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IV

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Donde sí se lo veían a menudo era en el quiosco El Porvenir, al que acudía con la excusa de comprar un par de cigarros Lola y se quedaba prendado de la portada semanal de la revista Interviú. El ejemplar de ocho páginas dedicadas a Sofía Loren le pareció apoteósico, y, por eso, aprovechando un descuido, lo birló. Su tío de Pegalajar, Fernando Gutiérrez, empleado de Simago, mantenía la tesis de que el hombre no debía matrimoniarse con una mujer para compartir solo unos efusivos y exclusivos cinco minutos diarios, como tampoco para 23 horas y 55 minutos, sino para las 24 horas del día.

Según Pedro, su tío hablaba con gran razón y sólido criterio, con un pequeño pero importantísimo matiz en el que no cayó en la cuenta hasta que, en los aledaños de la veintena, conoció a la que se convertiría, no mucho después, en su mujer. El matiz en cuestión es que la pareja con la que llegara a matrimoniarse para 24 horas diarias —tal cual sentenció su tío— fuese muy bella, como mínimo, en consonancia con la espectacular hermosura de la Loren. Espectaculares también le habían contado que eran entonces y seguían siendo, como él había tenido ocasión de comprobar, las viandas, muy concretamente las anchoas en salazón y el chuletón de buey, regadas con excelentes vinos que ofrecía taberna Zurito, inaugurada en 1915 y situada en una calle, céntrica, de las típicamente jaeneras, Correa Weglison.

Las luchas internas por el poder entre el gobernador Francisco Rodríguez Acosta y el nuevo jefe provincial del movimiento, Luis Toro Buiza, provocó la destitución de los dos y el nombramiento en abril de 1940, para ambos cargos, de Antonio Correa Weglison.

El régimen franquista le encomendó restablecer la disciplina, eliminando las divisiones internas entre falangistas camisas viejas y camisas nuevas, y luchar contra la corrupción en la administración local, apartando a los sospechosos de practicarla. Correa Weglison decía: «Yo no admito que nadie pueda venir diciendo que es falangista de este o de aquel: no hay más que un solo modo de ser falangista, y es sirviendo al Caudillo y a los postulados de nuestro Movimiento».

Durante el año y medio que permaneció en el cargo destituyó a numerosos alcaldes y jefes locales del movimiento implicados en corrupciones, o por ser especialmente ineficientes. Puede que, como reconocimiento a la depuración efectuada, Antonio Correa Weglison fuese ascendido a gobernador y jefe provincial del movimiento en Barcelona, en octubre de 1941. Sin embargo, no desperdiciaba ocasión para volver. Así lo hizo el nueve de marzo del 42 para adorar al Santo Rostro y, exclusivamente, para disfrutar de una noche de feria por San Lucas, el 18 de octubre de 1943.

Detenerse en todos estos vericuetos históricos no era baladí. Conformaban las numerosas indagaciones que hubo de efectuar con el fin de enhebrar fechas, reuniones y testimonios que tuvieran cualquier relación, por pequeña que fuese, con el contenido del enigmático manuscrito que debía escrutar por encargo de la organización de la que hoy se había desvinculado definitivamente. Así, analizó la presencia de autoridades franquistas en Jaén, que le deparó arrojar algo más de luz.

El ministro y el secretario general del Movimiento y del Trabajo, José Luis Arrese y José Antonio Girón, respectivamente, llegaron a la capital el lunes 15 de mayo de 1944, siendo recibidos por el gobernador, Fernando Coca de la Piñera, por el vicario de la diócesis, doctor De la Fuente, y por el presidente de la Diputación, Joaquín Mollinedo. A continuación se trasladaron al cementerio donde, ante la tumba del teniente José Escobedo Ruiz, dejaron posar la condecoración Aspa de Plata, concedida por la Junta Central de Distinciones y Recompensas. Más tarde, en la Diputación, se les sirvió un desayuno y, seguidamente, giraron visita a la catedral. Allí fueron recibidos por el obispo Rafael García y García de Castro, marchando al altar del Santo Rostro, reliquia que les fue mostrada. El prelado les explicó las vicisitudes sufridas por la Santa Faz del Redentor durante la que definió como revolución roja.

Finalmente, en la sala capitular, pudieron admirar el relicario florentino del siglo XVIII, felizmente recuperado, así como un tenebrario del siglo XIII, joya valorada en cuatro millones de pesetas. De la catedral se fueron a la Alameda de Calvo Sotelo, donde tuvo lugar una concentración de Milicias de toda la provincia. Acabada la ceremonia, Arrese y Girón se acercaron al Egido de Belén para conocer la marcha de construcción de 100 viviendas denominadas ultra baratas, al estar edificándose en terrenos cedidos por el Ayuntamiento. Después, los ministros se situaron en la tribuna emplazada en la calle Bernabé Soriano para asistir al desfile de milicias y centurias. Pasadas las tres de la tarde se sirvió un almuerzo en el balneario de Jabalcuz.

A los postres, la orquesta de Educación y Descanso y grupos de la Sección Femenina interpretaron diversas composiciones. Avanzada la tarde, ambos cargos ministeriales llevaron a cabo la verificación de la entrega de 96 viviendas promovidas por el Ayuntamiento, mientras que otras 90, promovidas por la Diputación para sus empleados, estaban casi finalizadas. Los alquileres fijados iban de seis a 100 o 180 pesetas mensuales, en función del número de habitaciones. El régimen franquista las dotó del carácter de protección oficial, de ahí la denominación de Protegidas.

[5] El vítor o víctor es un símbolo derivado del crismón del Bajo Imperio romano. Fue adoptado por algunas universidades españolas como emblema conmemorativo de quienes obtenían el título de doctor. Tras la Guerra Civil Española, se eligió para ser utilizado en el Desfile de la Victoria (19 de mayo de 1939), y, a partir de entonces, durante toda la dictadura franquista, como emblema propio de Francisco Franco.

[6] En términos coloquiales se les llama de la Obra a los miembros de la entidad católica Opus Dei, expresión latina que significa «obra de Dios».

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