambiar de sitio a lo humano, pues no era aún tiempo de hacer maravillas. Si el Señor hubiera empezado a hacer milagros desde su primera edad, no se le hubiera tenido por hombre. De ahí que tampoco se construye de golpe el templo de su cuerpo, sino que primero viene la concepción, luego la gestación por nueve meses, luego el parto luego la leche de los pechos, el silencio por todo aquel tiempo; en fin, el Señor espera la edad conveniente de varón a fin de que por todos estos medios sea fácilmente aceptado el misterio de la encarnación. ¿Por qué, entonces -me dirán-, se hicieron estos milagros desde el principio? Se hicieron en gracia a la madre, a José, a Simeón, que estaba ya para salir de este mundo; por los pastores, por los magos, por los judíos. Porque, si éstos hubieran querido atender con cuidado a lo que sucedió al principio, no hubieran sacado poco fruto para lo por venir»7.
UN DIOS FAMILIERO
La familia está padeciendo una grave crisis de identidad. Y la familia cristiana, está asediada por una sociedad que como en los tiempos de Herodes y Arquelao, desconoce o combate los genuinos valores del humanismo cristiano.
Nos estamos olvidando de que la familia sigue siendo el espacio libre para crecer en todos los aspectos, la célula vital de la sociedad, y el patrimonio espiritual de la humanidad. Ésta, al ignorarla, corre serio peligro de desencadenar un suicidio moral a escala mundial.
Frente a este momento histórico tan delicado, celebrar la fiesta de la Sagrada Familia, significa apostar una vez más a la vigencia y permanencia de la institución familiar como iglesia doméstica y verdadera obra de Dios.
El Adviento nos habló de una madre embarazada, María, y de su esposo José, que estuvo firme junto a ella. Y en la Navidad celebramos el nacimiento de Jesús, el Hijo Dios. Hoy, la iglesia festeja a los tres, como modelos de unión íntima con Dios y de estrecha comunión de amor entre ellos. Todo esto vivido en el mutuo respeto por el misterio de cada uno.
José, padre adoptivo de Jesús, hombre justo y soñador. No lo engendró, pero lo reconoció y le otorgó identidad filial, a través de la homilía de su vida. María, reflejo del rostro materno de Dios, que aportó como madre la ternura de un Dios cercano que nos acaricia el alma. Y Jesús, que obediente al proyecto del Padre, es el portador del insondable misterio de nuestra salvación.
7. San Juan Crisóstomo, Homilías sobre san Mateo, 9,3 (trad. en: Obras de san Juan Crisóstomo. I. Homilías sobre el Evangelio de san Mateo [1-45], Madrid, Biblioteca de Autores Cristianos, 1955, pp. 151-152 [BAC 141]).