Читать книгу La prisión, elige tu propia aventura - Ramón Díez Galán - Страница 13

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Decides que la mejor arma para defenderte son las palabras.

– Roberto Rodríguez, policía nacional del cuerpo antidroga. Recuerdo perfectamente tu caso, entraste en prisión por…

No eres capaz de terminar la frase porque Roberto te interrumpe agresivamente.

– ¡Por tu culpa!

Corriges a tu excompañero.

– Por traficar con drogas, no te engañes a ti mismo.

Roberto parece furioso.

– Eres un traidor, conocías a mi familia, habías estado en mi casa, los compañeros no se delatan entre sí.

– Trabajo en asuntos internos, aunque no me guste, debo investigar a colegas y amigos, alguien tiene que vigilar a los policías. – Continúas siendo sincero mientras Roberto, Armando y Jorge te escuchan. – Créeme si te digo que no duermo por las noches cuando envío a un compañero a prisión.

Tus argumentos no parecen convencer a Roberto que continúa atacándote con agresividad.

– ¿Y qué haces aquí infiltrado? ¿A quién investigas? Voy a hablarle a todo el mundo sobre ti. Cuando se enteren de que eres un poli te van a destripar.

Puedes ver la rabia en los ojos de Roberto, decides que lo mejor es sincerarte y hablar con el corazón.

– Que una cosa te quede clara, no estoy aquí investigando a nadie y no tenía ni idea de que tú estabas en esta prisión. No soy ningún policía infiltrado, de hecho, no sé si sigo siendo policía.

– No lo eres. – Se escucha una voz que viene desde la mesa de al lado. – No eres policía, ni eres abogado, ni camarero, ni economista, no eres absolutamente nadie.

Todos os giráis para ver quién ha hablado, ha sido el Jefe, está de pie junto a ti.

– No he podido evitar escuchar vuestra conversación. ¿Os importa?

– Continúa. – Respondes intrigado a la espera de respuestas. – ¿Qué sabes sobre mí?

– Siempre que alguien nuevo entra en la prisión, le investigo, necesito saber todo sobre su vida, su familia, sus problemas y sus intenciones. Con tu caso me he sorprendido, amigo. – El Jefe se sienta junto a ti y continúa hablando. – No eres nadie, no existes. Todos tus datos han sido borrados por completo, incluso en la prisión. Eres un fantasma, sin nombre, sin pasado ni historia, no hay ni una sola foto tuya en internet. Tengo contactos en la policía y me han confirmado que no hay ningún agente infiltrado aquí dentro. ¿Quién eres?

Los cuatro te miran fijamente, esperan tu respuesta.

– Es el momento de decir la verdad. – Tu compañero Armando te transmite la confianza que necesitabas para contarlo todo.

– Como ha dicho Roberto, yo trabajaba en el departamento de asuntos internos de la policía. Mi trabajo era investigar a otros agentes. Analizaba unos posibles sobornos a una pareja de policías cuando descubrí una gran trama de corrupción, en ella estaban involucrados el gobierno y la empresa ARTUS.

– En esta prisión todo está gestionado por la compañía ARTUS, desde los guardias hasta la comida que tienes en tu bandeja. – El Jefe te interrumpe. – Son unos cerdos sin escrúpulos. Por favor, continúa con la historia.

– Efectivamente, ARTUS construye y gestiona prisiones por todo el país, a cambio reciben dinero público por cada preso que está en sus cárceles. Lo que descubrí es que reciben muchísimo más dinero del que deberían, año tras año envían facturas falsas que el gobierno paga sin comprobar. Hablé con el comisario jefe y…

Roberto es ahora quien interrumpe tu discurso.

– ¿El comisario está implicado?

– Eso parece. – Contestas al tiempo que asientes con la cabeza. – Después de contarle todo lo que sabía, salí de la comisaría. Me tendieron una trampa de camino a mi casa, me han encerrado aquí sin permitirme ni hablar con un abogado. Si han borrado mi pasado por completo es que quieren deshacerse de mí. Tengo que salir de aquí y contarlo todo.

Todos piensan en tu historia, incluso parece que Roberto se ha tranquilizado y está visiblemente afectado por ella.

Jorge rompe el silencio

– ¿Sabéis una cosa? Cuando tuve mi problema y entré en prisión recibí una propuesta de ARTUS, borrar mi historial delictivo y salir de la cárcel a cambio de un millón de euros. Les dije que no, por miedo a manchar mi reputación. Al poco tiempo empezaron a aparecer noticias falsas sobre mí en los medios de comunicación. Al parecer esa empresa trabaja como una mafia.

– No hay nada que odie más que a los corruptos ricos y poderosos. – El Jefe saca del bolsillo una pequeña pistola negra, la pone en tu bolsillo ante la atenta mirada de todos. – La pistola tiene seis balas, utilízala solo en caso de emergencia, si tu vida corre peligro. Y recuerda que yo no te la he dado.

Nadie dice nada, el Jefe mira a todos para confirmar que nadie va a hablar del asunto. Jorge, Roberto y Armando hacen una señal con la cabeza para aclarar que lo han entendido y que guardarán el secreto.

– Creo que una cosa está clara, el nuevo debe escapar de esta prisión. – Tu compañero Armando toma la palabra. – Ya llevo demasiados años viendo injusticias por la televisión sin hacer nada, así que yo pienso ayudarle.

– Yo también. – Jorge te muestra su apoyo. – Me da igual lo que escriban los periódicos deportivos sobre mí, la empresa ARTUS debe pagar por sus delitos.

Roberto es el tercero en unirse al equipo.

– Estoy deseando ver la cara que pondrá el comisario cuando te vea salir en la televisión desmontando toda su trama de corrupción.

Te emocionas al ver una opción real de huida, no te sientes demasiado cómodo con el hecho de llevar una pistola en tu bolsillo, pero sabes que tu vida corre peligro. Preguntas por los detalles del plan.

– ¿Y cómo vamos a hacerlo?

El Jefe acerca la cabeza al centro de la mesa para hablar, todos hacéis lo mismo para escuchar.

– De la estrategia me encargo yo, haced exactamente lo que os diga y todo saldrá bien, mañana nos veremos en el patio junto a la pista de baloncesto y os contaré los detalles del plan.

Suena la sirena que indica el final de la hora de la comida. Los guardias distribuyen a los presos en grupos. Valero toma la palabra.

– Muy bien, escuchadme todos, es la hora de trabajar. Que cada uno siga a su líder de equipo.

Puedes ver como los presos se separan en diferentes filas. Jorge se une al grupo de jardinería, Armando y el Jefe al de lavandería y Roberto se une al grupo de cocina.

Valero se acerca a ti y te dice:

– Tú, “nuevo”. ¿Qué vas a hacer?

Te acercas al grupo de lavandería pues te sientes más cómodo y protegido cerca del Jefe, no puedes parar de pensar en la pistola, si los guardias la descubren tendrás problemas serios.

Valero te corta el paso con su brazo derecho, su mano queda a apenas 20 centímetros de la pistola, si la baja un poco podría tocar el arma.

– Ya hay demasiada gente en lavandería. ¿Te unes al grupo de cocina o al de jardinería?


Si decides ir con Jorge al grupo de jardinería, ve a la página 92


Si prefieres ir con Roberto al grupo de cocina, ve a la página 39

La prisión, elige tu propia aventura

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