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ANTIGÜEDAD TARDÍA Y EDAD MEDIA
ОглавлениеAgustín fue uno de los autores más conocidos durante dichas épocas. Su presencia en diversas bibliotecas 182 , así como su uso en las escuelas 183 , ha sido constatada por los estudiosos. Considerado fundador de la Edad Media junto con otros como Jerónimo y Ambrosio 184 , es frecuentemente citado como autoridad, y escritores como Isidoro de Sevilla 185 o gobernantes como Carlomagno 186 lo tenían en la más alta estima.
Como era habitual en la época, Agustín no sólo era leído a través de sus obras originales, sino que era frecuente su consulta a través de florilegios y colecciones de sententiae 187 . Entre las mismas destacan el Sententiarum ex operibus s. Augustini delibetarum liber de Próspero de Aquitania 188 , del siglo V , con 390 citas agustinianas y los Excerpta ex operibus s. Augustini de Eugipio 189 , del siglo VI , obra utilizada y recomendada por Casiodoro 190 . Esta tradición era conocida por Isidoro de Sevilla 191 , que escribió tres libros de Sententiae , tomadas de varios autores, y que tienen como una de sus principales fuentes el De civitate Dei 192 . Asimismo, en los cinco libros de Sententiae de Tajón de Zaragoza, aunque la mayor parte de las citas proceden de Gregorio Magno, la presencia de Agustín es importante 193 . Dentro de este género destaca también el Commentarium in omnes s. Pauli epistolas ex operibus s. Augustini contextum de Floro de Lyon 194 o las Flores sancti Augustini ex suis libris de civitate Dei excerpti de Francisco de Meyronnes (1288-1328) 195 .
La presencia de Agustín se aprecia en la práctica totalidad de los campos del saber: matemáticas, astronomía, filosofía, gramática, etc. 196 Como indica DÍAZ Y DÍAZ 197 con Agustín se impone un cambio de dirección en la cultura antigua. Frente a otros autores cristianos, admite la utilidad del conocimiento basado en las Artes, aunque, eso sí, mediante una cristianización de las mismas. Agustín da un nuevo valor a la retórica clásica y le otorga unos fines muy concretos, relacionados con la enseñanza de la fe cristiana. Sus ideas en ese sentido eran conocidas a través del De ordine (I 24) y del De doctrina christiana , y fueron adoptadas por buena parte de los autores medievales, como Casiodoro en sus Institutiones o Rábano Mauro en su De clericorum institutione , que identifica, como Agustín, al predicador con el orador. Las ideas agustinianas sobre retórica, matizadas por otras influencias como las de Gregorio Magno, influyeron en la redacción de las artes predicatorias 198 . Los sermones medievales incluyeron además ideas tomadas de las obras del obispo de Hipona, y, entre ellas, la doctrina de las dos ciudades del De civitate Dei 199 .
Establecida la importancia de Agustín dentro de la educación medieval, es preciso destacar el influjo de su pensamiento en el desarrollo de la teología, preponderante hasta el advenimiento del aristotelismo 200 . Dicha influencia se aprecia en autores como Próspero de Aquitania, Fulgencio de Ruspe, Cesáreo de Arlés, Gregorio Magno e Isidoro de Sevilla 201 , así como en Beda, Alcuino, Casiodoro, Rábano Mauro 202 , Floro de Lyon, etc. Destaca asimismo la dependencia de la escolástica del pensamiento agustiniano y la influencia del mismo en las ideas teológicas de los franciscanos como Buenaventura y en la mística de Bernardo, Hugo de San Víctor, Anselmo de Canterbury, Alberto Magno, Alejandro de Halles, Enrique de Gante, Egidio Romano, Santiago de Viterbo, etc. Con la introducción del aristotelismo por parte de Tomás de Aquino no se produjo una total ruptura con la tradición agustiniana, y el propio aquinate fue asiduo lector de Agustín 203 .
En cuanto a la influencia concreta del De civitate Dei , ésta se aprecia de manera especial en la filosofía de la historia, en el desarrollo de la interpretación etimológica, en la ciencia, en el estudio de la Antigüedad clásica y la mitología, y, finalmente, como obra transmisora de autores clásicos latinos.
Para comenzar, uno de los elementos más influyentes del pensamiento agustiniano en la Edad Media, tomado esencialmente del De civitate Dei , fue su filosofía de la historia, según la cual el devenir de los tiempos, como se ha indicado anteriormente, es lineal y no cíclico, y se halla regido por la providencia divina. Éste se organiza en seis edades, que corresponden a los seis días de la creación y a las seis edades del hombre de la tradición antigua —primera infancia, infancia, adolescencia, juventud, madurez y senectud—, así como en la división de la historia en cuatro reinos 204 , el último de los cuales es el romano, del que muchos autores se consideraban continuadores 205 . Las alusiones a esta idea son constantes en los autores medievales, entre los que destacan Isidoro de Sevilla 206 y Beda, en su Líber de ratione temporum . Asimismo, como indica Fontaine 207 , Isidoro en su Historia gothorum sigue a Agustín y Orosio en la idea de que los godos respetaron las basílicas cristianas durante el saqueo de Roma. Asimismo, Isidoro adopta de la idea de las dos ciudades en sus Mysticorum expositiones sacramentorum o Quaestiones in vetus testamentum . También se basa en este tipo de ideas el De duabus civitatibus de Otón de Freissing (1114-1158), cronología universal que comienza en la creación de la humanidad y termina con el reinado de los Hohenstaufen 208 . Otros ejemplos de interpretación histórica basada en De civitate Dei son la de Ruperto de Deutz, que combina el sistema agustiniano de la división en edades con otro trinitario 209 o la de Joaquín de Fiore (1133-1202), en la misma línea 210 .
Este tipo de interpretación histórica, con sus variaciones, llega hasta época de Dante. Como indica Curtius 211 , Dante se libera de la autoridad de Agustín en este tipo de cuestiones y en su Divina Comedia apenas lo menciona de pasada 212 , a pesar de lo cual no duda en imitar el prólogo al De civitate Dei en su Monarchia (I 1, 6).
Otra de las materias en las que Agustín y su De civitate Dei ofreció abundantes datos a los autores medievales es la interpretación etimológica, cuyo máximo exponente fue Isidoro de Sevilla 213 . Un ejemplo, entre otros muchos, puede observarse en el libro VII de las Etimologiae , donde se ocupa de los nombres divinos. Como indica Domínguez del Val 214 , la fuente principal son las Sagradas Escrituras, pero la interpretación la toma de Agustín, De civitate Dei VIII 11, y Jerónimo, Epist. Ad Amandum 215
Dentro de las cuestiones que podrían calificarse como científicas, llama la atención el interés que producían los sucesos prodigiosos, de los que Agustín ofrece abundantes muestras en el libro XVI de su De civitate Dei . El influjo del mismo se observa en el libro XI 3 de las Etymologiae de Isidoro, y más adelante en una obra anónima, el Liber monstrorum de diversis generibus , datada entre los siglos VII-VIII.
Interesa también la función de Agustín de transmisor de obras clásicas de difícil acceso o incluso perdidas. Como indica Fontaine 216 , parte de los clásicos citados en los libros I-III de las Etymologiae de Isidoro son tomados de autores patrísticos, como Agustín. Entre ellos destacan Varrón 217 , Salustio y Cicerón, muchos pasajes de los cuales proceden del De civitate Dei 218 . Juan Escoto, por su parte, en su comentario a Marciano Capella utiliza el libro IV de De civitate dei , en el que se concentra buena parte de las citas varronianas, para lo referente a las antigüedades y mitología clásicas. La importancia de Agustín para el conocimiento de los clásicos es innegable, e incluso fue la base de la edición de los fragmentos del De republica de Cicerón de William de Malmesbury 219 .