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SENTIDO DE LA SELECCIÓN
ОглавлениеAhora bien, si es cierto que los Meteorologica y las NQ coinciden en el contenido, el sentido último que tiene esa selección de temas para Aristóteles y para Séneca es muy distinto. La meteorología para Aristóteles forma parte de un programa de estudio sistemático del universo donde el campo de la meteorología es definido de acuerdo con un doble criterio espacial y material, según el cual la meteorología estudia: (i) los fenómenos que tienen lugar en el mundo sublunar; (ii) los fenómenos en que se hallan implicados los cuatro elementos (tierra, agua, aire, fuego).
Después de Aristóteles, los filósofos que, como Séneca, trataron de explicar los fenómenos meteorológicos, se movieron en un marco heredado, que definía tanto el tipo de fenómenos que se consideraban meteorológicos como los métodos de investigación y explicación adecuados. Pero, mientras para Aristóteles el objetivo de la meteorología no era otro que explicar con coherencia una parte del cosmos, los filósofos posteriores, en particular los epicúreos y los estoicos, concibieron, fundamentalmente, la meteorología como medio para alcanzar un objetivo filosófico concreto: en el caso de los primeros, liberar al hombre del miedo a los dioses y a la muerte; en el caso de los segundos, demostrar el orden y la racionalidad del cosmos y alcanzar así el conocimiento de Dios.
Demostrar el orden y la racionalidad de los fenómenos celestes resultaba innecesario por evidente 121 ; pero no sucedía lo mismo con los fenómenos que ocurren en la región sublunar, aparentemente regidos por el caos y el azar. Demostrar que también estos fenómenos están sometidos a la ley y a la causalidad (providencia divina) ha de ser, sin duda, el reto principal a que se enfrente el filósofo estoico. Y ésta es, creemos, la razón última que justifica la selección de fenómenos realizada por Séneca.
Aunque Séneca no declara expresamente las razones de su selección temática, esto es lo que se desprende indirectamente de algún pasaje de su obra.
Significativo, en este sentido, es un pasaje del prólogo del libro I, donde el filósofo trata de explicar el sentido último de su obra y, en el que, tratando de precisar el concepto de Dios, explica.
Todo él es razón, mientras que la condición humana es presa de un error tan grande que este universo, el organismo más organizado y más sujeto a un plan que existe, lo consideran los hombres regido por la fortuna y sometido al azar y, por eso, turbulento, en medio de rayos, truenos, tormentas y restantes meteoros que azotan las tierras y la zona próxima a las tierras. Y esa locura no se circunscribe al vulgo, sino que alcanza también a los que están consagrados a la sabiduría. Hay quienes piensan que ellos mismos tienen un espíritu, y, además, providente, capaz de planificar toda actividad, tanto propia como ajena; pero que este universo, en que también nosotros nos encontramos, carente de planificación, es arrastrado por una especie de azar o por una naturaleza que no sabe lo que hace 122 .
Demostrar, precisamente, la racionalidad del mundo sublunar, descubrir las leyes que rigen su aparentemente anarquía, como forma de alcanzar el conocimiento de Dios y de entrar en comunicación con Él, es, sin duda, la razón última de la selección de temas tratados por Séneca y el fin último de las NQ 123 .