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Objetivamente o personalmente

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En principio tenemos dos posibilidades de percepción y de elaborar las informaciones.

La primera posibilidad es la de sentirse siempre aludido personalmente con todos y con todo. Es algo que hacemos cada vez que actuamos a nuestro gusto, de acuerdo a nuestra visión del mundo y tenemos en cuenta otros criterios personales como norma para juzgar algo. En otras palabras, carece de valor lo que en este momento esta pasando, importa solo el impacto que ejerce en nosotros. Nuestro ego decide si algo nos complace o no, si somos bellos o antiestéticos, agradables o desagradables. Cuanto más una persona tome los acontecimientos de su vida cotidiana en forma personal, tanto más susceptible y vulnerable será. Tratar a una persona de este tipo será cada vez más complicado, ya que juzga todo según su estado de ánimo y no según los hechos. No le da importancia a lo que está sucediendo, sino a la manera como esto lo afecta. Las personas egoístas no se interesan por la verdad, sino que prefieren inventarse una verdad propia que se acomode más a su ego. Juzgan, condenan y actúan según su estado de ánimo. Una característica interesante de un egoísta es su tendencia a interpretar todo. Su interpretación es más importante que todo lo demás. Para él la verdad es lo que cree ver y no lo que realmente está sucediendo.

Tomar todo en forma personal nos convierte en seres aislados, solitarios y amargados. Quien toma personalmente todo lo que le acontece, se percibirá a sí mismo como víctima de las circunstancias y al final terminará sufriendo de manía persecutoria.

La objetividad es la aplicación del amor a la verdad.

La objetividad es una alternativa completamente opuesta de tratar a nuestros semejantes y los acontecimientos diarios. Somos objetivos siempre y cuando le tratemos los acontecimientos dando la máxima prioridad a los sucesos y hechos y no a nuestro ego. Ser objetivo significa tratar cada cosa poniéndola en relación con el objeto y no con la propia persona. Si actuamos objetivamente, procedemos de manera inteligente y de acuerdo con la situación. Este procedimiento nos fortalece, engrandece nuestra autoestima y la confianza en nosotros mismos y nos protege de posibles decisiones erradas. Las personas inteligentes no valoran mucho el empaque y la apariencia de algo, sino el contenido y el ser.

¡Las personas inteligentes no se mienten a sí mismas ni a los demás, razón por la cual es igualmente difícil engañarlas!

El triunfo del amor sobre el ego

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