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HUMANISMO Y RENACIMIENTO

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La figura de Agustín de Hipona fue también clave en el desarrollo del Humanismo 220 . El clasicismo de su latín, que se pone de manifiesto especialmente en el De civitate Dei , su interés por la retórica y el estilo, su actividad como crítico textual, su conocimiento de las antigüedades grecolatinas, así como su pensamiento filosófico y teológico, dentro de una época en la que surgen importantes controversias religiosas, hicieron de él uno de los autores más leídos y citados. Cambia, eso sí, la manera en la que los autores se acercan a él. La visión del mundo se ha transformado, y algunos elementos propios del pensamiento medieval basados en la obra del obispo de Hipona, como la interpretación providencialista de la historia, se cuestionan 221 . El pensamiento agustiniano será reinterpretado constantemente, y sus propios textos se convertirán en objeto de controversia. Frente a la autoridad distante del Medievo, más conocida en ocasiones a través de florilegios que de sus obras originales, Agustín se lee de forma directa, se humaniza, aparece como una figura real, que puede ser venerada, pero también discutida.

Esta humanidad de Agustín puede verse ya en Petrarca, en quien se aprecia un elemento constante en el Humanismo: la combinación del pensamiento clásico, representado por una vuelta al platonismo frente al aristotelismo escolástico medieval, y del cristiano, alimentado por la lectura directa de los Padres de la Iglesia y las Sagradas Escrituras. En el caso concreto de Petrarca, fue a partir de la lectura de las Confesiones , de las cuales poseía un ejemplar que le había regalado en 1333 el monje agustino Dionisio de Borgo San Sepolcro, de donde nació su admiración por el obispo de Hipona. Dicha admiración le llevó a escribir en torno a 1353 el Secretum , compleja obra de autoanálisis compuesta por una serie de diálogos ficticios que mantiene el autor con Agustín, al que convierte en su maestro y confidente 222 .

La influencia de Agustín se hace asimismo notoria en uno de los más importantes humanistas, Erasmo de Rotterdam. La formación recibida ya desde su infancia le infundió el interés por el estudio de los clásicos y de los Padres de la Iglesia. En 1478, cuando contaba nueve años de edad, fue enviado a la escuela capitular de Saint-Lebuin, en Deventer, regida por los fratres communis vitae , que influyeron en su ideal de humanismo cristiano 223 . Posteriormente obtuvo una rica formación a través de las lecturas de textos patrísticos y de autores clásicos que realizó durante el periodo en el que permaneció en el monasterio agustino de Steyn (1487-1492), donde tuvo acceso a su bien surtida biblioteca 224 . Pero fue durante su estancia en Bruselas, en el convento agustino de Groenendaal, entre 1493-1494, cuando Erasmo pudo profundizar en mayor medida en la obra de Agustín 225 . Allí encontró un ejemplar del De doctrina christiana , obra que inspiró la composición de sus Antibarbari 226 . Como señala HALKIN 227 , Agustín y Jerónimo, autores cristianos, pero al mismo tiempo amantes de los clásicos, fueron las mejores armas de Erasmo en su lucha contra la educación escolástica, que había marginado la lectura directa de los textos antiguos, paganos y cristianos.

Es a través de Agustín como Erasmo desarrolla su idea de armonización entre cultura clásica y cultura cristiana, entre verdadero saber y verdadera piedad, de gran importancia en el desarrollo del humanismo posterior 228 . Aparece citado, por ejemplo, en su Enchiridion militis christiani , de 1503, cuando recomienda la lectura de poetas y filósofos paganos 229 , o cuando, al expresar su preferencia por la teología de los antiguos frente a la de algunos de sus contemporáneos, próximos a la escolástica, comenta que Agustín prefería a platónicos y pitagóricos frente a la autoridad de Aristóteles, basándose en la lectura del De civitate Dei VIII 5. Sin embargo, en lo relativo a ciertas cuestiones teológicas de gran trascendencia en su época, como el problema de la libertad humana frente a la presciencia divina, tratado en su De libero arbitrio de 1524, se apoya más en Orígenes que en Agustín 230 , entrando en abierta polémica con Martín Lutero, que compuso al año siguiente, y como respuesta al tratado de Erasmo, un De servo arbitrio , más cercano a los escritos antipelagianos del obispo de Hipona. En este punto, siguiendo a CAPÁNAGA 231 , es preciso señalar la importancia de Agustín en la Reforma y en el pensamiento de Lutero y sus seguidores. Durante los años 1509 y 1510 Lutero se dedicó a glosar y a estudiar en profundidad el De civitate Dei y las Enarrationes in psalmos , textos en los que se inspiró para proponer su propia visión de las dos ciudades, aunque, como señala el agustinista español, Lutero la hace más radical, negando al ser humano toda participación en la construcción de la ciudad de Dios y en su salvación. Por su parte, tras el Concilio de Trento, se produjo un renovado interés en el ámbito católico por la lectura de las Escrituras y de la patrística como principal arma en la lucha contra el protestantismo, y el estudio de Agustín cobró cada vez más importancia 232 .

Volviendo a Erasmo, es preciso destacar su actividad como editor de la obra de Agustín, tarea que emprendió en 1517. Para el De civitate Dei solicita la colaboración de Luis Vives, a quien encarga la realización de unos comentarios. La primera edición aparece en Basilea en 1522, prologada por el propio Erasmo 233 . La obra no estuvo exenta de polémica. Ya la misma idea de editar el De civitate Dei recibió las críticas de los dominicos de Lovaina, que acusaban a Erasmo de enmendar los libros de Agustín sin la suficiente preparación 234 . Vives, por su parte, echa más leña al fuego ridiculizando en un prefacio, que redacta como autodefensa frente a dichas críticas, a otros comentaristas que le precedieron 235 . Incluso tuvo algunos problemas con el propio Erasmo, que le apremiaba para que terminase su trabajo y que criticaba la excesiva extensión del mismo 236 . Tras su publicación, la polémica continúa, pero en esta ocasión porque el comentario reflejaba opiniones un tanto dudosas desde el punto de vista de la fe católica, y fue prohibido por los jesuitas, condenado por los teólogos de Lovaina en 1546 y por el Papa Paulo IV en 1559 e incluido en el índice de libros prohibidos por el inquisidor general de España, Gaspar Quiroga, en 1584 237 . Ante tales polémicas, la segunda edición de Erasmo del De civitate Dei , de 1529, ya no incluye los comentarios de Vives. A pesar de todo, dichos comentarios deben considerarse un hito en el Humanismo. Como señala CAPÁNAGA 238 , Vives no fue un mero comentarista, sino también crítico textual, que se ocupó de cotejar varios códices, y que además llevó a cabo una compleja tarea de localización de las fuentes clásicas de la obra 239 .

Para no extenderme, terminaré comentando la influencia del De civitate Dei en otro de los grandes exponentes del Humanismo, Tomás Moro. Dicha influencia puede apreciarse en primer lugar en una serie de conferencias sobre el De civitate Dei que Moro impartió entre los años 1499 y 1503 en la iglesia de San Lorenzo, a petición de William Grocyn, cuyo texto, por desgracia, se ha perdido. En dichas conferencias, como indica ACKROYD 240 , se plantean cuestiones como si es más deseable vivir en la ciudad celeste o en la terrena, o en qué debía consistir el Estado, si en una congregación de creyentes gobernados por la intervención de la gracia y la ley divina o en una asociación de personas sometidas a la ley nacional y el derecho positivo. Estos debates harán surgir posteriormente la obra más famosa de Moro, la Utopía , publicada en 1516. Aunque el antecedente más directo de dicha obra es la República de Platón, el De civitate Dei , junto con otros textos antiguos, influyó en gran medida en la gestación de dicha obra 241 , que constituye el primer exponente del pensamiento renacentista sobre cómo debía ser la ciudad o la forma de gobierno ideal, y que creó un nuevo género literario 242 .

Como se puede apreciar, a través de las breves pinceladas que aquí se ofrecen, la presencia de Agustín y su De civitate Dei es constante en el pensamiento filosófico y teológico del Humanismo. Asimismo, continúa siendo una de las principales fuentes de conocimiento del mundo clásico, por lo que las citas y alusiones a su obra se hallan en multitud de autores de la época. En ese sentido, resulta necesario continuar profundizando en el estudio de dicha presencia a través de criterios esencialmente filológicos, tarea compleja pero que puede resultar especialmente fructífera.

La ciudad de Dios. Libros I-VII

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