Читать книгу La ciudad de Dios. Libros I-VII - San Agustín - Страница 10

FUENTES

Оглавление

La redacción de una obra de la envergadura del De civitate Dei exigía la utilización de un gran número de fuentes de todo tipo, desde los autores clásicos que Agustín o bien conocía a través de su formación escolar o sus posteriores lecturas, o bien consultó ex professo , hasta la literatura cristiana y los propios textos bíblicos. Del estudio de dichas fuentes se han ocupado un buen número de especialistas. Entre los primeros trabajos destacan los un tanto anticuados pero todavía útiles de FRICK 63 y ANGUS 64 . También presentan interés aquellos que tratan sobre la relación entre Agustín y algún autor determinado, como Cicerón 65 , Virgilio 66 , Salustio 67 , etc. Para lo relativo a las fuentes clásicas en general resulta imprescindible la consulta de la obra de Hagendahl 68 . A dichas fuentes nos referiremos a continuación.

Fuentes poéticas

Angus 69 ya señaló la presencia en los diez primeros libros del De civitate Dei de citas de los siguientes poetas: Claudiano, Enio a través de Cicerón, Horacio, Lucano, Persio, Terenciano Mauro, Terencio, Valerio Sorano, y Virgilio. Evidentemente, no todos ellos tuvieron el mismo relieve en la obra agustiniana. Según Hagendahl 70 el conocimiento de Agustín de los poetas arcaicos era muy limitado. Algunos autores eran para él sólo nombres, como Nevio y Cecilio, otros como Enio son citados a partir de otras fuentes, como Cicerón o Varrón. De los dramáticos parecía conocer sólo a Terencio, que, como se ha indicado, pertenecía al currículo escolar, y es utilizado como fuente de exempla 71 . En cuanto a los poetas clásicos es Virgilio el que adquiere mayor relieve. Virgilio, al igual que Terencio, formaba parte del canon escolar y su presencia en la literatura cristiana, como indica Hagendahl 72 , era habitual en autores como Lactancio, Jerónimo y el propio Agustín, que recuperan el uso propio de la prosa de Cicerón y Séneca de citar versos literalmente. Según HAGENDAHL 73 , Virgilio es para Agustín el verdadero exponente del carácter romano. En De civitate Dei es utilizado sobre todo para contraponer determinadas actitudes cristianas a las tradiciones y concepciones romanas, por ejemplo en los primeros capítulos de la obra, cuando Agustín compara la conducta de Alarico con la de los griegos en Troya. Los bárbaros cristianizados respetan los templos cristianos, mientras los griegos en Troya hicieron lo contrario, y todo ello para demostrar la impotencia de los dioses paganos en la defensa de las ciudades y frente al hecho de ser conquistados, a fin de refutar la opinión de los paganos de que Roma fue tomada en 410 por haberse abandonado la religión tradicional. Como señala el propio Hagendahl, ningún otro apologeta hizo un uso similar de Virgilio.

Horacio ocupa en Agustín el tercer lugar entre los poetas latinos. En cuanto al modo en que éste lo conocía los especialistas difieren, pues mientras que, como se ha visto anteriormente, MARROU 74 opina que lo leyó en una antología, HAGENDAHL defiende un conocimiento directo de al menos las Sátiras y las Epístolas 75 . La influencia de Ovidio fue poco relevante, aunque parece conocer al menos las Metamorfosis , citadas en Civ . XXII 24 (Met . I 84-6). En cuanto a la poesía de época imperial, según HAGENDAHL , el autor más citado es Juvenal 76 . Persio interesa por su carácter moralizante y el pasaje más largo citado es el de la sátira III 66-72 en Civ . II 6. Claudiano es citado en Civ . V 26 77 , en uno de los raros casos en que Agustín presta atención a un acontecimiento histórico contemporáneo, la victoria de Teodosio sobre el usurpador Eugenio.

Fuentes historiográficas

Como indica BARDY 78 , a Agustín no le interesa el conocimiento del pasado en sí mismo, sino que la historia constituye para él un argumento apologético. Por ese motivo, los autores que más le interesan son aquellos que, o bien, proporcionan ejemplos útiles para su argumentación, como Livio y sus epítomes, o bien se dedican a la reflexión sobre cuestiones morales relacionadas con la historia de Roma, para lo cual la fuente principal es Salustio, uno de los autores más citados en De civitate Dei , y muy admirado por el obispo de Hipona 79 . Dicha admiración no es de extrañar, dado que el pensamiento de Agustín presenta muchos puntos en común con el de Salustio, como su pesimismo en la concepción de la historia de Roma.

Como indica HAGENDAHL 80 , si Agustín adoptó el punto de vista de Salustio sobre la historia de Roma, su conocimiento de los hechos parte de la tradición de Livio. Pero el estudio de dicha tradición plantea el problema, agravado por el hecho de que gran parte de su obra se ha perdido, de si Agustín utilizó directamente el original, como sostiene ANGUS 81 , empleó un epítome, como defiende AY 82 o recogió los datos sobre la historia de Roma de autores comentados en las escuelas como Virgilio, Salustio y Cicerón, y de colecciones de exempla, prodigia y memorabilia , teoría presentada por CALABI 83 . Dicha teoría es criticada por HAGENDAHL 84 , para quien Livio es la fuente principal, complementada por Floro, aunque no se le mencione, y Eutropio.

Finalmente, en lo que se refiere a la historiografía imperial, según HAGENDAHL 85 , Agustín no da muestras de conocer a Tácito, Suetonio o Amiano, y sólo menciona el epítome de Justino de las Historiae Philippicae de Pompeyo Trogo. Para la historia de otros pueblos, como el judío, utiliza la crónica de Eusebio en su traducción de Jerónimo.

Cicerón

De la importancia de Cicerón en la formación de Agustín ya se ha tratado anteriormente 86 . Según TESTARD 87 De civitate Dei es la obra agustiniana donde las referencias a Cicerón son más abundantes. Dichas referencias se concentran sobre todo en la primera parte. La obra más citada es De republica , para el establecimiento de cuyo texto Agustín continúa siendo una de las principales fuentes. Aparecen además citas de los Academica 88 , De natura deorum 89 , Tusculanae disputationes, De divinatione y De fato , obra que utiliza pero no menciona. La traducción del Timeo es citada sobre todo en Civ . VIII-XIII y XXII.

Como indica HAGENDAHL 90 , la presencia de Cicerón en Agustín no se limita a las citas directas. Existen además multitud de préstamos anónimos y reminiscencias debidas en último término al Arpinate. De él se toman datos relativos a los filósofos griegos y sus opiniones, y, aunque algunos de ellos son lugares comunes, Cicerón, es la principal fuente para la filosofía griega. Su influencia fluctúa durante la actividad literaria de Agustín y es en De civitate Dei donde cobra su máxima importancia. Incluso algunas de sus obras, como De divinatione o De fato no fueron utilizadas anteriormente, sino que fueron consultadas para ese propósito concreto.

Varrón

Como indica ANGUS 91 los escritos de Varrón son la fuente principal de los libros IV, VI y VII del De civitate Dei 92 . Agustín los utiliza especialmente en su exposición sobre la religión romana, aunque también en determinadas cuestiones de historia primitiva de Roma. Esta utilización de la fuente varroniana presenta el interés añadido de que, al hallarse su obra perdida, es precisamente a partir de las citas que aparecen en Agustín y en otros autores cristianos como ha sido posible su reconstrucción. De especial interés fueron las Antiquitates rerum humanarum et divinarum 93 , cuya estructura conocemos precisamente a través de un pasaje introductorio que parafrasea el propio Agustín 94 . Son las Antiquitates rerum divinarum las que más interesan a Agustín, y dentro de éstas su exordium y los tres últimos libros de diis (XIV de diis certis , XV de diis incertis , XVI de diis praecipuis atque selectis) .

Este uso de Varrón como principal fuente sobre religión romana podría llamar la atención en un principio, ya que se trata de un autor que en su época escribía como un anticuario cuya intención era que determinados dioses y elementos del culto ya en desuso no cayeran en el olvido por la desidia de sus conciudadanos (vid . frg. 2 a Cardauns, apud Civ . VI 2), así que cuando escribía Agustín aún reflejarían en menor medida el paganismo de su tiempo. Sin embargo, como indica BARDY 95 , Agustín en los primeros libros se interesa sobre todo por los orígenes de Roma, y su intención no era describir el paganismo de su tiempo, sino la religión tradicional de sus ancestros, de aquellos que pusieron las bases de la grandeza de Roma, y que necesitaba desmontar desde su base. Asimismo, es preciso tener en cuenta la gran consideración de la que la autoridad varroniana gozaba entre los círculos paganos cultos de su época, con los que Agustín polemiza en su obra 96 .

Fuentes filosóficas

Aparte de Cicerón y Varrón, cuyo De philosophia es utilizado en Civ . XIX, se observa la presencia de otras fuentes filosóficas, entre las que destacan Apuleyo y Séneca.

Según HAGENDAHL 97 Apuleyo es el autor postclásico más importante en Agustín. En Civ . VIII 12 lo incluye entre los filósofos platónicos, y es precisamente en los pasajes en los que se discuten aspectos del neoplatonismo donde se utiliza en mayor medida 98 . Por otra parte, ANGUS 99 y HAGENDAHL 100 observan la presencia de citas del Asclepius , dentro de la doctrina de Hermes Trismegistos, tomadas de una traducción latina que, por razones desconocidas, en la tradición manuscrita aparece vinculada a los escritos filosóficos de Apuleyo.

La actitud agustiniana hacia Séneca es objeto de discusión entre los estudiosos. HAGENDAHL 101 la considera cuando menos enigmática, frente a la elevada consideración propia de los primeros escritores cristianos 102 . En ocasiones actúa cono si no conociera su obra en profundidad, a pesar de que, según BARDY 103 , leyó sus principales diálogos. Frente a BARDY , HAGENDAHL considera que Agustín no se sintió interesado por sus obras, salvo por el De superstitione , hoy perdido. Otros autores, como MASTANDREA 104 , llegan más lejos y observan una clara aversión hacia su figura, mientras que OROZ RETA 105 señala por un lado, la presencia de ciertos reproches porque no hubiera renunciado a la religión pagana en Civ . VI 10, pero en ningún momento una crítica sistemática.

Otras fuentes

Aparte de los autores ya citados, Agustín utilizó otras fuentes de diverso carácter para propósitos más concretos. Los datos sobre historia natural pudo tomarlos de Plinio el Viejo, aunque, como indica HAGENDAHL 106 , todas las referencias proceden del libro VII de su Naturalis Historia , por lo que tal vez fue el único que utilizó, y el resto de los datos los tomó del epítome de Solino o de algún intermediario entre éste y Plinio. Por otra parte, resulta difícil probar si utilizó a Valerio Máximo, del que, aparte de la presencia de lugares comunes, se observan posibles paralelismos en Civ . IV 19 (Val. Máx., I 8, 4) 107 . Entre los anticuarios, se hallan citas de Cornelio Labeón y Aulo Gelio. HAGENDAHL 108 halla también reminiscencias de Quintiliano, y citas de Séneca el Rétor en Civ . XVI 20 (Contr . VI 3), y de una declamación anónima en Civ . I 19. Finalmente, es preciso tener en cuenta que la cultura enciclopédica de la que hace gala Agustín en todo momento fue adquirida además mediante la lectura de obras como la de Celso y de manuales de carácter escolar.

En cuanto a las fuentes griegas, dado el limitado conocimiento del autor de dicha lengua, se ha de pensar que en la mayoría de los casos recurrió a traducciones o a citas indirectas. Sabemos por él mismo que leyó a Homero en la escuela del gramático sin adquirir un gusto por el texto (Conf . I 14, 23). Uno de los pasajes homéricos que aparecen en De civitate Dei podría proceder de su memoria, pero no debe descartarse que lo tomase de algún comentario a Virgilio 109 . Agustín recurre más habitualmente a la cita indirecta 110 . Por otro lado, algunas historias como la de Arión de Metimna, cuya fuente era para COMBÈS Heródoto o Plutarco 111 , eran ya lugares comunes en la literatura latina, por lo que Agustín no tuvo necesidad de recurrir a dichos textos. Algo semejante sucede con los datos sobre filosofía, que tomó de Cicerón, Varrón, y otros autores latinos. Para HAGENDAHL 112 posiblemente parte de su conocimiento de filosofía griega procedía de manuales. Las Categorías de Aristóteles las leyó a partir de la traducción de Mario Victorino, pero no parece que haya leído otra obra suya 113 . En cuanto al conocimiento de Platón, BARDY 114 señala dos posibles vías. Una es la traducción ciceroniana del Timeo , la otra a través de los neoplatónicos Plotino, al que conocía sin lugar a dudas 115 , y Porfirio, cuya influencia es más discutida 116 .

Como se puede apreciar, Agustín demuestra en De civitate Dei un profundo conocimiento y un magistral manejo de las fuentes clásicas. Pero esta obra no puede entenderse sino dentro del trasfondo de una cultura y una tradición cristianas, cuyos textos iban alcanzando cada vez una mayor dignidad y calidad literaria. En ese sentido, es preciso destacar dos tipos de fuentes, la Biblia y la literatura cristiana, en especial la latina.

La literatura cristiana

Dentro de la literatura cristiana son los textos de carácter apologético los que mayor influencia ejercieron en De civitate Dei , especialmente en su primera parte. Como indica VEGA , «La Ciudad de Dios es una apología del cristianismo en el sentido riguroso de la palabra. Por eso no se la podrá comprender nunca a fondo si no se conoce este su carácter adecuadamente, tanto en sí como en relación a las apologías que la precedieron» 117 . A continuación Vega señala que sin lugar a dudas Agustín utilizó especialmente aquellas escritas por autores cristianos, como Tertuliano, Cipriano, Arnobio y Lactancio. Con ellos comparte importantes aspectos de método y de empleo de fuentes clásicas, y un ejemplo de ello es el uso de Varrón como base para la crítica de la religión romana antigua. Las diferencias, sin embargo, también son importantes, pues, como señala el propio VEGA 118 las circunstancias habían cambiado en gran medida, así como las acusaciones vertidas contra el Cristianismo. Asimismo, y como se ha indicado, De civitate Dei es mucho más que una obra apologética, por lo que en un estudio comparativo entre dicha obra y sus precedentes siempre quedarán éstas empequeñecidas ante la mayor riqueza y amplitud de miras de la misma.

Fuentes bíblicas

Agustín en su De doctrina christiana 119 habla de la Biblia como la base de toda la cultura cristiana 120 . Pero este texto, frente a las obras clásicas que el autor acostumbra a manejar, no constituye un mero objeto de conocimiento intelectual, sino que es el camino que conduce a la sabiduría 121 . No es de extrañar, pues, que en De civitate Dei el texto bíblico se halle omnipresente, y no sólo en la segunda parte de la obra, y en especial en los libros XI-XVIII, donde constituye la fuente principal del relato histórico que Agustín nos ofrece, sino que ya desde el primer parágrafo, en el que Agustín expresa su intención de narrar el devenir de la ciudad de Dios a lo largo de los tiempos, hallamos abundantes citas. BARDY 122 destaca la fidelidad de Agustín respecto al relato bíblico, que jamás pone en duda, como escritura inspirada por Dios.

Un problema muy controvertido es el de la versión de la Biblia manejada por Agustín, pues sus citas no coinciden en general con las de la Vulgata de Jerónimo, sino que proceden de veteres latinae , en las que el Antiguo Testamento se traduce de la versión griega de los Septuaginta , y el Nuevo Testamento de los originales griegos. Sabemos además que Agustín no conocía el hebreo y que cuando hay problemas de interpretación en algún pasaje recurre habitualmente a la versión de los Septuaginta , cuya autoridad respetaba hasta el punto de considerar profetas a sus autores, y no a la traducción latina de Jerónimo, realizada a partir del texto hebreo, que considera menos inspirada 123 . Establecer qué versión o versiones latinas pudo utilizar en cada momento es una ardua tarea que todavía no parece haber dado resultados satisfactorios, y la versión Ítala a la que el propio autor alude, no ha podido ser identificada 124 . Hay que tener en cuenta además que, como indica MARROU , a pesar de los prejuicios que mostraba hacia la misma, a partir de los años 394 y 400 Agustín comienza a adoptar la traducción de Jerónimo de los Evangelios, así como las de algunos libros del Antiguo Testamento 125 . Este dato es importante en el estudio del De civitate Dei , donde Agustín muestra conocer ambos textos y realiza una interesante labor comparativa y exegética de los mismos 126 .

Como se puede apreciar, los textos bíblicos presentan en De civitate Dei un tratamiento especial y diferenciado del resto de las fuentes. Son la base de su relato histórico, pero, al mismo tiempo, objeto de una importante labor exegética en la que en todo momento se acepta su carácter de escritura inspirada. No es de extrañar que en De civitate Dei predominen los textos de carácter profético, como parte de la polémica que Agustín mantenía con aquellos paganos cultivados de su época. Frente a toda su literatura, Agustín posee como argumento la palabra de Dios 127 .

La ciudad de Dios. Libros I-VII

Подняться наверх