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La versión de Maguire

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John W. Maguire publicó en 1968 un libro llamado Loncagüé. Relatos de frontera, en homenaje a los hacendados que se instalaron allí en procura de ganar terrenos al “desierto”. Aporta nuevos detalles que no surgen del informe de Solano. Por ejemplo que:

(...) los entrerrianos, gente de la campaña, que habían vivido siempre a su albedrío, sin familia, y muchos criados en plena selva de Montiel, donde ni las levas de Urquiza y López Jordán habían podido capturarlos, eran quienes más sentían [el] rigor [del servicio en el campamento de Loncagüé].

Urquiza había enviado el contingente de entrerrianos a Loncogüé por pedido –con la anuencia de Sarmiento– del ministro de Guerra, coronel Martín de Gainza. Más adelante veremos la forma en que fueron reclutados, que demostrará que muchos fueron capturados por las huestes del gobernador de Entre Ríos, por delitos que jamás fueron probados y menos enjuiciados. Por otro lado, la gran mayoría de los integrantes fueron jóvenes separados de sus familias, dato que confirma Maguire: “Si bien la mayor parte tratábase de jóvenes, cuya edad oscilaba entre los diez y ocho y veinte años, el resto ya eran hombres hechos […]”

Maguire agrega que el cabecilla Chamorro tenía cuentas pendientes con el comandante Solano, que los sublevados aprovecharon que el coronel López Osornio estaba gravemente enfermo. También se refiere a un soldado que participó de la sublevación enfrentando “en pleno campo al alférez que lo mandaba”, pero que luego se presentó al comandante Solano y “lo enteró de la sublevación que se estaba gestando. Le pidió entonces, que lo hiciera su asistente, pues él no quería tomar parte de la misma”. Afirma Maguire que a raíz de lo relatado por el informante “el comandante procedió enérgicamente [...]. Arrestó a los soldados que atacaron al alférez, y se les retiró las armas y municiones al contingente entrerriano.”

En el relato de Maguire no hay referencias documentales, probablemente hayan sido transmitidos oralmente por los peones de la estancia de Loncogüé, que tan calurosamente recuerda Maguire en el proemio de su libro. Sin embargo confirma algunos datos y no aclara otros, por ejemplo dice que “doce muertos y más de veinte heridos fue el saldo de este lamentable suceso que en su hora llegó a conmover a la opinión pública de Buenos Aires”, pero, sorprendentemente, Maguire no aclara si son de los rebeldes o del ejército nacional.

En varios pasajes de los hechos relatados, Maguire extrae aquello de lo que Solano da cuenta a sus superiores: 1º) que hubo “un tal Chamorro” como supuesto cabecilla; 2º) que el coronel López Osornio estaba en el lugar de los hechos; 3º) que hubo una “sostenida lucha a sablazos y balazos”; 4º) que lograron dispersar a los rebeldes en la “puerta del corral”; 5º) que los dispersados fueron a guarecerse a unos “grandes fachinales”; 6º) que el sargento mayor Parodi acompañó al comandante Solano en la embestida contra los insurrectos, y 7º) que lograron “tomar” a varios dispersados.

No obstante obvia, al parecer deliberadamente: 1º) que perecieron once rebeldes en los combates; 2º) que Solano y López Osornio informan que persiguieron (no que tomaron) a veintitrés y que sí tomaron a seis, entre ellos a un tal Chamorro, en horas de la mañana del día 27; 3º) que los doce muertos habían sido fusilados inmediatamente sin juicio ni sentencia previa por el comandante Solano, cumpliendo órdenes del coronel López Osornio, a quien Maguire califica como “un hombre comprensivo y de gran corazón” porque no fusiló a más.

También olvida que los integrantes del ejército nacional no sufrieron heridas ni bajas. Cuestión que sólo denuncia el diario La Nación Argentina el 2 de abril de 1869, día en que da a conocer los hechos públicamente: “Los sublevados fueron rendidos, matándose veinte hombres, en el combate y fusilados después, según dicen las cartas, habiendo resultado también varios muertos y heridos de las tropas del gobierno”.35

La redacción del diario dice “habiendo resultado también…” pero luego no lo confirma en las sucesivas y extensas referencias al hecho, que muy especialmente se encargó de publicar durante el mes de abril de ese año.

28. Trascripción del original que consta en el Archivo

29. Nicolás Gibelli (director) y A. J. Pérez Amuchástegui (asesor), Crónica Histórica Argentina, tomo IV, Buenos Aires, Codex, 1972, pág. 223.

30. Rosa, José María, Historia Argentina, tomo 7, Buenos Aires, Oriente, 1981, pág. 239.

31. Hux, Meinrado, Coliqueo, el indio amigo de Los Toldos, Buenos Aires, El Elefante Blanco, 2009, pág. 247.

32. De Paoli, Pedro, Sarmiento. Su gravitación en el desarrollo nacional, Buenos Aires, Theoría, 1964, pág. 225.

33. Galasso, Norberto, Historia de la Argentina. Desde los pueblos originarios hasta el tiempo de los Kirchner, Buenos Aires, Colihue, 2011, tomo I, págs. 359-360.

34. Extraído del diario La Nación Argentina, archivado en formato microfilm en el Instituto de Historia Argentina y Americana “Dr. Emilio Ravignani”.

35. Diario La Nación Argentina del día 2 de abril de 1869. Archivo en microfilm de la bilioteca del Instituto de Historia Argentina y Americana “Dr. Emilio Ravignani”.

Loncongüé, los fusilados de Sarmiento

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