Читать книгу La prisión, elige tu propia aventura - Ramón Díez Galán - Страница 12

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Te levantas, coges la bandeja de la comida con las dos manos y golpeas a Roberto en la cabeza. Se escuchan gritos por todo el comedor.

– ¡Pelea! ¡Pelea!

Roberto se recupera del golpe, salta por encima de la mesa y cae sobre ti. Jorge os separa de un empujón y mantiene la distancia entre ambos con sus fuertes brazos extendidos.

– Suéltame, voy a matar a ese traidor. – Roberto grita con rabia.

Suena la alarma, un grupo de vigilantes se abre paso entro los presos a golpe de porra, finalmente llegan hasta vosotros. Valero te amenaza con voz firme.

– Te dije que no causaras problemas. ¿Sabes lo que va a pasar ahora? Vas a pasar un tiempo en aislamiento. Tú solo, sin ver nada más que las cuatro paredes de tu celda sin ventanas.

Dos guardias te cogen por ambos brazos y te sacan del comedor, se escucha como Jorge grita.

– Valero, el chico nuevo está en mi equipo de baloncesto para el viernes.

El veterano vigilante responde en voz baja, solo tú puedes oírle.

– Tienes suerte de ir a aislamiento muchacho, llevas un solo día aquí y ya he oído a más de una persona decir que te quiere matar.

Los guardias te llevan hasta una zona apartada de la prisión, el silencio es absoluto, la iluminación verde intenso te da la sensación de estar en un reactor nuclear. Uno de los guardias abre una puerta y, sin decir ni una palabra, te empuja dentro de tu nueva celda.

Nada de nada, es la mejor descripción del lugar donde te encuentras, allí no hay absolutamente nada, ni ventanas ni mesas ni cama, solo cuatro paredes y la maldita iluminación verde. Hace frío, te sientas en una esquina y esperas.

No sabes si han pasado dos, tres o cuatro horas, es difícil saber decir si es de día o de noche, recuerdas todo lo que te ha pasado en las últimas 48 horas y te preguntas. ¿Cómo has podido llegar hasta ese lugar?

Tenías la vida con la que habías soñado de adolescente, un trabajo como investigador en el departamento de asuntos internos, la policía que investiga a los policías. Llevabas semanas trabajando en el caso, todo parecía estar claro, unos agentes habían recibido un soborno de un directivo de la empresa ARTUS, encargada de la gestión de prisiones en todo el país. Podías haber abierto un expediente contra los agentes, ellos habrían perdido su trabajo y tú habrías cerrado el caso, pero no era suficiente para ti, necesitabas saber el porqué. No tardaste en ampliar la lista de implicados y llegaste hasta las más altas esferas, políticos, directores de bancos e incluso altos mandos del ejército. Pensaste que contarle los avances en tu investigación al comisario jefe de tu departamento te ayudaría a obtener recursos, pero no contabas con que él también estaba implicado en la trama de corrupción.

Se encargaron de tu desaparición, el mismo día fuiste secuestrado por agentes de la policía sin dejar rastro, pasaste la noche en una comisaría tratado como un animal y a primera hora de la mañana fuiste trasladado a la prisión.

Piensas en las palabras que te ha dicho Valero, “he oído a más de una persona decir que te quiere matar”. Si quieren hacerte desaparecer la prisión es el lugar ideal, allí solo eres un número en un registro, los medios de comunicación no entrarán para preguntar por tu cuerpo si mueres allí.

Finalmente, tus ojos se cierran.

Es difícil saber cuánto tiempo ha pasado, la luz verde es lo único que puedes ver, la puerta se abre de vez en cuando, un guardia entra para comprobar si estás vivo y darte tu ración de pan y agua, después la puerta se cierra de nuevo y vuelves a tu soledad.

Pasan los días, es difícil saber cuántos. La luz verde te desespera, por tu cabeza aparecen todos los detalles de tu investigación, la empresa ARTUS controlando las prisiones del país, ¿cómo ha podido llegar a tener tanto poder? Y ahora tú estás dentro de una de sus propiedades.

Se abre la puerta, esta vez es Valero el que entra en la celda, con su particular falta de simpatía te dice.

– Aghh que asco, hueles a animal muerto, fuera de aquí, espero que hayas aprendido la lección.

Te cuesta caminar, los guardias no necesitan sujetarte pues en tu estado actual saben que es imposible que intentes salir corriendo.

– ¿Cuánto tiempo he estado ahí dentro? – Vuelves a escuchar el sonido de tu propia voz.

– El tiempo suficiente para reflexionar, no vas a volver a hacer tonterías ¿verdad?

Ni siquiera tienes fuerzas para responder, los guardias te llevan hacia el patio. Uno de ellos bromea contigo.

– Hoy es el partido de baloncesto, “nuevo”, guardias contra prisioneros, creo que no vas a ser la estrella.

Otro guardia se acerca a vosotros, su cara te suena, estás seguro de que viste una foto suya sobre tu escritorio en la oficina, lleva un vaso en la mano, le dice algo a sus compañeros.

– Traigo bebida para el prisionero.

El guardia te ofrece el vaso con un líquido que parece Coca-Cola. Estás sediento.


Si te bebes el contenido del vaso, ve a la página 30


Si prefieres poner una excusa y no beber, ve a la página 104

La prisión, elige tu propia aventura

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