Читать книгу La prisión, elige tu propia aventura - Ramón Díez Galán - Страница 2

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Hoy es tu primer día en la prisión, el lugar es mucho peor de lo que imaginabas. Ya has conocido a Blas y Valero, los guardias de seguridad que te han quitado tus objetos personales y te han dado tu nuevo uniforme naranja. Blas es un hombre joven, con un olor muy fuerte, como si hiciera deporte a diario, pero se olvidase de la posterior ducha. Valero parece un veterano, de esos guardias que llevan trabajando en el infierno toda su vida. Ninguno de los dos ha sido especialmente simpático contigo.

En tu cabeza solo hay una cosa, escapar de la prisión. Sabes que tienes que hacerlo, el tiempo es oro y corre en tu contra.

Valero te guía por un sucio pasillo hasta tu celda, la 313. Con una sonrisa en la cara se despide de ti y cierra la puerta.

– Espero que tengas unas buenas vacaciones.

La celda es sencilla, dos camas, una a cada lado de la habitación, una mesita de noche junto a cada cama, un váter al fondo tapado por una cortina blanca y una pequeña ventana que no se puede abrir.

Te sientas en la cama y empiezas a recordar los consejos que te dieron: las personas en la prisión solo actúan por interés, no hay buenos y malos, todos pueden ser tus amigos o enemigos si con ello obtienen algún beneficio.

La puerta de la celda se abre, Valero empuja a un hombre de unos 60 años dentro de la celda, este se sienta en la cama frente a ti.

– Buenos días compañero, mi nombre es Armando, parece que vamos a estar un tiempo juntos. ¿Cómo has llegado hasta aquí?

Le miras fijamente, no contestas.

– Veo que no eres muy hablador, nadie lo es al principio. Pero bueno, con el tiempo todo cambia. – Tu nuevo compañero se tumba en la cama y cierra los ojos. – Y si hay algo que tenemos aquí es mucho tiempo…

Vuelves a centrarte en tus pensamientos: para escapar de la prisión necesitarás aliados, debes identificar a aquellos que deseen huir tanto como tú y preparar el plan cuidando todos los detalles, no puedes dejar ni un solo elemento fuera de control, solo tendrás una oportunidad.

La puerta se abre, de nuevo Valero es quien está al otro lado, tiene una porra en su mano, se dirige hacia vosotros con un tono de superioridad.

– ¡Vamos! Al patio, tenéis media hora. Y tú, nuevo, no quiero problemas, ¿entendido?

Mueves la cabeza de arriba hacia abajo en señal de que has comprendido sus instrucciones, Armando y tú salís de la celda y os dirigís al patio por un viejo pasillo. Tu compañero vuelve a hablarte.

– El primer día es el más importante, todos saben que eres nuevo aquí y van a comprobar si pueden controlarte. Te voy a dar un consejo muchacho, aquí hay diferentes clanes peleados entre sí, no busques enemigos demasiado rápido.

Un guardia abre la gran puerta metálica que da acceso al exterior, vuelves a ver el sol y el cielo, piensas en lo hermosos que son. El patio es una zona cuadrada controlada por una torre con un guardia, hay una pista de baloncesto y una zona con pesas que intenta imitar a un gimnasio, unos diez presos sin pelo y con tatuajes en la cabeza están sentados en las escaleras. Armando continúa con sus explicaciones.

– Esos de ahí son los latinos, van juntos a todas partes y son muy peligrosos, siempre dicen: “o estás con nosotros, o contra nosotros”. Personalmente te recomiendo que les ignores, vivirás más tiempo. ¿Ves a ese de ahí? ¿El del tatuaje de la serpiente en la cabeza? Se llama Jhony y es su líder, está condenado a tantos años de prisión que podría pasar aquí tres vidas. Los que juegan al baloncesto son más tranquilos, Jorge es un buen tipo, antes era jugador profesional en el Valencia, una noche de borrachera decidió volver a casa en coche y… acabó aquí. Y a ese que viene por ahí te conviene tenerle contento.

Tres presos se acercan a vosotros, uno de ellos lleva un lujoso reloj de oro, él es quien toma la palabra.

– Bienvenido a mi prisión, puedes llamarme “Jefe”, aquí cualquier negocio tiene que pasar por mis manos. A cambio ofrezco protección, información y… todo lo que necesites. Digamos que soy Dios en este lugar, ¿necesitas saber algo de alguien? Yo te lo digo. ¿Quieres tener un cuadro de Picasso en tu celda? Yo te lo consigo. A cambio necesito saber que puedo contar contigo. Te llamaré por la mañana, por la tarde o por la noche y tú estarás ahí para escuchar mi petición, ¿está claro?


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La prisión, elige tu propia aventura

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