Читать книгу Melanie Klein - Ricardo Antar - Страница 20
... hay que contar con medios adecuados a los mecanismos del inconsciente, aquellos que se observan en el sueño, el chiste, el fantasear.
ОглавлениеNo parece casual que haya usado un “chiste” para ello, siendo que este fue objeto de muchísimo estudio por parte de S. Freud, demostrando su relación con el inconsciente. Sigmund Freud es el claro trasfondo inmediato de estas líneas, tal como lo evoca “la historia de la mujer en cuya nariz creció, ante el deseo de su esposo, una salchicha”.
Ahora M. Klein descubre en las producciones del niño otra dimensión, aquella que las muestra como “material analítico”. Es decir, como expresión del inconsciente y por lo tanto... ¡hay que interpretarlo!, aunque cuidadosamente.
Y confirma algo que forma parte de las originales pre-concepciones de M. Klein: el material se despliega en varias dimensiones, y con él “el desarrollo del niño”, ya que no solo se manifiestan fantasías sumamente claras en cuanto a su significado inconsciente sino que también juega más y muestra un auténtico y ardiente deseo por conocer:
“Sus juegos, como sus fantasías, mostraban extraordinaria agresividad contra el padre y también, por supuesto, su ya claramente indicada pasión por la madre. Al mismo tiempo se volvió conversador, alegre, podía jugar durante horas con otros niños, y luego mostró un deseo tal de progresar en toda rama del conocimiento y aprendizaje que en poco tiempo y con muy poca ayuda aprendió a leer. Mostró tanta avidez en esto que casi parecía un niño precoz. Sus preguntas perdieron el carácter compulsivo y estereotipado. Este cambio fue indudablemente el resultado de haber liberado su fantasía; mis cautas y ocasionales interpretaciones sirvieron sólo hasta cierto punto como ayuda en esta cuestión.”13
Citemos:
“Está sentado en la bacinilla por la mañana temprano y explica que las ‘cacas’ están ya en el balcón, han corrido arriba otra vez y no quieren ir al jardín (como designa repetidamente a la bacinilla). Yo le pregunto: ‘“¿Son éstos los niños que crecen en el estómago?’”14
Melanie Klein, como primera actitud frente al material del niño, ahora “acepta” la teoría anal del niño, sin apresurarse a “refutarla” con la verdad “anatómica”. Vemos también que el niño “sabe” muchas cosas, pero se muestra sumamente atento cuando se ve ante la perspectiva de encontrar una explicación al enigma del papel del padre en la gestación de bebés, que su teoría del “estómago” le explicaba insatisfactoriamente:
“‘Papá puede hacer algo con su pipí que se parece bastante a la leche y se llama semen; lo hace como haciendo pipí pero no en tanta cantidad. El pipí de mamá es diferente del de papá.’ (Me interrumpe.) ‘Ya sé eso.’ Yo digo: ‘El pipí de mamá es como un agujero. Si papá pone su pipí en el pipí de mamá y hace su semen allí, entonces el semen corre muy adentro de su cuerpo y cuando se encuentra con algunos de los huevitos que están dentro de mamá, entonces ese huevito empieza a crecer y se transforma en un niño’.
Fritz escuchaba con gran interés y dijo: ‘Me gustaría mucho ver cómo se hace un niño adentro así’. Le explico que esto es imposible hasta que sea mayor porque no puede hacerlo hasta entonces y que entonces lo hará él mismo. ‘Pero entonces me gustaría hacérselo a mamá.’ ‘Eso no puede ser, mamá no pude ser tu esposa porque es la esposa de tu papá; entonces papá no tendría esposa.’ ‘Pero podríamos hacérselo los dos a ella’; yo le digo: ‘No, eso no puede ser, cada hombre tiene sólo una esposa. Cuando tú seas mayor tu mamá será vieja. Entonces tú te casarás con una hermosa joven y ella será tu esposa.’ Él (casi llorando y con temblorosos labios): ‘¿Pero no viviremos en la misma casa junto con mamá?’ Yo: ‘Sí, seguramente, y tu mamá siempre te querrá, pero no puede ser tu esposa.’ Él preguntó entonces sobre varios detalles: cómo se alimenta el niño en el cuerpo materno, de qué está hecho el cordón, cómo sale, estaba muy interesado y no se notó mayor resistencia. Al final dijo: ‘Pero por solo una vez me gustaría ver como entra y sale el niño’.”15
Este hermoso fragmento muestra muchos de los nudos de la existencia humana y cómo un niño, frente a ellos y de la mano de un adulto valiente y sincero, se comporta con mucha más sensatez de la que algunos esperan. Más adelante, en este mismo trabajo, sostendrá que:
“siempre [y no sólo ahora que se nos propone hablar con el niño sobre estos temas] ha sido tarea de la crianza, incluso la habitual hasta ahora, enseñar al niño la diferencia entre fantasía y realidad, entre verdad y falsedad. La diferencia entre desear y hacer (y después también la expresión del deseo) puede vincularse fácilmente con estas diferencias. Los niños en general son tan fáciles de enseñar y tan culturalmente dotados que seguramente aprenderán con facilidad que, aunque puedan pensar y desear todo, sólo una parte puede llevarse a cabo.
Por consiguiente, pienso que no hay necesidad de tener indebida ansiedad sobre estas cuestiones. No hay crianza sin dificultades, y seguramente las dificultades que actúan más bien desde afuera hacia adentro representan una carga menor para el niño que las que actúan inconscientemente desde adentro. Si uno está internamente convencido de que este método es correcto, entonces con poca experiencia se superarán las dificultades externas. Pienso también que un niño psíquicamente fortificado por un análisis temprano, puede tolerar con más facilidad y sin perjuicio los problemas inevitables.”16
Melanie Klein dice que en “conexión con esta conversación que hasta cierto punto resolvió sus teorías sexuales, mostró por primera vez verdadero interés por la parte hasta entonces rechazada de la explicación, que solo ahora asimiló realmente”.17 No obstante, reconoce que en “este caso la adhesión parcial a esta teoría podría deberse también al hecho de que [a] yo sólo había interpretado una parte del rico material analítico, y que [b] aún estaba activa una parte del erotismo anal inconsciente.”18
3) El desarrollo del niño continúa ahora con renovado impulso:
“Después de esta elaboración y reconocimiento de los procesos reales, apareció muy en primer plano el complejo de Edipo” (p. 48) y aumentó el placer de jugar y relatar fantasías, tornándose permanente: ‘decía directamente: ‘Ahora jugaré a lo que te conté’ o ‘No contaré esto sino que lo jugaré’. Así como las fantasías inconscientes se expresan generalmente en los juegos, parece probable que, en este caso, como sin duda en otros casos similares, la inhibición de la fantasía era la causa de la inhibición del juego y ambas desaparecieron simultáneamente.”19
Melanie Klein realiza, en estos párrafos, una distinción semiológica entre aquellos juegos compulsivos del niño, los que lleva a cabo con desinterés, a los que denomina “sustitutos del juego” (p. 50) de aquellos otros que manifiestan las características de llevarse a cabo de las formas más variadas y con un poderoso desarrollo de la fantasía. Estamos ya ante las primerísimas intuiciones que la conducirán a la formulación de una teoría psicoanalítica del juego:
“Últimamente, cuando mostraba tan marcado aburrimiento, también había abandonado este sustituto del juego. Cuando, simultáneamente con fantasear se le dio por jugar, o más exactamente, hizo realmente su primera iniciación en el juego, algunos de sus juegos (que él principalmente tramaba con la ayuda de figuritas, animales, personas, carros y ladrillos) consistían, es cierto, en paseos y cambios de casa; pero éstos sólo constituían una parte de su juego, que llevaba a cabo en las formas más variadas y con un poderoso desarrollo de la fantasía, que nunca antes había mostrado.”20