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LENGUA Y ESTILO

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Sobre la lengua y estilo de Agustín contamos con abundantes estudios, entre los que es preciso destacar por su carácter general los de BALMUS 155 , MARROU 156 , BLANCO GARCÍA 157 , MOHRMANN 158 y GARCÍA DE LA FUENTE 159 . Este último, siguiendo estudios previos, especialmente los de MOHRMANN 160 , realiza una detallada descripción de las características lingüísticas de la obra de Agustín, destacando en primer lugar su concepción de la lengua como vehículo de comunicación de ideas, es decir, su carácter instrumental que hace que la eficacia prime en muchos casos frente al embellecimiento retórico. En Agustín el tipo de receptor y las circunstancias concretas de cada uno de sus escritos influye en gran medida en su lenguaje, y de ahí las diferencias entre obras como los Sermones y otras más elaboradas y dirigidas a un público culto como el De civitate Dei . Observa además una evolución en su estilo, de un carácter más tradicional y «ciceroniano» en sus diálogos de Casiciaco a uno más cercano a los usos cristianos a partir de su conversión definitiva. Poco a poco, aunque sin abandonar el clasicismo, la lengua de Agustín admitirá mayor número de elementos cristianos tanto en el léxico como en la sintaxis. A continuación comenta las características propias de la lengua y el estilo de De civitate Dei . Sobre el léxico, tema ya estudiado por MAHONEY y SCHIEMAN 161 , destaca el uso del vocabulario técnico cristiano con menores restricciones que en autores anteriores como Lactancio. Observa por ejemplo una relativa abundancia de préstamos griegos y hebreos que aluden a ideas o instituciones cristianas y de neologismos latinos, entre los que se incluyen derivados de carácter popular como los terminados en -tio , del tipo peregrinatio o incarnatio , etc. La presencia de términos de origen vulgar en una obra del carácter del De civitate Dei , según GARCÍA DE LA FUENTE 162 se justifica porque éstos eran usuales en las antiguas versiones de la Biblia, lo que hace que hayan quedado ennoblecidos y no desentonen en una obra literaria. Otro elemento propio de la obra, señalado en este caso por BARDY 163 , es el interés por el purismo lingüístico, y al mismo tiempo por facilitar la comprensión de sus lectores, que le lleva a justificar las modificaciones que realiza con ese fin en algunas citas de autores clásicos 164 o a explicar ciertos términos ya en desuso 165 .

La sintaxis, según el propio GARCÍA DE LA FUENTE 166 , es elegante y tradicional, pero no por ello se dejan de admitir los elementos cristianos, y, por ejemplo, aunque se prefiere en general el uso de la oración de infinitivo frente a la completiva con conjunción, la proporción es de 8 a 1, muy inferior a la de los Diálogos de Casiciaco que es de 55 a 1. Por otro lado, señala la presencia de giros propiamente cristianos, como el adjetivo en sustitución del genitivo adnominal, el pleonasmo con los verbos de lengua, la oración nominal pura, el nominativo pendens , elipsis, cambios en el régimen de algunos verbos, como benedicere con acusativo, uso del acusativo con ad en lugar del dativo en nombres propios hebreos indeclinables, in con valor instrumental, o mayor abundancia del infinitivo con valor final. De todos modos, como indica MARROU 167 la sintaxis de Agustín en este tipo de obras se mantiene suficientemente fiel al uso clásico, no se aparta de él mucho más que los autores de época imperial, y menos que alguno de sus contemporáneos.

Una cuestión de carácter estilístico en la que los autores no se ponen de acuerdo es la del valor del periodo agustiniano. BALMUS 168 , de manera un tanto superficial según MOHRMANN 169 , considera que Agustín es incapaz de construir bellos periodos, pues los suyos carecen de proporción y equilibrio y parecen meras acumulaciones de frases mal construidas. Esta opinión ha recibido las críticas de FINAERT 170 , MARROU 171 , BARDY 172 , que considera sus periodos amplios y majestuosos, y MOHRMANN 173 y GARCÍA DE LA FUENTE 174 , para quienes Agustín es perfectamente capaz de construir periodos bellos y equilibrados, pero en ocasiones decide romper el equilibrio clásico a fin de poner de relieve una determinada idea, cosa que debe entenderse más como deseo de variación que como incapacidad constructiva.

Otro elemento característico del estilo de Agustín es su magistral empleo de las figuras retóricas. MARROU 175 observa la presencia de muchos de los elementos gorgianos recomendados por Cicerón en Orator 164-165, como el isocolon, la antítesis, o el homoioteleuton. Destaca asimismo la abundancia de juegos de palabras como la paronomasia o adnominatio , de figuras de pensamiento, como la interrogación retórica, prosopopeya, ironía, gradación, etc. Agustín adopta así todos los procedimientos de la retórica tradicional que tan bien conocía. En cuanto al ritmo de la prosa, aunque en Agustín es más frecuente la presencia de cláusulas rítmicas que de las métricas, en De civitate Dei es posible hallar muchas de carácter estrictamente métrico, algo que no resulta sorprendente, dado el clasicismo del estilo de la obra 176 .

La ciudad de Dios. Libros I-VII

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