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Viernes

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13 DE DICIEMBRE 1991

Z

ane estaba en su habitación, confusa. Durante tres días había tenido la casa para ella sola, incluso Arabia consiguió llevarse a los niños al parque para así poder quedarse una tarde completamente a solas con Pitt. Pero, a pesar de que ambos lo intentaron, al final él le dijo que se sentía muy incómodo cada vez que trataban de forzar la situación. Incluso se había puesto a horcajadas sobre él, pero lo único que había conseguido era que se marchara a su casa, no sabía si asustado o enfadado, y no había vuelto a saber nada de Pitt desde el miércoles. En la última conversación que había tenido con Monique sobre lo que había pasado, esta le dijo que lo más probable era que Pitt fuese de otro planeta, que ya no le cabía la menor duda.

Llevaba ya un tiempo barajando la posibilidad de hablar con alguien de la familia sobre el tema que tanto la preocupaba, pero lo cierto era que no se veía hablando abiertamente sobre ello con ninguno de sus hermanos. Hace unos años, tal vez Derek habría sido su mejor opción, pero ahora... No sabía decir exactamente en qué momento él había cambiado tanto. Ya no era divertido, ni parecía tan dispuesto a interesarse por los quebraderos de cabeza de sus hermanos pequeños. Ella sabía que tenía mucho estrés en el trabajo, porque seguía asumiendo cada vez más y más responsabilidad, pero pese a eso no entendía que hubiese cambiado de forma tan radical el rol de hermano mayor a cabeza de familia y padre de dos hijos. Zane pensaba que podía seguir siendo las dos cosas, aunque él por lo visto no.

Se preguntaba cómo sería ella cuando fuese madre. Ese pensamiento hizo que volviera a preocuparse de nuevo. Pensó entonces en Louis... Él a veces se burlaba de Pitt y de ella con cariño por el hecho de que todavía no se hubiesen acostado. Era su hermano pequeño, así que era un tanto bochornoso, y estaba segura de que Pitt no se sentiría nada cómodo si le pidiera que hablase con él. De todas formas, ya lo había intentado ella misma solicitándole consejo sobre cómo actuar para que todo sucediera de la forma más natural posible, pero no había servido de mucho... Pitt se sentía demasiado cohibido respecto a todo lo relacionado con el sexo, daba igual lo que ella intentase.

Escuchó desde su habitación el sonido del timbre, y también a los niños discutir sobre quién debía abrir la puerta. Zane se asomó para ver si se trataba de Pitt, pero la llegada de su otro hermano la hizo sonreír.

Jake.

Claro.

—¿Está Zane? —le escuchó preguntar a Emily.

—¡Estoy aquí! —respondió ella.

Observó cómo le pedía permiso a Emily para pasar al interior, como si de un extraño se tratase. Zane había notado que la confianza entre ellos se había deteriorado, y un tanto de lo mismo pasaba entre él y Derek. Pese a eso, no terminaba de entender la expresión de Emily cada vez que Jake aparecía. Era como si viese a un fantasma, y le costaba muchísimo reaccionar con una sonrisa forzada para aparentar normalidad. Era cierto que habían pasado un par de años, pero seguía siendo Jake.

El susodicho caminó en dirección a ella, acompañado de Jack y de Danielle, que corrían a su alrededor.

—¿Puedo hablar un momento contigo? —preguntó.

—Por supuesto.

Lo dejó pasar al interior de su habitación y cerró la puerta tras de sí, dejando a los niños fuera a pesar de sus lamentos. Después se subió sobre la cama, apoyó la espalda contra el cabezal y se sujetó las piernas contra el pecho. Observó que Jake estaba, a su vez, mirando la estancia en la que se encontraba, y lo vio pasar la mano por la estantería superior.

—No está mal —dijo.

A lo que Zane respondió:

—¿No está mal? Si no me equivoco, es madera de lino. Lo más extremadamente caro que hemos tenido nunca para sostener unos libros.

—¿Y qué tal? ¿Se nota la diferencia con la madera que hemos tenido toda la vida? ¿Los libros se sienten más cómodos?

—No te burles... Derek se ha esforzado mucho con esta casa.

La expresión de Jake cambió radicalmente y la pequeña sonrisa que se asomaba en su rostro desapareció poco a poco a la vez que ella pronunciaba la última frase.

—Por favor, no quiero hablar de Derek.

Por supuesto que no. Sabía de sobra que no había ido hasta allí para hablar de él.

—¿Y de qué es lo que quieres hablar? Porque lo cierto es que yo también quería hablar contigo.

—¿Ah, sí?

Zane asintió y notó cómo se le encendían las mejillas de forma involuntaria. Jake sacó la silla del escritorio, giró el respaldo hacia ella y se sentó con los brazos apoyados en él, esperando a que se explicara.

—¿Recuerdas cuando, hace unos años, dijiste que no ibas a hablar de sexo conmigo? —Jake arrugó el entrecejo. Ella continuó—. Estábamos en mi cuarto, en la buhardilla, el día después del Dix76 y... bueno...

—Sí. Ya me acuerdo.

—¿Y crees que ahora sería un buen momento?

La expresión de su hermano le hizo bastante gracia y no pudo disimularlo. Habló de nuevo ante la estupefacción de él.

—En realidad, creo que con quien deberías hablar es con Pitt, pero no sé si es pedirte demasiado. Él nunca... Ya sabes...

—¿Pitt es virgen? —Zane asintió—. Quiero decir, Pitt y tú no...

—Yo también soy virgen, Jake.

Su hermano se puso las manos en la cabeza y luego abrió mucho la boca para luego cerrarla automáticamente y evitar reírse. Esta vez fue Zane la que arrugó el entrecejo.

—A todos os hace mucha gracia, pero sería genial que alguien me ayudase a ponerle fin a esta situación.

Zane le habló abiertamente y sin tapujos de todo lo que ella creía saber con respecto al tema y de cómo eran las reacciones de Pitt —incluidos los tres días que habían podido pasar a solas—, y, a pesar de que Jake escuchó con suma atención, no hizo ningún comentario que pudiese aportar claridad a todo aquel asunto.

—¿Qué supone que es lo que tengo que hacer? ¿Seguir esperando a que un día ocurra sin más?

—¿Qué hay de malo en eso?

—¡Jake!

—Vale, lo siento, pero de verdad no creo que haya ningún tipo de problema con Pitt, o contigo. Tampoco pasáis tanto tiempo juntos como para que haya una confianza tan íntima, ¿no?

—¿Qué te parece todo el tiempo que llevamos saliendo?

—¿Cuántas veces habéis dormido en la misma cama desde entonces, Zane? —Jake dio justo en el clavo—. No hay que ser muy listo para pensar que, si el día de Acción de Gracias se quedó a dormir con Louis en la habitación de invitados, significa que siempre que viene aquí a pasar la noche contigo, en realidad la pasa allí cuando os vais a dormir. ¿O me equivoco?

—No, no te equivocas.

Jake levantó los brazos con las palmas hacia arriba en señal de evidencia.

—¿Lo ves?

—Pero bueno, también vamos al cine juntos, e incluso tenemos su coche. Sé de gente que hace muchas cosas dentro de su coche.

—¿Qué haces cuando vas a su casa?

—Casi nunca voy a su casa... No le caigo muy bien a su madre.

—¿Que no le caes bien a su madre? Es imposible que tú le caigas mal a alguien.

Zane rio por el comentario. Sin duda, sirvió para que se relajara.

—Y lo que de verdad nos importa —prosiguió su hermano—, ¿por qué duerme en la habitación de invitados cuando viene aquí?

—Ya sabes, Derek...

—¿Derek? —Zane hizo una mueca con la boca, lamentando haber dicho eso—. ¿Derek te ha pedido que no durmáis juntos?

—Solo cuando estemos aquí.

—Joder, ¿dónde coño vais a estar si no?

De repente, se le iluminaron los ojos. Zane dudó, pero luego entendió lo que se le había pasado por la cabeza.

—Te recuerdo que la casa de Prinss no está habitable... —le dijo.

—Por poco tiempo —continuó él—. En cualquier caso, me parece increíble que Derek actúe así con respecto a vosotros, por lo de tener que dormir en habitaciones separadas y todo eso. ¿Acaso él no dormía en nuestra casa con Emily? Incluso con Ashley. ¿Cómo puede ser tan egoísta?

—No te enfades con él... Solo quiere hacer las cosas lo mejor posible.

—Convertirse en una persona retrógrada no es hacer las cosas lo mejor posible.

Zane y él se miraron. Jake parecía enfadado.

—En cualquier caso, Jake, no quiero que este tema salga de aquí. No me gustaría saber que has estado hablando con Derek sobre las normas de su propia casa, así que prométemelo.

—Si es lo que quieres...

Asintió para corroborar lo dicho.

—Entonces, ¿hablarás con Pitt?

Jake exhaló una gran bocanada de aire.

—Vale, hablaré con él, si eso me exime de tener que hablar de sexo contigo.

—Gracias. Yo volveré a hablar con Monique en unos días, cuando vuelva de su viaje.

—¿Y qué hay de Ari?

—¿Qué hay de qué?

—¿Porque no hablas con ella?

—Ari no es especialmente abierta en hablar sobre ese tema, y no quiero insistirle más. Me da la sensación de que le incomoda.

—También le incomodo yo, por lo visto. No tiene ninguna intención de hablar conmigo. Y yo necesito poder ver de cerca a... a su hija. A la niña.

—Vuestra hija.

—Sí, supongo.

Se dio cuenta de que todavía no se había hecho totalmente a la idea de la nueva situación.

—¿Era eso de lo que querías hablarme? —le preguntó para ayudarlo a comenzar la conversación.

—Sí. Porque siento que pasarán las Navidades y se marchará a California sin querer recibirme. Ayer la llamé a su apartamento. Aún recuerdo su número, ¿sabes? Pero volvió a decirme que no había nada que tuviese que hablar conmigo y que Jazzlyn no era de mi incumbencia. Ya no sé qué más hacer.

—Ari te quería mucho. O sea, nosotros también, pero de una forma diferente, ya sabes.

—¿Qué te hace pensar que yo a ella no?

—Sí, ya lo hemos hablado, ella también era muy importante para ti. Pero te fuiste.

—Ya, y he tardado más de dos años en volver. Ya me ha quedado claro que todos saben perfectamente el tiempo que pasé ausente, pero no he podido venir antes.

—¿Me vas a decir de una vez qué es lo que has estado haciendo?

Dio otra gran bocanada de aire antes de contestar:

—Hice varias cosas, Zane. Una de ellas fue alistarme en el ejército. Bueno, presentarme voluntario.

Dicho lo cual, se señaló el pelo.

Zane se llevó las manos a la boca. Jamás se lo hubiese imaginado.

Jake le contó entonces una parte de su desaparición. Le explicó que, después de pasar una temporada en Philadelphia, se preparó para acceder, y que le costó muchísimo recuperar la movilidad completa de su brazo. Ese fue uno de los alicientes para entrenarse, porque necesitaba sentirse completo de nuevo, de lo contrario la falta de movilidad le hacía recordar una y otra vez lo que pasó. Cuando creyó estar al cien por cien, se dio cuenta de que, a pesar de todo, al ejercitarlo demasiado se resentía y le fallaban las fuerzas. Eso hirió completamente su orgullo y trató por todos los medios de disimularlo. Se obligó a presentarse voluntario para demostrarse a sí mismo que sí que era capaz de conseguirlo, y así fue, al menos en un primer momento. Consiguió aprobar con éxito las pruebas físicas, pero entonces llegó la hora de la revisión médica y sus cicatrices no pasaron inadvertidas.

—Pero ¿por qué querías entrar en el ejército? ¿Desde cuándo...?

—Era solo una forma de seguir alejándome, Zane.

—¿Qué te hizo cambiar de opinión?

—¿Aparte de que me rechazaron sin miramientos cuando me vieron las heridas de bala?

—Bueno, podrías haberte ido a otro país a empezar de cero. Sin embargo, regresaste.

—Helen Brooks fue la que me convenció de que ya era hora de volver.

Otra sorpresa más. Helen Brooks.

—¿Tuviste contacto con ella?

—Mucho. Recuerda que lo primero que hice fue ir a Philadelphia.

—Pero...

—No me preguntes por qué, pero así fue. De hecho, fue la primera persona con la que tuve contacto meses después de que me fuera. Yo la busqué.

Zane no podía salir de su asombro. Jake se había marchado y había buscado consuelo en una de sus profesoras de la infancia. Aquello era todo un descubrimiento.

—Bueno y, ya que la mencionas, ¿qué fue de ella? ¿Cómo está?

—Falleció hace tres meses.

Volvió a llevarse las manos a la boca. Su asombro continuaba en aumento.

—Llevaba mucho tiempo enferma —le aclaró su hermano—. Ya lo estaba cuando nosotros la vimos en la ciudad por primera vez. Solo era cuestión de tiempo, en realidad.

—¿Cómo te enteraste?

—Ella me lo dijo.

—¿Y qué hiciste?

—La cuidé. ¿Qué si no, Zane?

Trató de asimilar toda la información que su hermano acababa de transmitirle. Sin quererlo, le había contado mucho más que a cualquiera de los demás. Se sintió afortunada de saber al fin qué era lo que había estado haciendo durante todo ese tiempo, o al menos una parte. ¿De verdad había estado cuidando de la señora Brooks hasta el final de sus días? Jake estaba siendo una gran caja de sorpresas. Alistarse en el ejército, cuidar de una anciana... ¡Qué de cosas!

Entonces él se levantó y se paseó por la estancia para estirar las piernas y también para dar por concluida la conversación.

—Supongo que ha sido demasiado para mí por hoy —le dijo.

Ella lo miró sin decir nada, comprendiendo. Sabía de sobra lo mucho que a su hermano le costaba hablar de las cosas, y acababa de contarle muchas más de las que sin duda tenía pensado.

—¿Estás bien?

Jake se volvió enseguida hacia ella con una media sonrisa.

—Sí.

—Gracias por confiar en mí —le dijo para que se sintiera un poco mejor.

—Tú también. —Jake le guiñó un ojo tras la frase.

—¿Hablarás con él?

—Sí, ya te lo he dicho.

—¿Cuándo?

—¿Cómo que cuándo? No sé. Uno no queda específicamente con alguien para eso.

—Pues yo necesito que lo hagas. No sé nada de él desde el miércoles, y lo quiero mucho.

Sin querer que se notara lo triste que estaba, unas pequeñas lágrimas asomaron en sus ojos. Pitt era muy especial para ella.

—Está bien. Lo llamaré. Dame su teléfono.

Zane se levantó de un salto y arrancó un trozo de hoja del cuaderno que tenía más a mano, lo apuntó a corre prisas y se lo entregó.

—Pronto.

—Sí, pronto.

—Gracias, Jake.

De repente, se escuchó algo de alboroto fuera de la habitación.

—Significa que Derek ya ha regresado —le aclaró Zane mientras se secaba los ojos, consciente de que sus dos sobrinos siempre recibían a su padre con la misma emoción—. ¿Vas a quedarte a cenar?

Se dio cuenta de que si le daba la opción iba a decir que no, así que se adelantó y respondió por él:

—Oh, sí, te quedas a cenar.

Y, antes de que su hermano pudiese negarse, salió corriendo de la habitación para decírselo a Emily.

Verdad y perdón a destiempo

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