Читать книгу La prisión, elige tu propia aventura - Ramón Díez Galán - Страница 8

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Te acercas a la mesa, el hombre que está sentado en ella parece tranquilo, de unos 40 años, lleva gafas y una barba perfectamente afeitada.

– ¿Puedo sentarme?

– Vivimos en un mundo libre, parece irónico decirlo desde aquí dentro, pero así es. Mi nombre es Félix. ¿Y el tuyo?

– Pues desde que estoy aquí me llaman “nuevo”. – Piensas que Félix es un hombre más normal que la mayoría de los presos que has visto, podría ser interesante conocerle un poco más. Sacas un pelo largo de tu sopa, se lo muestras a tu compañero y continúas hablando con un tono irónico – ¿Y cómo has acabado en este resort turístico de cinco estrellas?

Félix se ríe de la situación y te contesta.

– Pues… digamos que por un error de cálculo.

– ¿Cómo?

– Al parecer un gramo de TNT puede ser la diferencia entre hacer una explosión controlada con un simple agujero en la montaña y destruir por completo la casa del vecino.

La situación te parece cómica, no puedes evitar reírte.

– Parece un típico problema de vecinos…

Félix continúa con sus explicaciones.

– Pues debo ser el preso con la historia más ridícula del mundo. Por suerte dentro de la casa solo estaba el gato, no tendré que pasar muchos años aquí en prisión. Yo quería hacer una cueva en la montaña para mi laboratorio. Analicé el terreno, la mezcla era perfecta, no sé qué pudo salir mal. La verdad es que lo siento por el gato, preferiría que hubiera estado mi vecino en su lugar.

– ¿Así que eres científico? ¿Trabajas en alguna empresa importante?

– No, soy más bien un apasionado de la ciencia.

Feliz coge un limón de tu bandeja, saca una moneda de cobre de su bolsillo, utiliza la moneda para sacar un tornillo metálico de la mesa, introduce el tornillo y la moneda en el limón, conecta sus gafas con el tornillo y como por arte de magia se enciende una pequeña luz que tienen las gafas.

– ¿Magia? No, ciencia.

– Impresionante. – No puedes ocultar tu asombro. – Debo admitir que es un buen truco.

Félix se emociona al ver que tiene un admirador y no puede evitar continuar hablando de ciencia.

– Pues con la cantidad de ácido que tiene esa sopa, la podría convertir en una bomba, y si me das dos cucharas y una manzana…

Interrumpes al científico amateur pues una de sus frases ha llamado tu atención.

– ¿Dices que puedes fabricar explosivos caseros? Digamos una pequeña bomba con los objetos que tenemos aquí dentro de la prisión.

– Pues claro, tú dame un poco del ácido que utilizan las cocineras para hacer la gelatina, papel de aluminio y una botella vacía y tendrás tu pequeña bomba casera. Pero si quieres algo más grande, algo que haga un auténtico ¡Boom! Entonces voy a necesitar el producto que utilizan para limpiar el agua de la prisión.

Félix habla sin parar y sin control, parece un niño pequeño discutiendo sobre Pokemon, Star Wars o cualquiera de sus fantasías. Cientos de ideas pasan al mismo tiempo por tu cabeza, los conocimientos de tu nuevo amigo podrían ser muy útiles para poder escapar.

La hora de la comida termina, los guardias distribuyen a los presos en grupos. Valero toma la palabra.

– Muy bien, escuchadme todos, es la hora de trabajar. Que cada uno siga a su líder de equipo. Puedes ver como los presos se separan en diferentes filas. Félix se pone en la fila de la cocina, mientras que los latinos y Jorge, el exjugador de baloncesto, se ponen en la fila de jardinería.

Valero se acerca a ti y te dice:

– Tú, “nuevo”. ¿Qué vas a hacer? ¿Te unes al grupo de cocina o al de jardinería?


Si decides unirte al grupo de cocina, ve a la página 39


Si decides unirte al grupo de jardinería, ve a la página 114

La prisión, elige tu propia aventura

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