Читать книгу El triunfo del amor sobre el ego - Saeed Habibzadeh - Страница 14
Aprender o sufrir
ОглавлениеGeneralmente tenemos dos posibilidades para dirigir nuestra vida y los acontecimientos diarios: o los tomamos como algo personal y sufrimos porque nuestra vida no se está desarrollando como nos gustaría, o asumimos las cosas objetivamente. Es decir, no concentramos nuestra atención en nuestras emociones, sino solo en el mensaje interior de los acontecimientos.
De esta manera reconocemos que todo acontecimiento tiene su propio antecedente, mensaje y meta. Si constantemente tomamos las ocurrencias de la vida personal, vamos a sufrir constantemente y estaremos siempre tratando de cambiar nuestra existencia hasta lograr que se acomode a nuestras ideas egoístas. El problema con nuestras ideas egoístas es que el complacerlas no trae ni poquito más de felicidad. La razón de ello es que no nacen de nuestro corazón sino de sentimientos y estados de ánimo superficiales. Solo seremos felices si complacemos nuestros verdaderos deseos del corazón. Los deseos verdaderos del corazón no causan sufrimiento o dolor ni en nosotros ni en nuestros semejantes. La realización de estos deseos nos fortalece y nos pone feliz. Pero la realización de los deseos egoístas nos llena de soledad y tristeza. Cuanto más egoístas somos, tanto más sufriremos. Todo lo centramos en nosotros mismos y lo referimos a nuestra propia persona. Tomamos nuestro ego como norma para juzgar las sucesos diarios como buenos o malos. El sufrimiento nace de un aislamiento de nuestros semejantes causado por nuestros actos egoístas. Perdemos la percepción de lo real ya que inventamos nuestra propia realidad y vivimos en un mundo de fantasías.
Pero si tomamos los acontecimientos en una forma menos personal y reconocemos cada vez más que estos nos quieren transmitir ciertos contenidos y mensajes, dejamos de ver nuestros problemas como enemigos a los que hay que eliminar y los captaremos como a amigos que nos quieren informar.
Solo sufrimos mientras no queramos aprender y culpamos a otros de nuestra infelicidad.
En este punto debe mencionarse que la verdadera disposición para aprender también puede atraer problemas, conflictos, enfermedades y sufrimiento. La razón de ello es que dejamos lo viejo y antiguo atrás y nos enfrentamos a lo nuevo con franqueza. Esa transición de lo viejo a lo nuevo trae muchos cambios que, en parte, puede ser incómodo. Por ejemplo, al cambiar el círculo de amigos, se modifica la relación con la propia familia, nuestra convivencia en pareja se hace diferente o se acaba. Estas son algunas de las posibles consecuencias de los cambios de nuestra conciencia.
Si una persona piensa, siente y actúa diferente que antes, llega a entenderse menos con las personas de su pasado.
Esas experiencias incómodas y tristes constituyen un breve periodo de la vida. Pero esa es la transición de lo viejo a lo nuevo. Quien trate su vida y se trate a sí mismo de manera sincera y franca, dejará atrás lo viejo, paso a paso, y ganará más alegría para sí mismo y para su propia vida. Por eso es de suma importancia no perder el valor. En su camino hacia la verdad, el pasajero no deberá desanimarse ni desconcertarse.
Nada se pierde, solo se abre espacio para algo nuevo, mejor, necesario o inevitable.
Es muy importante que tengamos la disposición de aprender. Aprender nos parecerá especialmente difícil cuando otras personas nos llaman la atención sobre nuestras insuficiencias. Pero no tiene sentido sentirse atacado. Hay personas que se defienden inmediatamente con las palabras: "Hasta ahora nadie ha protestado por eso". El hecho de que nadie haya hecho una reclamación no es una prueba de que estemos haciendo todo correctamente. Esta actitud es superficial y peligrosa porque tales personas afirman con ella lo siguiente: "No cambiamos nada y simplemente seguimos de la misma manera hasta que algo suceda, después tal vez cambiemos."
Deberíamos entender que si alguien se toma el trabajo de explicarnos algo con amor y valor o nos llama la atención sobre nuestros errores, se trata de una advertencia por amor y afecto. Deberíamos agradecerle a esa persona y trabajar en nuestra capacidad de aceptar crítica. No tiene importancia por qué motivo una persona afirma algo, sino solamente si está diciendo la verdad. Que sus motivos sean correctos es solo su asunto y su responsabilidad. Nosotros somos responsables de nuestra disposición para aprender y deberíamos ocuparnos solo de nuestros propios errores y no de los de nuestros semejantes. Los amigos verdaderos mencionan nuestras debilidades por amor y quieren vernos felices. Aumentan nuestro valor y la confianza en nosotros mismos y, con ello, nos ayudan a solucionar nuestros problemas. Los falsos amigos hacen mal uso de nuestras debilidades para burlarse de nosotros, elevarse por encima de nosotros y destruir así nuestra confianza en nosotros mismos. Para nosotros es importante quedarnos con la verdad y no molestarnos a causa de los motivos de nuestros semejantes. Quien ama realmente la verdad aprenderá a través de sus verdaderos amigos y de los falsos.
Quien ama la verdad en su corazón aprende siempre y en todas partes.