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Proceso de trabajo y control capitalista: la fábrica como espacio de disciplinamiento

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Entendemos el proceso de trabajo como toda actividad orientada a la elaboración de valor, producto de un complejo mecanismo de producción y reproducción de la realidad social, multicausal respecto de sus manifestaciones y eje principal de la historicidad del capitalismo. Es la subsunción del trabajo y de las fuerzas productivas en el capital, lo que constituye el núcleo fundamental en el proceso de trabajo industrial.

En este sentido, consideramos la socialización capitalista como subordinación de todas las condiciones de vida bajo las exigencias de una organización social cuyo funcionamiento se configura según estrictas relaciones de valor; en definitiva, como socialización mediante la abstracción.41 Desde estos principios analizamos los mecanismos que diseñan las condiciones sociales de producción a la misma impronta que le asigna el capital. En concreto, se trata de prestar especial atención a los complejos procesos de trabajo y valorización de la producción industrial variando su predominio y combinatoria según la naturaleza del capitalismo argentino en la etapa 1935-1955.

Asimismo, en tanto mecanismos necesarios para la producción y la reproducción de la realidad social, presentamos el control y disciplinamiento como parte constitutiva del proceso de trabajo con perfiles particulares en el caso de las nuevas industrias metalúrgicas en la Argentina. Desde esta perspectiva, analizamos la fábrica Siam como un espacio organizacional dentro del cual opera la necesaria transformación de la fuerza de trabajo en trabajo efectivo exigida por la acumulación de capital según los diferentes momentos históricos analizados. Por ello, entendemos que la organización del proceso productivo está basada en el eje del control y en conseguir la progresiva homogeneización y descualificación de la fuerza de trabajo,42 siendo fundamental para todo ello la racionalización tecnológica sustentada sobre la división laboral entre concepción y ejecución, tal como sucedió en la organización económica productiva de la empresa Siam. Es en esta dirección en que la cuestión del control se presenta como una de las claves explicativas de la realidad del espacio fabril, ya que expresa la complejidad de las relaciones sociales que forman el proceso de trabajo como proceso de valorización. En este sentido, el concepto de control es entendido como un fenómeno subordinado a la transformación del plusvalor en capital; por ello, sustentamos en este libro que es la relación con la generalidad de la reproducción lo que le otorga al control su sentido estratégico respecto de la configuración de la fábrica como una de las instituciones constitutivas del espacio de lo sociopolítico en la medida que resulta fundamental para posibilitar la reproducción del capital como sujeto social dominante.43

A partir de lo dicho, entendemos que la historia de la regulación capitalista de la fuerza de trabajo se concibe como la búsqueda de técnicas disciplinarias interiorizadas en la constitución misma del proceso productivo con la finalidad de obtener máxima productividad. Es necesario analizar las variadas prácticas desarrolladas por los trabajadores para resistir y bloquear mediante la lucha social estos procesos de tecnificación/explotación productiva,44 así como también atender las condiciones de su activación laboral, en la medida en que permiten dar cuenta de los entrecruzamientos que se producen dentro de las técnicas disciplinarias. En este sentido, los estudios sobre la aplicación de las estrategias de control capitalista sintetizadas en las técnicas de taylorización y fordización en la producción industrial se presentan como claves para un análisis microfísico más complejo del proceso de subordinación del trabajo al capital en el marco de las unidades fabriles de mediados del siglo XX, representado en este estudio en el marco de las relaciones sociales capitalistas que atraviesan la historia de la empresa Siam Di Tella.

Es claro que la disciplina en el trabajo, como sumisión colectiva, aparezca sobre todo en la fábrica, en donde el control opera sobre el propio proceso de trabajo. La disciplina pasa a estar cada vez más fundada en las necesidades objetivas del desarrollo del proceso de trabajo y se expresa en un mecanismo objetivo: la máquina. La máquina ejercerá como funciones principales el disciplinamiento y la producción y disciplinará en el sentido de que el obrero deberá obedecer a la ciencia y no a su jefe. Por ello, el control ejercido por la vigilancia directa en las primeras fábricas pudo ser sustituido con el maquinismo por un doble proceso de objetivación e interiorización de la disciplina. La disciplina de fábrica no encuentra su fundamento en la división técnica del trabajo; por el contrario, reproduce amplificando los medios de dominación social. Entonces, el espacio fabril se constituye como un ámbito en el cual el reglamento interno es la verdadera ley.45 La historia del desarrollo de la industrialización es entendida aquí en relación con la resistencia de los trabajadores que, a la vez, tensiona y fuerza cambios en las estrategias productivas del empresariado.46

Como señala Harry Braverman, el concepto central de todos los sistemas de organización del trabajo es el control, ya que el manejo del proceso de producción es la condición necesaria para la formación del beneficio. En el caso de la empresa Siam, en sus primeros años –tal como veremos más adelante– la disciplina y las formas de control del proceso de trabajo se encontraban bajo el signo de la improvisación más que de la innovación. De allí que históricamente el capital reprodujo en el interior de la fábrica una disciplina basada en modelos sociales ya existentes (familia, ejército).47

A partir de la realización de los cambios organizativos de la producción, en el caso de la Siam hacia los años 40, los controles y mecanismos de producción vigentes hasta ese momento se mostraron insuficientes, debido a la constante acción de rebelión y resistencia obrera. Se planteó, entonces, la necesidad de una modificación en los modos administrativos y disciplinarios buscando, por parte de la empresa, reducir todas las discontinuidades posibles. El capital sistematizó las experiencias de control patronal sobre la vida del obrero fuera de la fábrica. Esta extensión del control se manifestó en la construcción de barrios obreros que, con mucho criterio, los investigadores le atribuyeron una ideología fuertemente coherente con las necesidades de la lógica fabril. La voluntad de disciplinar la fábrica disciplinando lo que está fuera de la fábrica –el taller y la casa– fue una estrategia de moralización social que se extenderá en muchas industrias de la Argentina y a partir de 1942 será impulsada con fuerza por el propio Torcuato Di Tella. En los procesos de mayor tecnologización, como el que intenta la Siam en los 40, el maquinismo tomará una forma objetiva, la de la dirección de la máquina, que suplantará al control capataz, a la vigilancia directa, y se combinará con las políticas anteriormente desarrolladas. La forma de subordinación del trabajo consistirá en la interiorización por parte del trabajador de las necesidades objetivas del proceso laboral. Al mismo tiempo, la disciplina capitalista buscará extenderse a todos los sitios en los que se habría refugiado. La resistencia obrera se expresó, entonces, en el uso del tiempo y la cualificación que el capital impuso. Por ello, la aplicación de técnicas más afinadas de control disciplinar, tales como las tayloristas y fordistas,48 buscará terminar con la resistencia obrera y la filtración del tiempo de trabajo allí donde la mirada del patrón no podía alcanzarle. Este proceso se complementará con otras formas de enfrentar la tensión y conflictividad en el marco fabril; allí donde la moralización y la máquina fracasaron aparecerá como variante la delegación de poder del patrón a los delegados obreros o diferentes formas de organización. Este tipo de disciplina llevará, con el tiempo, a la contractualización de la relación salarial e impulsará, en consecuencia, el concepto de contrato colectivo, modificando las formas disciplinarias, reemplazando a las anteriores o complementándolas. Las actitudes de los diferentes sectores sociales respecto de la aparición de estas formas de normatividad y organización implicaron diversos posicionamientos. Así, para el empresario se trataba de saber utilizar el principio de la delegación obrera como modo particular de relevamiento jerárquico y para los trabajadores, el saber utilizar este mismo principio como medio de lucha y de presión sobre el capital. Estas modificaciones las observaremos y analizaremos en la Siam, sobre todo durante los años del peronismo.

El mundo del trabajo en la Argentina 1935-1955

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