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Introducción

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Interrogar a un testigo constituye un complejo desafío para todo abogado y, muy especialmente, para aquellos, como los españoles, que, por desgracia, carecen de una base sólida de conocimientos teóricos y prácticos sobre la materia, pues su habilidad de aprendizaje se limita al empleo del sistema «ensayo-error» o a la observación directa de otros profesionales. Lo cierto es que, salvo los abogados que por razones de su especialidad están interrogando un día sí y el otro también, el resto de los abogados que intervienen en sala puntualmente y llevan a cabo un interrogatorio, se las ven y se las desean a la hora de abordar la preparación y ejecución del mismo.

Personalmente (y encontrándome en este segundo grupo), por circunstancias del azar llevo un tiempo estudiando esta materia, y a más que avanzo, más descubro la trascendencia que un buen interrogatorio tiene en todo procedimiento judicial y, por el contrario, el daño que un mal interrogatorio puede suponer a nuestra defensa.

Y ello es así dado que el interrogatorio de testigos representa, dentro de la estructura argumentativa del proceso (escritos rectores del procedimiento, audiencia previa, interrogatorio e informe final) el instrumento persuasivo por excelencia, pues a medida que interrogador e interrogado interaccionan, van creando, a través de sus preguntas y respuestas, una información dirigida al juez que le permitirá decidir en Justicia sobre el fondo de la causa.

Efectivamente, antes del interrogatorio fijamos nuestra posición procesal (escritos rectores), proponemos y preparamos la prueba (audiencia previa) para, a continuación, tras la práctica de la prueba, evaluar el resultado del mismo en nuestras conclusiones (informe), pero de lo que no cabe duda es que todo procedimiento judicial tiene como epicentro persuasivo el interrogatorio de las partes, testigos y peritos.

Sobre la base de esta idea, es vital que el abogado, por mucha experiencia que tenga interrogando, descubra que el arte de interrogar constituye algo más que sentarse días antes del juicio y elaborar por escrito un borrador de un conjunto de preguntas que intuimos pueden ser importantes para nuestra causa, porque,… hay algo más:

- Unos objetivos de todo interrogatorio que hemos de determinar y establecer antes de tomar la decisión de interrogar.

- Unas técnicas y reglas en función tanto del tipo de interrogatorio que vaya a efectuarse (directo o contrainterrogatorio) como de la clase de testigo a interrogar (falso voluntario, falso involuntario, testigo débil, experto, colaborador, policías, etc.)

- Una categorización de las preguntas a realizar y la conveniencia de emplear unas u otras en función de diversas circunstancias.

- Una preparación, planificación y organización en la que adquieren notable importancia el ritmo, tiempos, orden, secuenciación, etc.

- Unas normas de comportamiento y conducta a seguir tanto por el interrogador como por el interrogado y cuya inobservancia podrá afectar al mensaje persuasivo.

- Unas reglas psicológicas del testimonio, muy influidas por el empleo del lenguaje verbal y no verbal, que nos ayudarán a comprender la forma en la que el juez dota de credibilidad al testimonio del testigo.

- Unas reglas o técnicas universales que ayudan a decidir la forma de actuar en cada momento durante el interrogatorio.

- Y un largo, etc.

En definitiva, ser consciente de la trascendencia del interrogatorio y de los numerosos conocimientos teóricos y prácticos existentes en torno al mismo es fundamental para dar ese primer paso y avanzar en el objetivo de ser cada día un mejor abogado litigante.

Este libro pretende servir de guía para alcanzarlo.


Arte y técnica del interrogatorio

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